Capítulo 34: Felicidades Héctor.

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JACOB




— Le dije a Elena que estabas aquí, a lo mejor sube y pueden arreglar sus cosas, verse un momento siempre hace bien — negué con mi cabeza.

— Elena no viene a este piso — Mia me miró extrañada, luego lo entendió — La vez que estuvo aquí se descompensó de una forma que — aún recuerdo ese día en que Elena lloraba llamando a su madre, me pasé las manos por mi rostro, no sé si ha logrado venir a este piso de nuevo — Bajaré yo a buscarla y ver cómo está — Mia me asintió feliz. Me levanté del sofá decidido, pero por dentro estoy acabado. No sé cómo reaccionará Elena. Me siento descompuesto, tenso, siento que me duele todo, me siento mal, estoy cansado. Me quedé unos segundos ahí intentando sentirme mejor — Voy y vuelvo — dije desganado, Harry, Nathaniel y mamá asintieron, asi que me puse a caminar en dirección al ascensor.

Vi que venía hacia el ascensor una mujer ya sin cabello, con un pañuelo alrededor de su cabeza, en silla de ruedas, y una niña pequeña a su lado feliz caminando tomada de su mano, y un hombre moviendo su silla. Dejé mis pensamientos sobre cómo tuvo que haber sufrido Elena y me concentré en llegar al ascensor, miré las puertas del ascensor y sentí que se me paralizó el mundo y que se rompió mi corazón. Elena estaba intentando bajar, pero está pegada en la escena de la mujer con cáncer, cerró sus ojos intentando armarse de valor para dar un paso fuera del ascensor, pero no lo logró, me puse a caminar rápido al ascensor.

— Ángel— se asustó abriendo los ojos al escucharme — Amor qué haces aquí — tiene los ojos llenos de lágrimas.

— Estaba intentando bajar para ir a ver a tu padre — dijo triste con sus ojos llorosos, sonreí con tristeza entrando al ascensor, cerré las puertas enseguida para que dejara de mirar hacia afuera.

— Eres muy valiente — botó aire apegándose a una muralla cayendo lágrimas de sus ojos, me acerqué a secarlas con mis pulgares — Tranquila, ya está, solo estamos tú y yo en este ascensor — asintió respirando fuerte llevándose una mano a su colgante.

El ascensor se abrió en el quinto piso, subieron personas y entre ellas, Inés.

— Jacob — dijo demasiado feliz, me abrazó y la saludé — ¿Cómo has estado?

— Bien gracias ¿y tú?

— Se te extraña mucho en este hospital — solo sonreí a su comentario, el ascensor llegó al piso cuatro.

— Es mi piso, cuídate — le dije a Inés, sonrío asintiendo, así que las puertas abrieron, tomé la mano de Elena para bajar, dije adiós, pero la mirada de Ines y la de otras enfermeras que subieron, están concentradas en mi mano, Elena me siguió bajando del ascensor sin decir nada, Elena aún va en su mundo, yo creo que ni se dio cuenta que personas subieron, caminamos a la oficina, entramos, cerré con pestillo — ¿Estás mejor?

— No sé — respondió poniéndose a llorar, esas lágrimas me recuerdan ese día que se descompensó, me acerqué a abrazarla, me abrazó y la tomé sentándola en el escritorio, ver a esa familia sé que la dejó sensible y vulnerable — No me siento bien — La tomé del rostro acariciandola, acaricié su cabello, le di besos en la frente, Elena se apoyó en mi pecho relajándose y no dejé de hacerle caricias.

— ¿Hablaste con tu padre? — asintió alejándose de mi pecho para mirarme a los ojos.

— Él me contó todo — asentí triste — Se siente culpable contigo, quiere pedirte disculpas.

— Si, me envío un mensaje para vernos — sonrío levemente y asintió.

— Yo no sé qué decisión tomar ahora, me está costando.

Mi Maldito TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora