Capítulo 32. La invitación a cenar.

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Cuando colgaron la llamada, Vanesa se maldijo por no haberle dicho que no a García a la invitación a cenar esa noche. No le gustaba que nadie hiciera planes por ella. ¿Y si Marta se animaba a escribirle para quedar? Sería sábado noche y quizás Marta no tenía otro plan y terminaba llamándola para ahogar las penas juntas. Pero visto lo visto, iba a cambiarla por tres mocosos ruidosos e impertinentes. Vaya sábado noche de mierda le esperaba. Pero tenía que reconocer que hacía mucho que no iba a casa de sus amigos, y los niños la apreciaban, y muy en el fondo, ella a ellos. Aunque prefiriera pensar que esos críos eran algo odiosos. Era una manera de asegurarse que ella no quería niños en su vida, y más si eran de ella.

Cuando miró la hora en su Apple watch, eran ya las cuatro y media de la madrugada. Estaba completamente desvelada. Se acercó a la ventana y como había tanta humedad dentro de la vivienda, se había formado vaho en el cristal y en el marco de la misma. Mientras Vanesa miraba a través del cristal lo que el vaho del mismo le permitía ver, sin ella quererlo, le vino Olivia de nuevo a la cabeza, para variar. Últimamente la forense se había adueñado de la gran mayoría de sus pensamientos. Y mientras pensaba en ella, sus dedos comenzaron a dibujar en la ventana corazones, y a escribir de forma automática y con vida propia "tengo ganas de ti".

A la mañana siguiente, Marco se despertó a la misma hora de siempre. A pesar de haber dormido sólo cuatro horas. Se acordó de Vanesa y sólo quería matarla. Por su culpa estaba agotado. Pero sabía que su compañera sólo lo llamaba de madrugada en caso de ser necesario. Y entendía que estuviera eufórica por haber encontrado varios compradores del maldito collar. Él, al igual que Vanesa, sabía que era una buena pista la que había encontrado la inspectora. Sabía que Vanesa terminaría encontrando al asesino. Ella, al igual que Olivia, eran mujeres que vivían por y para el trabajo. Además eran buenas en lo que hacían.

Cuando abrió los ojos, se acordó que había invitado a Vanesa a cenar esa noche en su casa. No lo había hablado ni con Rosa. Pero lo decidió sobre la marcha, después de haber hablado un poco con Olivia en el Dubliners. Quería que esas dos mujeres se volvieran a ver, y si podía ser fuera del trabajo, mejor, ya que estaba claro que si se veían en el anatómico, de ahí la cosa no pasaba. Además Vanesa le había reconocido que con Marta sólo se acostó, y que se estaba pensando muy mucho el seguir con ese mismo ritmo de vida. Marco tenía muy claro que si Vanesa había cambiado de forma de pensar, podía ser por lo que pudiera estar comenzando a sentir por Olivia. Y él sabía que a Vanesa le iba a costar mucho trabajo el reconocer que sentía algo por la forense. Así que Marcó tenía que aprovechar a hacer todo lo posible porque esas dos mujeres acabaran juntas. Pero había un problema, el posible traslado de Olivia a Londres. Vanesa no soportaría tenerla tan lejos. Habría que ver qué acababa decidiendo Olivia acerca de irse o no. Quizás si Olivia tuviera a alguien en su vida, ni se le pasaba por la cabeza la opción de marcharse.

Marco se dio la vuelta y miró con amor a su mujer. Ésta comenzaba a abrir los ojos, cuando se dio cuenta que su marido la estaba mirando fijamente.

-¿Qué pasa, cariño?¿Por qué me miras así? Y por cierto, ¿Te han llamado de madrugada o lo he soñado?-Le dijo la mujer desperezándose. - Menos mal que mi sueño no es tan ligero como el tuyo, no sé cómo no estás de los nervios. No entiendo que seas un hombre tan tranquilo.

-Es que estás muy guapa, recién levantada. Por eso te miro. Y no, no lo has soñado. Me ha llamado Vanesa, para variar. Ya sabes que cuando tiene algo en la cabeza, necesita compartirlo conmigo, sea la hora que sea. La verdad que ni yo entiendo cómo no tengo los nervios a flor de piel, con lo poco que duermo.

-Sí, lo sé. ¿Y te llamó para algo importante? Imagino que sí, Vanesa no te llamaría por una tontería.

-Ya lo creo. Ahora me tomaré un café, iré a buscarla y nos pasaremos por la comisaría. Pero sabes que prefiero no hablar del trabajo, Rosa. Es mejor separar.

-Marco, hoy es sábado. Habíamos quedado en ir al zoo con los niños, ¿Te olvidaste?

-Lo siento, cariño, no, no me olvidé. Ésto es importante, y conociendo a Vanesa, es incapaz de esperar hasta el lunes.

-Está bien. Me llevaré yo a los niños al zoo. Todo sea porque encontréis a ese malnacido cuanto antes. Ya les explicaré a los niños, supongo que lo entenderán, como siempre.

-Por cierto, Rosa, esta noche invité a casa a cenar a Vanesa. Y quiero invitar también a Olivia. No te lo he preguntado antes porque te conozco y sabía que me ibas a decir que sí.

-Me conoces muy bien, cariño. Yo las aprecio a las dos por igual. Son buenas mujeres pero es verdad que les falta a las dos vivir. Por cierto, ¿Vanesa te dijo que sí?-Le preguntó dudosa su mujer. Conocía a la perfección a Vanesa y sabía que ésta evitaba ir a comer o a cenar a su casa. La inspectora era una mujer algo especial a la hora de relacionarse con los demás.

-Increíble, pero sí. Bueno, es que no le di tiempo a que me dijera que no. Medio la he obligado. Lo que ella no sabe es que también vamos a invitar a Olivia. Me va a matar cuando se entere. Espero que me perdone. Tengo claro que lo he hecho por una buena causa.

-Buena encerrona. Pero tienes razón, cuando sepa lo de Olivia veremos cómo se lo toma. Además, no has hablado con ella, esperemos que pueda venir.

-Rosa, a Vanesa le gusta Olivia, tú también te has dado cuenta de eso. Así que aunque se enfade al principio, estoy seguro que me lo agradecerá, ya lo verás. Y sí, voy a llamar a Olivia para invitarla. Si tiene algún plan espero que lo deshaga. Además, voy a llegar más lejos, voy a hacer que Vanesa pase a buscarla y vengan juntas. Joder, estoy loco.

-Esperemos que así sea. Vanesa te va a mandar a la mierda, parece mentira que no la conozcas, pero tú mismo, ahí estaré yo para recoger todos los pedacitos de ti cuando se lo hayas dicho a Vane. Y bueno ya que las invitas tú, te quiero conmigo en la cocina esta noche, así que no te escaquees.

-Gracias cariño. Por supuesto que cocinaremos los dos, no me voy a escaquear.

-Así me gusta. Además, voy a llegar muy cansada del zoo.

-Lo sé - Marco se colocó encima de su mujer y comenzó a besarla con cierta pasión y deseo. A pesar de llevar los años que llevaban juntos, esos dos estaban hechos el uno para el otro.

-Marco, los niños no van a tardar en venir, y tienes que llamar a Olivia. Cuanto antes lo hagas, más posibilidades de que no haga planes para esta noche.

-Ummm, está bien, tienes razón -dijo Marco gruñendo y riéndose a la vez- Va, voy a llamar a Oli, deséame toda la suerte del mundo, porque la voy a necesitar. Ésto me pasa por tener dos amigas tan tercas y orgullosas. No me extraña que las dos estén solas.

Malasaña I. (5° Historia)Where stories live. Discover now