Capítulo 73. Las citas online.

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-Por cierto Vane, dejé lo mejor para el final. No sólo han encontrado que se mete en aplicaciones para follar a lo bestia, también han encontrado páginas donde él buscaba información relacionada con el Gore*.

-¿Qué? Joder, normal si el tío es un puto sádico. Con eso ya contábamos. Pero sólo con Pilar se pasó de la raya cuando le desfiguró el rostro a base de golpes.

-Sí, pero no olvides que a Isabel la debió de violar ya muerta, según lo que te dijo Olivia, así que le va también la necrofilia, ¿no? Además la mató rápido y corriendo en el bosque, no le dio tiempo a ensañarse con ella más de la cuenta.

-Sí, García, sabes, eso significa una cosa, que va a seguir matando y va a recrudecer gradualmente las agresiones conforme vaya matando. Más si su objetivo, además de disfrutar, es vender videos de ese tipo.

-Mecagüen la puta, Vanesa. Esto se está poniendo feo feo. Lo que nos faltaba, que hubiera vídeos gore de por medio.

-Lo bueno es que estamos confirmando que Álvaro es lo que es. Y lo malo es que tenemos a un sádico capaz de practicar gore suelto por las calles de Madrid. No se puede filtrar esta información a la prensa, tengamos cuidado con ello, ¿Vale?

-Claro, lo tendremos.

Los policías se tomaron el café más o menos rápido y salieron de la cantina para comenzar la dura jornada que les esperaba. Quedaron en ir juntos en el coche de García.

García y Vanesa se dirigieron a la primera vivienda que querían visitar. Por suerte, las dos chicas con las que chateaba vivían en Madrid, lo cual también era lógico si Álvaro no tenía coche, ya que eso le dificultaría la movilidad por fuera de Madrid. Además no vivían muy lejos de Álvaro.

La primera chica vivía en unos apartamentos algo viejos y mal cuidados. Cuando bajaron del coche, fueron directamente a tocar al timbre.

Les abrió una mujer que rondaría los treinta años, aunque a decir verdad, aparentaba menos. Era rubia y bastante atractiva. Iba vestida con la ropa de trabajo, por lo que Vanesa se percató de que trabajaba de camarera, por el logo que llevaba en la camisa. Y una de dos, o acababa de llegar a casa, o estaba lista para marcharse a trabajar.

-Hola...¿Les puedo ayudar en algo?- Preguntó la mujer algo sorprendida. No esperaba ninguna visita a esas horas.

-Hola, señorita, buenos días. ¿Usted se hace llamar en una aplicación de internet "lamassumisa"?

La mujer se quedó petrificada en el sitio. No esperaba que la reconocieran y supieran dónde vivía.

-Eh...Sí, soy yo. Bueno, me llamo María, pero en esa aplicación me puse ese apodo.

-¿Podemos hablar con usted unos minutos? ¿Sale ahora a trabajar? Somos policías, él es el inspector García, yo la inspectora Ramírez - dijo Vanesa enseñando la placa de policía.

-Sí, salgo ahora. Pero si van a ser breves les puedo atender, hoy voy con bastante tiempo de sobra al trabajo.

-Estupendo, no le robaremos mucho tiempo entonces - contestó Vanesa sin retirar la mirada de esa extraña pero llamativa mujer.

La mujer les dejó pasar a los policías y les guió para que fueran directamente al comedor. Mientras tanto, tanto García como Vanesa se fijaron en todo lo que había ante sus ojos. Tenía la pinta de ser un apartamento muy pequeño y con apenas nada de decoración. Esa vivienda era algo fría, y no por el frío que hacía y lo helada que estaba, sino por la falta de calidez que daba la ausencia de adornos o de decoración. Seguramente esa mujer viviría sola y debía de ser una mujer práctica y sin ningún apego familiar, porque no tenía ni una sola fotografía de alguien.

Malasaña I. (5° Historia)Where stories live. Discover now