Capítulo 30. Y arrepintiéndose después...

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Cuando ambas recuperaron la respiración, Marta no dejó de abrazar a Vanesa. Pero ésta no le devolvió en ningún momento el abrazo. Ni quería ni podía hacerlo. Quería marcharse de ahí cuanto antes, porque en ese momento no tenía a Marta en la cabeza, sino a Olivia.

-Vanesa, quédate a dormir conmigo.

-¿Qué? No...No puedo - contestó la inspectora como pudo, y lo primero que se le ocurrió.

-No puedes, ¿O no quieres, Vanesa?-Marta no se esperaba esa contestación de Vanesa, de hecho albergaba la esperanza de dormir con ella esa noche.

-Marta, perdona, lo he pasado muy bien contigo. Pero de momento no estoy preparada para dar más. Lo siento.

-Entiendo -Marta creía saber por dónde iban los tiros, así que quiso preguntarle a la policía para salir de dudas -¿Tiene algo que ver todo ésto con otra mujer?

-Marta, por favor, simplemente no quiero dar más. Es simple. No estoy preparada.

-Pero...¿Vamos a seguir viéndonos? A mí sí me gustaría - ella no quería darse por vencida. Vanesa le gustaba de verdad, y no sólo la quería para un rato.

Vanesa dudó en la respuesta que le iba a dar, ya que no acostumbraba a volver a ver a sus ligues de una noche. Pero a decir verdad, Marta era algo más que un ligue de una sola noche. Para empezar se la había presentado ya a sus amigos. Y tenía que reconocer que la chica le gustaba mucho. Físicamente le encantaba y luego se podía hablar con ella de muchos temas. Se le veía una buena chica. Pero para Vanesa eso no era suficiente. Ella necesitaba a esas alturas mucho más que eso. Y creía que lo que ella estaba buscando lo podía conseguir en otra mujer, no en Marta.

-Sí, creo que sí podemos vernos. Pero de vez en cuando. No sé si me entiendes.

-Me lo has dejado claro, Vanesa. No estás preparada para verme a menudo. Bien, no me importa. Con verte de vez en cuando, me basta. Pero, ¿Te quedas a dormir?

-No, ya tuvimos bastante por hoy. Lo mejor es que me vaya- contestó Vanesa mientras se ponía la ropa que se había quitado.

Marta decidió no seguir insistiendo porque sabía que acabaría perdiendo a Vanesa. Le daría el espacio y el tiempo que ella necesitara, no tenía problema con eso. Vanesa le gustaba mucho y tenía ganas de conocerla más. A decir verdad cuando la policía le escribió para quedar a cenar con ella, ésta se ilusionó porque no esperaba que le diera una oportunidad. Lo que Marta tenía claro era que o bien Vanesa había sufrido un desengaño amoroso o bien le gustaba otra persona. Lo terminaría descubriendo tarde o temprano si seguía viéndose con la policía.

-Está bien, Vanesa. No quiero agobiarte. Gracias por esta noche.

-Adiós, Marta- cuando la inspectora iba a salir del apartamento de la chica, ésta la cogió del brazo y sin que Vanesa se lo esperara, le dio un tierno beso en los labios.

Vanesa se fue de casa de Marta algo contrariada. Había pasado una noche increíble pero sabía que con Marta no quería llegar a más. Era un simple pasatiempo temporal para ella. No quería hacerle daño en caso de que ésta se ilusionara con ella, entonces ya iría viendo si cumpliría con ella a la hora de seguir viéndose.

Vanesa se subió a la moto de forma automática. Su cuerpo se estremeció cuando sintió el frío llegar hasta sus huesos. Pero a decir verdad, le relajaba conducir de madrugada, sintiendo el frío en su rostro, penetrando en su cuerpo abrigado, y teniendo las calles de la ciudad para ella sola. Le daban ganas de correr dejando atrás toda la mierda que la perseguía. Era una manera de evadirse completamente de todos los problemas que tenía.

Consiguió dejar la mente en blanco en todo el tiempo que duró el trayecto a su casa. Una vez que ya estaba en ella, a pesar de ser de madrugada, se fue directamente al baño, se desnudó y se metió en la bañera poniendo el agua muy caliente. Necesitaba entrar en calor si quería conseguir dormir algo.

Mientras el agua casi hirviendo acariciaba toda su piel, unas lágrimas comenzaron a deslizarse por sus frías mejillas. Le vino a la cabeza lo que acababa de hacer con Marta y no pudo evitar sentirse mal. Por primera vez en su vida, pareció que se arrepentía de haber hecho lo que acababa de hacer. Y todo porque en sus pensamientos solo tenía cabida para Olivia. A pesar de ser una mujer promiscua cuando no tenía pareja, era fiel a sus sentimientos, y si su corazón latía bravo cuando veía a la forense, tenía que empezar a no hacer según qué cosas con otras mujeres, porque los remordimientos se hacían eco en su cabeza. Ahora sí estaba bien atada y bien jodida.

A los quince minutos consiguió salir de la ducha. Más o menos había entrado en calor. Se puso su abrigado pijama y se dejó caer en la cama. No tardó en taparse con el nórdico hasta la barbilla. Las sábanas para su gusto, estaban heladas, pero supo contener su cuerpo para que éste no tiritara.

Cuando el sueño se apoderó de ella y sus párpados se estaban dejando caer, le vino a la cabeza el collar que encontraron alrededor del cuello de Pilar. De repente sus párpados se abrieron con énfasis, y se incorporó de forma brusca en la cama. ¿Y si buscaba por internet posibles compradores de ese collar, por la zona o por toda la ciudad? Seguro que algo encontraba. En internet había demasiada información que podía serle útil. En casi todos sus casos echó mano de él y consiguió información valiosa y relevante.

Salió de la cama casi de un brinco, se fue directamente a la cocina a prepararse un chocolate caliente. Lo iba a necesitar para entrar en calor el tiempo que estuviera buscando en internet lo que necesitaba encontrar. Vanesa tenía una corazonada, y cuando se olía algo, no solía confundirse. Siempre estaba en lo cierto. Tenía un sexto sentido muy desarrollado. Esa capacidad natural que poseía Vanesa para intuir ciertas cosas, esa voz interior que le llegó desde la lucidez propia de su desesperación por encontrar algo, la iban a llevar por el camino correcto en la investigación. Era su signo de identificación. Sus corazonadas en los casos que investigaba. Y este caso no iba a ser menos. Así pues, Vanesa encendió su portátil y comenzó a buscar la información que ella creía que podía encontrar acerca del maldito collar mientras bebía con cuidado el chocolate caliente. Era incapaz de soltar la taza, sólo así tendría sus manos calientes mientras sus ojos se abrían como platos ante la pantalla del portátil.

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Malasaña I. (5° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora