XXI. ❝Actuar y Escrbir.❞

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Harry.


Ya estaba completamente sano, tanto que ese viernes había decidido ir al colegio con la intención de reencontrarme con mi mejor amigo, pero eso no pasó. Ni en clase de Inglés, ni en Matemáticas, ni en Biología. Y, obviamente, la única respuesta a la falta de Niall era Louis Tomlinson.

Negué con la cabeza varias veces. ¿A ese chico no le bastaba con arruinarme la vida y dejarme sin amigos, sino que ahora que al fin tenía uno también me lo quitaría?

Celoso. Estaba muy celoso de Louis y de que Niall prefiriera pasar tiempo con él que conmigo.

Suspiré levemente y tomé mi teléfono de mi bolsillo, mirando la hora.

Aun era temprano y podía volver a casa y decirle a mamá que me había vuelto a sentir mal.

Sí, podía hacer esto, pero no iba a soportar estúpidas clases con un ánimo bajo.

Comencé a caminar cabizbajo hacia la salida, con un gorrito de lana cubriendo mis rizos, aunque algunos de los rebeldes se escapaban de la lana.

Seguí caminando y pateando una pequeña roca que me había encontrado por ahí.

Estaba bastante distraído con la roca, de hecho casi no me doy cuenta cuando en vez de eso, le di a la pierna de un chico.


—Auch... —murmuró él, más de broma que de dolor.


Levanté la mirada, avergonzado.


—¡Lo siento mucho! —me disculpé al instante, observando al chico pelirrojo con varios rulos, más pronunciados que los míos, que se encontraba frente a mi.


Y no, no era de esos pelirrojos que no se les notaba mucho, más bien su cabeza se podía diferenciar a kilómetros por el fuerte color naranjo.

Llevaba una pequeña funda con un instrumento musical dentro —probablemente un violín, ya que parecía una mini guitarra— como mochila a la espalda y estaba jugueteando con una carpeta con partes verdes, dejando ver por el frente algunas partituras.


—¡Oh, no importa! —se encogió de hombros él—. No fue tan fuerte, está bien.


Hice una pequeña mueca. Que dijera eso, no significaba que no le había dado un jodido golpe en la pierna.


—De todas formas, lo siento mucho —negué con la cabeza varias veces.

—Ya, está bien. —Su sonrisa se ladeo un poco, para luego fruncir ligeramente el entrecejo y achicar tan sólo un poco sus ojos celestes—. ¿No vas a clases? 


Fruncí el ceño también. Clases, claro.


—Me estaba yendo a casa...

—Oh, está bien. Sería genial hablar contigo por más tiempo, pero a mí se me hace muy tarde —frunció la nariz—.¡Nos vemos otro día, ruloso! 

—¡Hasta otro día, pelirrojo! —me despedí yo, sonriendo.


Ese chico debía ser nuevo, no lo había visto por aquí. Y ese cabello era muy difícil de confundir.

puzzle; nouis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora