Capítulo 82. Calidez en una noche fría y lluviosa.

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Cuando por fin estaban las dos acostadas en la cama, Vanesa abrazó por la espalda a Olivia, y mientras, ésta, intentó hacer caso omiso al escalofrío que acababa de sentir en su espalda.

A la inspectora le gustaba mucho pegar su cuerpo al de la forense, y sentirla, mientras Olivia cogió la mano de Vanesa y entrelazaron unos dedos con otros. Eso era para las dos mujeres saber lo que era la felicidad en su totalidad.

La forense escuchó la respiración de Vanesa muy pausada y relajada, y le gustó mucho sentirla así, porque eso significaba que Vanesa había conseguido dejar el caso a un lado, y debía de tener la mente en blanco, por lo menos. Para Olivia era normal que los acontecimientos del caso se apoderaran de Vanesa de esa manera. Ella misma se imaginaba en el lugar de la inspectora y se veía sintiendo algo parecido a lo que estaba viviendo Vanesa. El trabajo de inspectora podía llegar a ser muy estresante y agobiante, si de repente los inspectores tenían un caso de la envergadura como el que tenían en ese momento. Era un trabajo que podía ser muy frustrante y demoledor, pero si lo pensaba bien, su trabajo también lo era. Nadie le enseñó a enfrentarse a un cadáver de un menor asesinado por ejemplo, o a los cadáveres de las jóvenes del caso que estaban investigando García y Vanesa. Ella tuvo que aprender a enfrentarse a esas situaciones tan extremas en su trabajo. Era lo que había, y ella misma había elegido esa profesión, nadie la había obligado a elegir esos estudios, si ya de pequeña lo tenía muy claro lo que iba a ser cuando fuera mayor.

Vanesa soltó sus dedos de los de Olivia, y los llevó al brazo de la pelirroja. Tenía la piel demasiado suave. Quería acariciarla mientras juntaba más y más sus piernas a los increíbles muslos de Olivia. Ésta estaba encantada de que la inspectora acortara al máximo la distancia entre ellas. Parecían un solo cuerpo cuando se juntaban así, se amoldaban perfectamente una a la otra.

Pero tanta proximidad era peligrosa, puesto que las bragas de Vanesa comenzaron a humedecerse, al rozarse con las nalgas de Olivia. Ésta, cómo no, también comenzó a excitarse sin poder evitarlo, por lo que también buscó rozar su trasero con la entrepierna de la inspectora.

La respiración relajada de Vanesa se volvió ajetreada en unos segundos. El tener a Olivia al lado de ella, provocaba que su deseo sexual se descontrolara por completo. Pero a la forense le pasaba exactamente lo mismo. El cuerpo de Vanesa la encendía estrepitosamente y no podía evitarlo, ni quería hacerlo.

-Olivia...Te deseo no sabes cuánto...-Consiguió decirle Vanesa al oído a la otra mujer, mientras su voz ya sonaba completamente ronca por la excitación que se había apoderado de ella hacía unos minutos atrás.

Vanesa llevó sus dedos a la zona íntima de la pelirroja, y ésta comenzó a gemir intensamente, y eso que los dedos de la inspectora sólo estaban acariciando sus genitales por encima de la tela de las bragas. Los dedos de Vanesa se fueron humedeciendo al hacer fricción con las bragas ya mojadas de Olivia.

Las dos mujeres estaban viviendo un momento completamente único. Mientras Vanesa rozaba con más ímpetu su intimidad con el trasero de Olivia, decidió meter por fin sus desesperados dedos por debajo de las bragas de la pelirroja, y cuando sintió la carne hinchada de Olivia, terminó por descontrolarse mientras se mezclaban los gemidos de ambas en el silencio de esa habitación en penumbra, porque allá afuera se escuchaba el tintineo inconfundible, rítmico y sosegado de las gotas resonando con fuerza en los cristales de la ventana y en los pavimentos de esa habitación.

Ambas consiguieron llegar al orgasmo a la misma vez y desde luego las dos sintieron encontrarse en el paraíso. Vanesa aun tardó en sacar sus dedos del interior de Olivia porque se encontraba totalmente fascinada al sentir cómo vibraban los labios de la mujer que amaba en sus propios dedos.

Cuando por fin se relajaron las dos, Olivia se dio la vuelta, y abrazó a Vanesa con cierto desespero.

-Eh, Oli, ¿Pasa algo?-Preguntó dudosa Vanesa. Le soprendió que Olivia la abrazara de esa manera tan impulsiva y necesitada.

La forense la miró con esos preciosos ojos azules con los que solía mirar a la inspectora. Y a Vanesa esa mirada la tenía completamente eclipsada. Y eso que en ese momento predominaba el negro sobre el azul.

-Pasa que me fascinas, Vane. Pasa que me estás haciendo vivir algo que me tiene maravillada, porque nunca pensé vivir algo así. No sabía que estar enamorada fuera estar feliz todo el santo día, porque sí, desde que me levanto hasta que me acuesto me siento muy feliz, Vane, porque te tengo en mi cabeza y en mis pensamientos todo el santo día.

-Pues...A mí me pasa lo mismo. Es mutuo. Me has sacado de un pozo muy oscuro, Olivia. Ahora ya no hay oscuridad, ahora hay algo de claridad, en serio, es algo increíble.

-Me alegro mucho por eso. Creo que nos hemos conocido en un momento muy oportuno para las dos. Sabes, ya no quiero dedicarme sólo a trabajar, ahora también quiero pasar tiempo contigo. Quiero vivir.

-Y yo. Ahora las dos tenemos claro que cuando nuestros trabajos nos lo permitan, y el ritmo sea más bajo, vamos a pasar tiempo juntas. De hecho cuando el caso termine,van a cambiar muchas cosas para mí. Lo hablaré con García y vamos a bajar el ritmo de trabajo. No puede ser que sólo trabajemos.

-Estoy contigo, cariño. Además él mismo tiene una familia a la que atender, y me consta que es Rosa y sus padres los que se encargan de casi todo en la casa. Por cierto, quiero que me lleves a la montaña en moto, todo un fin de semana, mi familia no se lo va a creer. Coincido contigo, mejor plan es imposible. Mi hermano siempre me ha dicho que estoy casada con mi trabajo y concretamente con los cadáveres.

Vanesa se rió sin poder evitarlo.

-Yo tengo una hermana, se llama Elena, y ella también me dice que no trabaje tanto y salga más. Creo que ha llegado el momento de hacerle caso.

-Pues hagámosles caso, a los dos. Ellos quieren lo mejor para nosotras.

-No tengo la menor duda de eso, Olivia. Se van a llevar una sorpresa con nosotras.

Ahora fue Vanesa la que abrazó suavemente a Olivia. Y mientras se estaban relajando las dos mujeres al sentir los brazos de la otra sobre sus cuerpos, los ojos de ambas comenzaron a cerrarse. Pero Vanesa, antes de quedarse completamente dormida, sintió de repente un frío sobrecogedor que se apoderó de todo su cuerpo, a pesar de estar la habitación a una temperatura cálida y de tener el cuerpo de Olivia pegado al suyo. Y eso sólo significaba una cosa para Vanesa, esa noche iba a tener uno de sus sueños premonitorios, y éste iba a llegar sin avisar, como siempre hacían cuando aparecían.

Malasaña I. (5° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora