Capítulo 19. A Olivia le gusta Vanesa.

814 113 178
                                    

-Bueno, chicos. Si me permitís, debo seguir trabajando. Los cadáveres, aunque no tengan prisa por ir a ninguna parte, me esperan. Y yo me debo a ellos.-Dijo Olivia con un tono de voz que denotaba cierta molestia. García la conocía muy bien y sabía que su amiga estaba algo incómoda o molesta.

-Claro, Olivia-Le contestó García -Nos vemos luego.

En realidad Olivia estaba de mala leche por desear ver a la inspectora fuera del trabajo cuando ella ya había hecho sus propios planes. Quería saber más cosas de ella. Y si no conseguía hablar con Vanesa, tendría que preguntarle a García sobre la inspectora. Necesitaba saber si tenía pareja, porque de ser así, entonces haría por controlar sus sentimientos hacia la mujer y dejaría de perder el tiempo en algo que no iba a ocurrir nunca.

Los policías salieron de la sala de autopsias en el momento que Olivia subía el volumen de la música y volvía a meter sus manos en un joven cuerpo que tenía sobre la camilla de trabajo. Como siempre hacía. Para ella era ya una rutina laboral que se había impuesto inconscientemente.

Ya afuera, García no perdió el tiempo y se dirigió hacia su compañera.

-Vanesa, ¿Por qué dijiste ahí dentro que tenías planes?

La inspectora miró sorprendida a su compañero. No entendía por qué le había hecho esa pregunta.

-¿Me lo preguntas en serio? ¿tengo que mentirle a tu amiga, García? Prefiero ser sincera. Es verdad que he quedado para esta noche, ya te lo dije.

-Parece que le ha sorprendido, sólo eso, Vanesa. Yo creo que esperaba que le dijeras que sí ibas a ir. Y además sola.

-¿Qué? Pues no, García. No sé si voy a ir, y si voy, no lo haré sola. Lo siento. Además, Olivia iba a ir con una amiga, ¿no?

-Tú lo has dicho, con una amiga. ¿Y tú con quién vas a salir?

-También con una amiga.

-Ah, con una amiga...Pero con una amiga con derecho a roce, ¿no? Sé a qué consideras tú una amiga.

-Pues eso. Ya me conoces. Y además no creo que tenga que darte explicaciones. Joder no eres mi madre, y tengo treinta años, no lo olvides.

-No, por supuesto. Perdona. Sólo que creo que a Olivia le gustas. Y no quiero que sufra.

Ahora Vanesa lo miró con una cara de asombro que no pudo evitar. Y García se dio cuenta de ello.

-Sí, Vanesa. Creo que le gustas. ¿Qué pasa? La conozco muy bien y veo cómo te mira y cómo se comporta cuando está contigo. Al principio estaba a la defensiva y te atacaba, no le debías de gustar nada, pero creo que se ha relajado al conocerte un poco más. Ya sabes que las apariencias engañan. Hoy se ha debido de llevar una pequeña decepción al decirle que saldrías con alguien.

-No digas tonterías, García. A tu amiga no le gusto. Tú mismo dijiste que somos muy diferentes. Y es verdad. Ella y yo no pegamos nada. Y lo siento pero no voy a cambiar mis rutinas amorosas o sexuales por ella. También me dijiste que ella no era de revolcones. Yo sí. Yo no estoy preparada para tener una relación seria. No quiero que me vuelvan a hacer daño. Así que lo siento. Ella por su lado y yo por el mío. No hay más. No vuelvas a hablarme de esa manera de tu amiga, por favor, porque no vamos a llegar a nada.

-Lo siento, Vanesa. Tienes razón. Que sea lo que tenga que ser, ¿vale?-Dijo García. Él sabía que entre esas dos mujeres tarde o temprano sí iba a pasar algo. Lo que él no sabía el qué. Puesto que no coincidían en cuanto a lo que esperaban de una relación la una de la otra. Una de las dos tendría que ceder a las pretensiones de la otra si al final se dejaban llevar por lo que las dos sentían. Y quizás alguna saliera mal parada si eso llegaba a suceder.

A Vanesa la contestación de su compañero no le convenció. Pero no quería seguir hablando de Olivia. Porque sí a la forense le gustaba ella, estaba en un serio problema. Sin poder controlarlo, Vanesa también estaba comenzando a sentir algo por Olivia. Y sabía que si acababa jugando con fuego, terminaría quemándose. Lo más sensato sería mantenerse lejos de la forense. Evitarla, aunque a decir verdad se alegraba cuando la veía y los nervios se apoderaban de ella cuando tenían que hablar por cuestiones de trabajo.

Una vez ya en el coche, García comenzó de nuevo a hablar.

-Bueno, cambiando de tema, ¿Vamos a las tiendas de animales de la zona? A ver si tenemos suerte y encontramos algo.

-Vamos. Lo veo complicado, la verdad, ese collar lo pudo comprar en cualquier sitio. Incluso en cualquier otra ciudad. Pero bueno, tenemos que quemar todos los cartuchos.

-Eso es. -Mientras puso el motor en marcha, el móvil de García comenzó a sonar.- joder, me llama Ana Díaz, la periodista. La estoy esquivando pero me va a tocar hablar con ella.

-Queda con ella, busca un hueco. Pero no cuentes conmigo.

-Claro, el marronazo para mí, tranquila. Luego la llamaré yo cuando tenga un hueco.

-Como hable yo con ella va a ser peor, García. Tú tienes más paciencia y sabes cómo manejar a las aves carroñeras de los periodistas. Para algo estudiaste psicología.

-Joder, y tú has estudiado criminología y deberías saber lidiar perfectamente con ellos al igual que yo.

-Sé lidiar con ellos, en realidad, evitándolos. ¿No te parece?

-Sí, claro, lo que eres es muy lista. Anda, busca tiendas de animales en Google Maps y vamos a darnos una vuelta por la zona. Si eres católica reza para que tengamos suerte.

-Joder, ¿a estas alturas me dices que si soy católica?

-¡Cómo estás hoy! Era una broma, mujer.

García se dirigió con el coche a la zona donde vivía Pilar, en busca de las tiendas de animales que pudieran haber por ahí. Tuvieron suerte porque sólo había tres. Ahora sólo faltaba que el asesino hubiera comprado el collar en una de esas tiendas, porque cabía la posibilidad de que no fuera así. Y esperaban que los vendedores tuvieran registrados en su base de datos a los clientes que habían comprado ese collar. Eso quizás sería mucho pedir.

Malasaña I. (5° Historia)Where stories live. Discover now