Capítulo 8: Ese Hombre Lo Vale Todo.

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ELENA



Antes de tocar escuché caos ahí dentro, dudé nuevamente en tocar, pero lo hice de forma suave.

— ¡Lulú ahora no! — tragué saliva sin saber si hablarle o no, tengo miedo, suena realmente enojado.

— No soy Lulú, soy Elena — solo hay silencio, me quedé esperando alguna señal, pero nada.

— Pasa Elena — lo dijo casi rendido, así que entré de forma lenta. No hay nada en su escritorio, está todo por el suelo, hojas, lápices, desató su furia en esta oficina.

— Hola ¿Qué sucedio? — me acerqué a paso lento y dejé mi regalo sobre su escritorio, pero Jacob está furioso mirando por la ventana.

— Sucedió que no sirvió de nada insistir en que no le dieran el alta al paciente, de nada, ¡De nada! — me asusté cuando elevó la voz — Porque adivina, se la dieron igual — rió algo indignado negando con su cabeza, botó aire enojado y luego se llevó las manos a sus caderas con la mirada perdida — Will le firmó el maldito alta, porque dijo que todos los exámenes arrojaron perfección, y el paciente regresó hoy para morir aquí — sentí que se me hizo un nudo en la garganta, porque Jacob me dijo el viernes antes de salir de aquí, que sentía una corazonada con ese paciente, que insistiría en que no le dieran el alta — Estoy tan enojado maldita sea — se llevó las manos a la cabeza, esta realmente enojado, pero está vez no subió su tono de voz, está dolido, está dolido con sus colegas, está dolido con él mismo — Era solo un niño, no es solo la vida del niño, esa decisión destruyó la vida de toda una familia — admitió roto — Esto no debió suceder, no debió suceder de esta manera, si yo no me hubiese tomado navidad libre, si yo me hubiese quedado aquí trabajando, esto no hubiese sucedido — me acerqué tomándolo del rostro, se siente culpable, él no lo es.

— Por favor corazón no es tu culpa, no te culpes, somos humanos, nadie es perfecto, nadie tuvo culpa, todos hicieron lo que pensaron que era correcto — sonrió triste por fin mirándome a mis ojos y no perdido en su cabeza, acarició mi rostro de forma tierna, y le sonreí.

— ¿Corazón? — preguntó con una sonrisa triste y me puse roja asintiendo.

— Tu corazón es tan lindo, que por eso te sientes así ahora — llevé mi mano a su corazón observando mi mano y Jacob llevó su mano a la mía, me mordí el labio, amaría poder llegar a su corazón algún día.

— ¿Qué estás pensando Elena? — levanté mi vista de su corazón a sus ojos, tomé aire nerviosa al atraparme en sus penetrantes e intensos ojos cafés.

— Que amaría algún día tener la fortuna de ser la dueña de ese corazón — confesé demasiado nerviosa, no lo vi venir, Jacob me tomó del cuello haciéndonos girar, para aprisionarme a mi contra la muralla, cerré los ojos buscando su boca, esta vez me tiene que besar, lo tiene que hacer, pero al ver que su beso no llegaba, me armé de valentía — Jacob por favor — pedí con mis ojos cerrados.

— Eres prohibida Elena — maldita sea sentí su voz sobre mi, esta aquí, a un centímetro, siento su respiración, sentí el roce de su nariz contra la mía y mi corazón se disparó de una forma que nunca antes se había disparado, de una forma linda, de una forma desbocada, latiendo a mil por hora, pero esta vez no para desmayarme, si no que por amor, y se siente único y especial — Tocarte implica problemas, muchos problemas, es completamente ilegal lo que estoy haciendo en este momento — dijo pasando su nariz por mi cuello, siento que me puedo derretir aquí mismo.

— Jacob por favor — esta vez le rogué susurrando, sentí que se alejó y mi corazón cayó rendido a mis pies, abrí mis ojos y los tengo cristalizados por lágrimas que quieren salir pensando que esto nunca será posible y siempre estaré enamorada de un imposible que nunca fue, y todos sabemos que precisamente esos amores, son los que más duelen y son los más difíciles de olvidar, si es que algún día la vida te cede la fortuna de lograr olvidarlo.

Mi Maldito TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora