Capítulo 38. Preparándose para la cena

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Vanesa aún consiguió dormir una hora. Cuando abrió los ojos, no sabía ni dónde se encontraba. No sabía si había soñado con la forense o directamente con el caso. Miró al techo mientras pensaba que necesitaba encontrar a Álvaro cuando antes, si no quería volverse completamente loca. No podía seguir así. Tenía a Pilar y a su cuerpo inerte metido en su cabeza día y noche.

La inspectora se levantó por fin de la cama y se dirigió directamente a la ducha. Aún tenía tiempo para ducharse y arreglarse algo más de lo que solía hacerlo. Normalmente necesitaba poco tiempo para estar lista, pero sabía que esta vez tenía que invertir un poco más de tiempo para estar más arreglada. Hacía mucho tiempo que no tenía tantas ganas de incluso maquillarse, ya que ella apenas lo hacía cuando salía. Y esa tarde sí se iba a maquillar, aunque fuera un poco.

Después de ducharse, Vanesa se puso su mejores jeans. Unos que le hacían un trasero como pocos. Ella conocía a la perfección cuáles eran sus puntos fuertes físicamente y esa noche debía destacarlos si quería conseguir algo con Olivia. De repente se acordó de las palabras de García, cuando éste le dijo que su amiga no era de revolcones, pero quizás ella tampoco quería revolcarse con la forense. Tal vez quería molestarse en conocerla, y luego dejarse llevar con lo que pasara entre ellas. Pero también le daba miedo sentir lo que estaba comenzando a sentir por Olivia, puesto que no sabía si ese sentimiento era recíproco. Si no lo era, se iba a llevar un buen chasco con la forense, de eso no le cabía la menor duda. Pero como hizo con Sara, ella haría lo que fuera necesario para recomponerse. Ya tenía algo de experiencia en eso.

Vanesa se estuvo probando varios jerseys ajustados a su atlético busto, hasta que se dio por satisfecha con un suéter beige que le quedaba bastante bien. Luego se calzó unos tenis informales y modernos. Esa noche iba a ser fría, e incluso lluviosa. Sólo esperaba que con un poco de suerte no lloviera cuando tuvieran que ir en moto Olivia y ella.

Antes de salir de casa, se puso un poco de labial rojo pasión, se miró varias veces al espejo, hasta que finalmente cogió su chaqueta de cuero, su casco más el del acompañante, y salió de su casa feliz, pero nerviosa por volver a ver a Olivia porque, además, en esta ocasión lo iba a hacer fuera del trabajo.


Olivia estaba parecida a Vanesa. Cuando recibió el mensaje de la inspectora para quedar, los nervios se apoderaron de ella durante toda la tarde. Ella también miró detenidamente la foto que tenía la inspectora en su perfil. Salía ella sobre su potente moto. Estaba claro que esa foto se la había hecho alguien. Pero eso le dio igual, la inspectora estaba imponente sobre la moto. Esa moto y ella estaban hechas a medida. Seguro que Vanesa era igual de potente que esa increíble máquina. No le importaría comprobarlo ella misma, y si era esa misma noche, mejor. De repente tuvo la necesidad de tener a Vanesa para ella sola.

Olivia estuvo paseándose por su casa, de un lado a otro, perdiendo el tiempo y no haciendo nada en concreto. Algo inusual en ella. Para Olivia el tiempo era oro y no le gustaba perderlo, pero esa tarde fue diferente a todas las demás. Esa tarde había perdido un tiempo muy valioso que lo podía haber empleado en estudiar. Pero tenía en la mente a Vanesa. Ésta no quería salir de la cabeza de Olivia ni a la fuerza. No entendía por qué sentía lo que sentía por la inspectora cuando llegó a pensar que hasta le caía mal. ¿Cómo podía sentirse atraída por una persona que no le caía bien? Además de creer que era la típica mujer para pasar sólo un buen rato, nada más. Pero en eso la forense estaba muy equivocada, porque la inspectora en realidad no sólo era buena para pasar un rato agradable. Vanesa era una mujer que le podía dar mucho a la forense.

Olivia tardó el doble de tiempo que Vanesa en arreglarse. Ella sí era coqueta a la hora de ponerse guapa y salir a la calle llamando la atención. Pero lo hacía de una manera muy elegante y femenina. Ella odiaba la ordinariez. Así pues, esa tarde se probó mil y una prendas de vestir. Hasta que por fin se vio guapa, con unos vaqueros también ajustados, una blusa algo transparente y fresca, y unos botines con algo de tacón. Seguro que pasaba algo de frío esa noche, y más si iba en moto con Vanesa, pero se pondría su chaqueta más abrigada, porque luego en casa de García sabía que éstos siempre ponían la calefacción. Si iba a pasar un poco de frío, tal vez merecía la pena si conseguía con ello llamar la atención de Vanesa, y además arrimarse a ella como hizo Marta cuando las vio juntas la noche que se vieron en el Dubliners.

Una vez ya vestida, se dejó la preciosa melena pelirroja suelta, y se dispuso a maquillarse. Cuando terminó de arreglarse, se miró en el espejo y el resultado le gustó mucho. Estaba segura que iban a saltar chispas entre ella y Vanesa. Ya estaba contando los minutos que quedaban para verla. ¿Y cómo sería que la inspectora la llevara en su moto? Además sabía que esa noche iba a ser fría, por lo que seguramente acabaría agarrándose a ella.


Vanesa, antes de recoger a Olivia, se pasó por una pastelería que conocía, muy reconocida en el barrio donde vivía la forense, y compró un tarta de chocolate, pensando en los hijos de García. Si se presentaba en casa de su compañero sin una tarta, seguro que los hijos de éste se lo tenían en cuenta, puesto que cuando iba a verlos, los niños siempre le pedían chocolatinas. Vanesa era para ellos como la tía que los consentía. Ya los había acostumbrado a eso y esa noche no iba a ser menos, sólo que no bastaría con unas simples chocolatinas.

La inspectora llegó justo a tiempo a la hora que había quedado con la forense, ya que se imaginó que ésta siendo como era en el trabajo tan metódica y perfeccionista, sería puntual en sus encuentros con otra persona. Además, le sorprendió dónde vivía la forense, se notaba que tenía un buen sueldo porque vivía en un edificio de gente con dinero.

Estaba trasteando con el móvil cuando Olivia apareció delante de ella, más guapa y llamativa que nunca, y cuando la inspectora alzó la mirada y ésta se cruzó con la cálida e increíble mirada azul de Olivia, se quedó muda y pensó que no iba a ser capaz ni de poner la moto en marcha. Joder, ¿Ella iba a llevar a esa mujer en su moto? Estaba segura que si esa mujer llegaba a tocarla, su estómago se iba a llenar de algo más que de mariposas. De repente aún con el frío que hacía, Vanesa palideció de sólo pensar que parecía que estaba ante la chica que le gustaba y con la que soñaba noche tras noche, las dos solas, y por fin había llegado el momento de tener su primera cita con ella. Lo que la inspectora no sabía era que Olivia estaba exactamente igual que ella, o peor.

-Hola Olivia- consiguió decirle Vanesa retirando rápidamente la mirada de la forense.

-Hola Vanesa. Gracias por venir a buscarme - le contestó Olivia. Ella se dio cuenta perfectamente que la inspectora estaba nerviosa. Pero no sabía cómo interpretar ese aparente nerviosismo en la mujer. No sabía si se debía a que le creaba malestar el haber tenido que ir a buscarla y quizás lo hizo por hacerle el favor a García, o tal vez Vanesa estaba nerviosa porque le pasaba lo mismo que a ella. Eso tendría que descubrirlo ella esa noche. Y sólo esperaba que fuera la segunda opción la causante de los nervios de Vanesa.

-Tranquila, yo encantada. García me dijo que no tenías coche. Sólo siento que tengas que venir conmigo en moto, no creo que estés acostumbrada a pasar tanto frío.-Le dijo la inspectora mientras le daba el casco para que se lo pusiera.

-No te preocupes por mí. La chaqueta que llevo es muy abrigada. Y si paso frío, si no te importa me abrazaré a ti - dijo Olivia sin saber cómo había sido capaz de soltar esas palabras.

Vanesa se quedó más helada de lo que ya estaba. ¿Había oído bien? Veríamos si sería capaz de conducir su moto con Olivia abrazada a ella.

-No tengo ningún problema, de hecho yo te serviré de pantalla para que no te dé directamente a ti el frío de frente. ¿Vamos entonces?- consiguió responderle la inspectora a Olivia, mientras le tendía la mano para ayudarla a subirse a la moto. Esperaba no haber parecido muerta de ganas porque eso sucediera entre ellas. Porque sí, ahora sí sabía que si Olivia la abrazaba, iban directas al paraíso, y no a casa de García.

Malasaña I. (5° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora