Capítulo 70. Una mala noche.

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Esa noche, sería el comienzo de muchas noches de pasión y desenfreno. Esos dos cuerpos estaban destinados a amarse como si no hubiera un mañana y ambas mujeres no podían encontrarse más felices, la una con la otra.

Aún estuvieron disfrutando y dejándose llevar por todo lo que sentían, hasta que finalmente el sueño las venció a las dos, mientras Vanesa abrazaba a la forense y pasaba sus dedos por el brazo desnudo de ésta, erizando su piel como respuesta a dicho contacto.

La noche era fría afuera, pero en esa habitación reinaba el calor corporal de ambas mujeres. De ellas emanaba un fuego pasional que explotaba cuando ambos cuerpos se unían, desprendiendo una calidez desmedida que se apoderaba de toda la habitación.

A las cuatro de la mañana, Vanesa se incorporó nerviosa y algo aturdida, mientras un par de gotas de sudor resbalaban por su sien y su mejilla. Estaba teniendo una pesadilla y Olivia se incorporó con ella para relajarla y abrazarla. No quería ver así a Vanesa. Pero sabía que el caso la estaba mortificando y sólo esperaba que la inspectora cogiera cuanto antes al asesino, sino quería sufrir las consecuencias de no cogerlo y de que éste pudiera seguir matando. Eso acabaría por destruir a Vanesa, y de sólo pensar en eso, a Olivia le recorrió un escalofrío que consiguió que se estremeciera por el miedo que se apoderó de ella.

-Vanesa, cariño, tranquila, estoy aquí contigo -dijo la forense abrazando suavemente a la inspectora.

-Joder, lo siento Olivia...Lo siento. -Contestó Vanesa sollozando - he tenido una pesadilla. Me han venido las imágenes de Pilar e Isabel, desnudas y ya muertas, y me ha venido la imagen de otra mujer...Joder, me temo que va a haber una tercera, y yo no creo estar preparada para que eso ocurra.

-Vanesa, relájate, por favor. Acabas de tener una pesadilla y eso no quiere decir que se vaya a cumplir.

-Olivia, suelo tener corazonadas o sueños premonitorios que me conducen a esclarecer lo sucedido. Entonces suelo dar en el clavo. Tengo mucho miedo, no me sueltes, por favor - la inspectora estaba desesperada en ese instante. Le daba pavor que pudiera ocurrir lo que acababa de soñar, y sabía que había muchas posibilidades de que eso ocurriera, aunque Olivia la relajara.

-Cariño, confía en ti. Eso no va a pasar. Antes de encontrar una tercera víctima lo vais a coger. Yo estoy más que segura.- Le dijo Olivia abrazándola algo más fuerte. Quería hacerle ver a la inspectora que no se iba a separar de ella lo que durara el caso, ni después. Olivia necesitaba estar al lado de Vanesa, tanto si ocurría lo peor durante la investigación, como si la inspectora estaba más feliz que nunca. Quería compartir con ella todos los momentos de Vanesa, ya fueran buenos o malos.

-Gracias Olivia, no sabes lo feliz que me hace pasar la noche contigo. No quiero estar sola.

-No lo estás. Estás conmigo. Estamos juntas. Quiero estar a tu lado, Vanesa, si me lo permites.

Vanesa se quedó pasmada con las palabras de la forense. ¿Eso que significaba?

-Olivia, ¿Qué quieres decir con eso exactamente?

-Quiere decir que me gustaría salir contigo.

-Joder - la inspectora no pudo evitar que varias lágrimas se escurrieran de sus vidriosos ojos.

-¿Y ese joder qué quiere decir?-Repuso Olivia. Necesitaba saber qué pensaba Vanesa acerca de salir juntas.

-Que sí, Olivia. Me gustaría que nos diéramos una oportunidad. La verdad es que te amo.

Ahora fue Olivia la que no pudo reprimir el llanto por haber oído decir a Vanesa que la amaba. Ella sentía lo mismo por la inspectora.

-Yo siento exactamente lo mismo por ti, Vane.

Las dos mujeres se abrazaron con unas ganas increíbles. Sabían que juntas iban a estar muy bien y que además tendrían más fuerza y poder contra las adversidades que estaban por llegar.

A la mañana siguiente, las dos mujeres se despertaron casi al unísono, cuando el despertador marcaba las siete en punto de la mañana. Ambas debían levantarse para ir a sus respectivos trabajos. Seguían abrazadas, y muy relajadas. Vanesa había conseguido dormir de tirón, gracias al calor de Olivia.

-Cariño, ¿Has vuelto a tener otra pesadilla? ¿O conseguiste dormir bien?

-Tus abrazos hacen magia, Olivia. He dormido hasta ahora. Lo necesitaba. Se avecinaba una mala noche y gracias a ti, he podido darle la vuelta.

-Yo feliz. Me encanta tener ese efecto sobre ti. No me gusta verte así, Vane. Quiero verte como eres en realidad, fuerte, jovial y muy positiva. Aunque entiendo que todos pasamos por momentos más estresantes, y justo tú estás ahora pasando por un momento de esos.

-Sí, Oli, por eso me alegro de tenerte a mi lado. No sabes lo bien que me ha hecho dormir hoy contigo. Y por supuesto tenerte a mi lado.

-Bueno, podemos dormir siempre que quieras juntas. No tengo ningún problema con eso - le contestó de forma coqueta.

Olivia llevó su mano derecha al abdomen de la otra mujer, y se dispuso a acariciarlo. Vanesa estaba encantada con un despertar así. Era algo maravilloso. No le importaría en absoluto que todos los despertares fueran así.

-Oli, no sé si nos da tiempo...- Le dijo Vanesa jadeando. Ya estaba excitada y no quería que la mano de Olivia se detuviera por nada del mundo.

-Cariño, claro que nos da tiempo, dependerá de lo rápida que seas...Y ayer pude comprobar que cuando te pones, sí eres rápida, ¿No crees, Vane?- La forense llevó su mano hacia las bragas de Vanesa, y deslizó ágilmente los dedos por debajo de ella. Y cuando notó la humedad de la inspectora en sus propios dedos, sólo pudo sonreír -Vanesa, creo que estás más que dispuesta.

-Olivia, me excitas no sabes cuánto...- Cuando los dedos de la forense comenzaron a darse vida en el clítoris de Vanesa, ésta comenzó a gemir mientras abría sutilmente un poco sus piernas. Sólo pudo cerrar los ojos y concentrarse en todo el placer que esos maravillosos dedos le estaban dando en su entrepierna. Para Vanesa, Olivia era una auténtica diosa que la tenía completamente a sus pies.

Cuando Vanesa estaba a punto de tener un orgasmo como pocos, Olivia comenzó a lamer el cuello de la inspectora, mientras con la otra mano acariciaba los pechos, concretamente los pezones, de Vanesa. Y ésta ya no pudo contener ni su respiración, ni su corazón agitado, ni las palpitaciones que estaba teniendo allá abajo por lo que terminó explotando por un placer único y totalmente incontrolable.

Cuando Vanesa se recuperó, las dos mujeres se abrazaron de una manera muy tierna. Estaban encantadas de lo que estaban viviendo juntas.

Aún les costó unos minutos más a las dos mujeres salir de la cama. Olivia se puso su bata de seda nada más salió y Vanesa una camiseta que le dejó Olivia. Le hacía gracia estar casi a cero grados en la calle, y ella llevando sólo una camiseta de manga corta por toda la casa. Se asomó a la ventana de la habitación para ver pasar a los transeúntes bien abrigados por la fría y desapacible calle. No le daban ganas de salir de casa de Olivia. Se moría de ganas porque el frío diera lugar a unas temperaturas más agradables. Y ya se veía yendo un fin de semana a la montaña en su moto, con Olivia. Y el hecho de pensar en eso, la hizo sonreír como a una tonta.

Malasaña I. (5° Historia)Where stories live. Discover now