Capítulo 4. La resaca combinada con el trabajo.

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Cuando terminaron de desayunar, aún se pasaron un rato por la comisaría y luego Vanesa se fue a su casa. La lluvia había remitido un poco, pero la inspectora seguía de mal humor y tenía claro que ese día su humor no iba a cambiar. Y si lo hacía, seguro que sería a peor, como siempre le pasaba.

Cuando abrió la puerta de su casa, esperaba que la mujer que había dormido con ella, ya se hubiera ido. Y en efecto ya no se encontraba allí. Así que Vanesa respiró tranquila y se relajó.

Se dirigió directamente a su cama quitándose por el camino toda la ropa mojada que llevaba pegada a su cuerpo atlético, y la tiró al suelo sin ningún miramiento. Se quitó el brasier y se quedó sólo en bragas. Tenía tanto frío que se lanzó a la cama y corriendo, se tapó con el nórdico. Aún tardó un par de minutos en entrar en calor, y para colmo su cama olía a la chica que se había ido. Cojonudo, le había dejado ese regalo antes de irse. Igualmente a la inspectora poco a poco se le fueron cerrando los ojos hasta que por fin se quedó dormida. La ingesta de alcohol y el haberse despertado a las cuatro de la madrugada la habían dejado sin fuerza alguna ni energía. Su madre estuvo llamándola un par de veces pero Vanesa seguía durmiendo como si nada.

La inspectora abrió los ojos a las cuatro horas de haberse quedado dormida. Ella no solía dormir más de seis horas diarias. Por lo menos esas cuatro horas le habían sentado bastante bien. Cogió fuerzas a pesar de que le seguía doliendo la cabeza.

Se desperezó aún estando en la cama, retiró el nórdico y se levantó. Se puso su bata, y se dirigió a la cocina para tomarse algo para el maldito dolor que aún seguia taladrándole la cabeza a pesar de las horas que había dormido. Se juró así misma que no iba a volver a beber hasta perder el control como esa noche. No podía ser que no recordara nada y para colmo tuviera una resaca de ese calibre. Pero se lo tenía bien merecido.

Después se dirigió a la ducha. Necesitaba entrar en calor. Había dejado de llover y la temperatura había subido algo en la calle, pero la casa seguía igual de fría que antes. Hasta que no saliera el sol, seguiría la casa con unos grados de menos.

Nada más se duchó, se vistió y se fue a preparar algo rápido para comer mientras llamaba a García. Habían quedado en ir a ver a la forense para ver si ya había hecho la autopsia.

Vanesa sabía que en unas cuatro horas la forense ya podía tener la autopsia hecha, dependiendo del trabajo que tuviera ésta. Y necesitaba los resultados de la prueba de ADN para ir a hablar con los padres de Pilar en el caso de que fuera ella la chica que habían encontrado. Esa iba a ser la peor parte de la investigación y la peor parte del día, incluso sería peor que el hecho de haber encontrado el cuerpo abandonado como si de algo insignificante se tratara.

Vanesa comió lo que se había preparado, sin ganas. Luego se lavó los dientes y se fue hacia el instituto anatómico forense. Por lo menos ya había entrado algo en calor y el día había mejorado un poco aunque seguía estando el cielo muy nublado y apagado, acorde a todo lo que acababa de pasar al encontrar ese cuerpo abandonado. Joder, hasta sus ánimos estaban a la par que el clima.

Cuando Vanesa aparcó el coche, pudo ver de lejos el coche de García. Era un coche familiar, puesto que su compañero estaba casado y tenía tres hijos. La inspectora suspiró. En su vida no había cabida para unos mocosos como los hijos de su compañero. Ella los conocía bien y sabía que los tres eran niños muy movidos e inquietos para su gusto. No entendía cómo García aún venía al trabajo con la energía con la que venía. Era algo increíble.

La inspectora se acercó al coche de García y espero a que éste terminara una llamada.

-Hola, compañera. ¿Descansaste?

-Sí, dormí cuatro horas. Me tomé un Paracetamol y aquí estoy. ¿Entramos a ver a tu amiga?

-Por supuesto. Justo estaba hablando con ella por teléfono. Como somos amigos me ha hecho el favor de hacer ya la autopsia del cuerpo. Se ve que tiene un montón de cuerpos por abrir. Así que hay que tener amigos hasta en el infierno. Por cierto, Rosa me ha dicho que te diga si quieres cenar hoy en casa con nosotros.

-Sí, claro, pero más que un favor ella sabe que a nosotros nos corre prisa. Los cuerpos encontrados por asesinato tienen que ser los primeros en ser estudiados, no me jodas García. Y lo de cenar en tu casa, déjalo. Necesito paz y con tus hijos eso es imposible.

-Me encanta tu sinceridad, joder. Y sí, pero ¿quién te dice que no tenga más cadáveres tal como un marido que ha matado a su mujer?

-Tú lo has dicho. Ya tenemos en ese caso al asesino. Mientras que en nuestro caso el tiempo corre en contra nuestra. Así que no digas tonterías.

-Está bien, me callo. Vamos a ver a Olivia.

Los dos se dirigieron directamente hacia la sala de autopsias. Y conforme iban acercándose, el cuerpo de la inspectora sintió el frío que salía de esa sala en su propio cuerpo, resultándole una sensación demasiado irritante para su gusto.

-¡Qué trabajo más desagradable! ¿no te parece, García?- le dijo Vanesa a su compañero antes de entrar en la sala.

-Ya te digo. Olivia debe pegarse horas bajo la ducha para que luego cuando esté en su casa, su propio cuerpo no huela a muerto porque a decir verdad siempre huele bien. Esta mujer es sorprendente, en serio.

Vanesa sonrió y se preguntó si los barrenderos luego cuando llegaban a su casa, después de una buena ducha, aún seguían oliendo a basura. Era una pregunta que desconocía su respuesta, y llevaba muchísimo tiempo rondándole en la cabeza.

Cuando tocaron a la puerta de la sala, nadie abrió. Vanesa se estaba impacientando y en realidad no sabía ni por qué, porque sólo llevaban medio minuto esperando. Por lo que asomó un poco la cabeza y lo que vio la dejó atónita. La doctora estaba tan sumamente concentrada en lo que estaba haciendo mientras escuchaba la Quinta Sinfonía de Beethoven, que no se dio cuenta que habían llamado a la puerta. Vanesa se quedó paralizada. ¿La forense escuchaba música clásica para trabajar? Ella misma se relajaba en casa poniendo música clásica. Ya tenía algo en común con la forense, por mucho que García dijera que eran las dos muy diferentes.

Vanesa le hizo un aspaviento a su compañero para entrar en la sala ya que Olivia estaba tan absorta en lo que estaba haciendo que ya podía venir un tsunami que ni aún con ello se daría cuenta que García y Vanesa se encontraban allí esperando para ser atendidos.

Malasaña I. (5° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora