Capítulo 2. Un cuerpo en la caseta del bosque.

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Vanesa se metió en su destartalado volkswagen Golf gris plateado, y lo primero que hizo fue poner los limpiaparabrisas en la tercera posición para que éstos se dieran vida, ya que en ese momento no podía ver por culpa de la lluvia lo que tenía enfrente de sus propios ojos. Joder, ¿Por que tenían que encontrar un cadáver con ese mierda de clima?

Acto seguido puso la radio y buscó un canal de música clásica. No quería escuchar otro tipo de música porque la cabeza le iba a estallar. Se había olvidado de tomar algo para el dolor que tenía, producto de la ingesta descontrolada del maldito alcohol y de haber trasnochado. Y ya se vería cuándo iba a volver a su casa para poder descansar. Estaba ya cansada del ritmo de vida que llevaba, y por qué no reconocerlo, de lo sola que se encontraba.

Cuando consiguió entrar un poco en calor dentro del coche, lo puso en marcha y se dirigió rápidamente a la dirección que le había dado García.

A la inspectora no le costó encontrar la caseta abandonada del bosque porque ya la conocía. Sabía que algunos drogadictos y vagabundos pasaban la noche en la caseta o también le servía a alguna pareja para dar rienda suelta a su desesperada pasión juvenil. Como también sabía que sería difícil encontrar pruebas quizás no tan relevantes para el caso, pero no por ello menos importantes, puesto que la caseta estaba llena de basura, escombros y porquería. Era poco más que un vertedero de basura. Y de sólo pensar que alguien había dejado ahí el cuerpo de una chica joven, se ponía enferma y su mente se llenaba de rabia.

Llevaba ya unos cinco años en el cuerpo de policía y casi tres en el departamento de homicidios, y a sus treinta años aún no se acostumbraba a las bestialidades que sus ojos presenciaban en los cadáveres que tenía que ver y reconocer. Pero aún con eso, nunca se arrepintió de haber estudiado criminología, para luego haber terminado en el cuerpo de policía de su ciudad. Ya de pequeña tenía claro que iba a ser una buena policía al igual que su padre fallecido, el cual murió estando fuera de servicio, pero intentando hacer siempre el bien, cuando vio que en una pequeña tienda de comestibles unos jóvenes estaban amenazando con una pistola al dependiente y él sin dudarlo quiso intervenir, con la mala suerte que uno de los atracadores le disparó en el mismo pecho, muriendo el policía en el acto. A Vanesa ese hecho le endureció mucho el corazón, pero con ayuda de Sara éste terminó por reblandecerse.

Vanesa aparcó el coche a la entrada del bosque, donde ya sus compañeros habían aislado la zona con una cinta de cordón policial. La inspectora apagó las luces del coche, las cuales estaban alumbrando directamente a la caseta en la oscura y desapacible noche, y deslumbrando a sus propios compañeros.

Tragó saliva y cogió fuerza para poder salir del coche y enfrentarse a lo que tenía delante de ella y a lo que se le venía encima. Siempre que tenía que ver un cadáver su cuerpo se tensaba, dando igual la de cadáveres que hubiera visto ya. La reacción siempre era la misma. Y aún así lo hacía sin pensar en todo el daño que eso le provocaba. Ella se enfrentaba al mal sin llegar a tener en cuenta todo lo que le repercutía de forma negativa en su vida.

Cuando bajó del coche, comenzó a caminar por el barro, pisando sin querer algún charco que otro. Sólo pudo maldecirse así misma, ya que se estaba cargando las botas Prada que le regaló Sara en uno de los tantos cumpleaños de la inspectora que celebraron juntas. En buena hora se había puesto ese calzado, no podía ser más imbécil, pero para relajarse, la culpa se la echó a la hora que era, y al alcohol que había ingerido hacía unas horas atrás. Tenía que pensarse seriamente en cambiar de hábitos si quería salir airosa de toda la mierda que la rodeaba.

Cuando Vanesa llegó a la caseta, ya se encontraban en el escenario del crimen el juez, la forense y sus compañeros de la policía judicial. Éstos estaban buscando pruebas por la caseta y sus alrededores.

Malasaña I. (5° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora