Capítulo 54. Sincerándose con Marco

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-Marco, verás, Vanesa y yo ...Bueno, ayer sí pasó algo entre ella y yo.

Marco sonrió a su amiga. Ya sabía él que tarde o temprano esas dos se iban a dejar llevar por lo que sentían. Era cuestión de tiempo. Él siempre tenía buen ojo para esas cosas y perfectamente las veía juntas.

-Ya lo sabía yo. Me tomáis las dos por tonto, y de tonto no tengo un pelo, Olivia. Si hasta Paola se dió cuenta que entre vosotras había algo. No iba mal encaminada.

-Claro, es que tu hija es igual de espabilada y cupido que tú, cómo para no darse cuenta. Pero no quiero que le digas a Vanesa nada de lo que te acabo de decir. Tiene que quedar entre nosotros. Imagino que conociéndola, le sentará mal que te haya hablado de lo de ayer.

-Bueno, vamos a hacer una cosa. Aunque me muero por saber qué pasó ayer entre vosotras, no te voy a pedir información sobre lo que hicisteis. Me basta con saber que por fin os habéis dejado de engañar a vosotras mismas.

-Sí, al final pasó lo que tenía que pasar. Y sí, tenías razón, Vanesa aparenta algo que no es. Imagino que como yo. Si al final somos más parecidas de lo que creemos. Lo que veo es que aunque para mí no hay una ruptura ni nadie que me haya marcado y haya hecho que sea como soy, a ella sí le influyó que esa tal Sara la dejara.

-Tal cual Olivia. Vanesa está muy perdida. Pero creo que todo va a cambiar ahora que te ha conocido a ti. Eres la chica que ella estaba esperando. No me cabe la menor duda.

-¿Y Marta? ¿Sabes algo de ella? Porque a decir verdad aunque no vi nada que me indicara que eran pareja la noche que nos vimos en el Dubliners, vi que se llevaban muy bien.

-Oli, olvídate de esa chica. La que le gusta eres tú, no ella. Y entonces...¿Vas a darle una oportunidad a Vanesa?

-Pues creo que más bien es al revés, tendría que ser ella la que me dé esa oportunidad. Me mandó casi a la mierda cuando le pregunté quién era Sara.

-No me extraña esa reacción de Vanesa, tú tranquila, ella es así. Y entonces...¿Sigues pensando en irte a Londres a trabajar?

-Marco, estoy hecha un lío. Vanesa me gusta. Tenías razón, es una mujer que vale mucho y a mí me gustaría conocerla. Pero si aún piensa en su ex, no quiero que me lo haga pasar mal por ese tema. Creo que me estoy metiendo en la boca del lobo. Y lo peor de todo es que ya no puedo retroceder. Ella me gusta mucho. Creo que nunca antes había sentido nada igual. Y me siento muy perdida. Y si ella sigue pensando en su ex, quizás lo mejor sería marcharme. Creo que es la única manera que tengo para quitármela de la cabeza.

-Oli, creo que deberías arriesgarte.¿Y si sale bien? Ella no ha visto a Sara desde que lo dejaron. No tiene por qué aparecer ahora. Además ella también sabe todo lo que vales tú. No es tonta. Sabes, una cosa es irte porque te conviene laboralmente y otra es irte por miedo a que Vanesa te haga daño. Eso no te pega. Tú siempre has sido valiente y luchadora.

-Con lo de no haber visto a Sara peor me lo pones, porque ¿qué pasará cuando la vea? Bueno, déjame pensarlo. En realidad no tengo prisa. Y tampoco quiero agobiar a Vanesa. Creo que ella necesita su tiempo para procesar todo lo que está pasando a su alrededor.

-Me parece bien. Sabes que yo te voy a apoyar hagas lo que hagas.

-Lo sé Marco. Eres el mejor amigo que puedo tener - le dijo Olivia posando la palma de su mano sobre la mano de su amigo.

-¿Estás mejor ahora?

-Sí, me encanta hablar contigo. Y siempre me ayudas a ver las cosas de forma más clara. No sé qué haría yo sin ti.

Los dos amigos estuvieron hablando un buen rato más, hasta que decidieron que ya era hora de marcharse. A Olivia le había venido estupendamente hablar con Marco. Éste siempre le daba muy buenos consejos, por eso solía hacerle siempre caso. Además él conocía a la perfección a Vanesa y el poder hablar de ella, le había hecho ver las cosas de otra manera. De hecho la opinión que tenía de Vanesa había cambiado considerablemente. Quizás tenía razón Marco cuando decía que con ella sí podía sentar la cabeza. Sólo esperaba que si finalmente se dejaba llevar con la inspectora, ésta no le destrozara el corazón.

Marco llevó a Olivia a su casa. Ésta estaba contenta y nerviosa por partes iguales. Contenta porque cabía la posibilidad de que sus sentimientos hacia Vanesa llegaran a buen puerto y fueran correspondidos, y nerviosa porque aunque pudieran ser correspondidos, también podía ser que acabara con el corazón roto si Vanesa le daba una oportunidad y luego se daba cuenta que seguía queriendo a su ex. Que estuviera la tal Sara aún presente en la vida de Vanesa, no le gustaba absolutamente nada, ni la beneficiaba. Hubiera preferido que la inspectora se sintiera libre en cuanto a sentimientos, porque lo que ella todavía no sabía era si iba a ser capaz de ayudar a Vanesa a olvidarla. Como le había dicho Marco, quizás merecía la pena arriesgarse. Lo que sí tenía claro era que la inspectora sí merecía la pena.

Cuando Marco la dejó en casa, lo primero que hizo fue ponerse el pijama de seda y posteriormente tirarse en su cama. Enseguida le vino a la cabeza la noche tan espectacular que había pasado con Vanesa. Aún no se lo podía creer que hubieran hecho el amor unas cuantas veces, y luego la inspectora se hubiera quedado a dormir con ella. Desde luego Olivia no recordaba haber pasado una noche como aquella. Y si Vanesa no quería saber nada más de ella, ¿Cómo haría para quitársela de la cabeza? La única manera que veía para hacer eso, era marcharse a Londres. Pero tampoco quería precipitarse. Pensaría bien las cosas antes de actuar.

Olivia estaba tan relajada pensando en Vanesa, en todo lo que le había provocado tener a esa escultural mujer sólo para ella y cómo ésta la hizo sentirse la mujer más afortunada del mundo cuando unieron sus cuerpos, que de forma consciente llevó su mano derecha a su entrepierna. No tardó ni un segundo en meter sus dedos por debajo del pantalón y posteriormente por debajo de sus bragas de encaje, y sus dedos comenzaron a darse vida masturbándose. Y de sólo pensar que en vez de sus dedos los que estaban acariciando su clítoris, eran los dedos de la inspectora, no pudo evitar gemir intensamente cuando por fin consiguió tener un orgasmo como pocos.

Esa noche Olivia se quedó dormida abrazada a un cojín grande que tenía para adornar la cama. En los sueños que tendría, ese cojín sería la inspectora durmiendo cuerpo con cuerpo, ambas abrazadas.

Malasaña I. (5° Historia)Where stories live. Discover now