Capítulo 2

15.3K 705 40
                                    

Recordad que esta es la versión antigua, la nueva esta disponible completa en mi perfil.

Era suya, sabía que su amenaza no era algo dicho al viento, él siempre cumplía con lo que decía, le había visto numerosas veces hacer caer en desgracia a las personas que se oponían a él o se cruzaban en su camino, ellos volvían suplicando clemencia, pero él jamás daba su brazo a torcer.

– ¿Por qué yo?–cuestioné en un susurro, pero lo bastante alto para que me escuchara– Hay tantas mujeres deseando ser la señora Benedetti, yo no lo deseo–

– Justo porque no lo deseas... No quiero una mujer empalagosa, ni que me recrimine estupideces, tampoco escenas de celos, tú, eres perfecta para ese papel–volvió a levantar mi mentón, sus ojos brillaban con maldad ¿así sería mirar al diablo?, un nudo se había instalado en mi garganta y mis piernas temblaban ligeramente

– ¿Puedo pensarlo al menos?–se alejó de mí sin dejar de mirarme

– Claro que puedes, tienes 5 minutos para decidir–dijo mirando su reloj de muñeca, sentí mi garganta secarse, me sentía tan acorralada– Tic tac, señorita Moretti...–con un dedo imitaba las agujas del reloj

– Está bien... Me casaré–susurré cerrando los ojos con fuerza, intentando evitar que mis lágrimas salieran

– Perfecto–escuché como sus pasos se alejaban de mí lo cual me hizo soltar el aire, que ni siquiera sabía que estaba conteniendo, ni desde cuándo– Firma–

– ¿Puedo leerlo antes?–soltó una sonora carcajada, causándome un escalofrío que estremeció todo mi cuerpo

– Puedes leerlo antes o después, eso no cambiara que lo firmes y nos casemos–tenía razón, no había escapatoria para ello, me extendió un bolígrafo, respiré hondo obligando a mi cuerpo para que se moviera hacia el escritorio y no para que saliera corriendo en dirección opuesta.

Con pasos temerosos me acerqué, cogí el bolígrafo miré los papeles, no quería hacerlo, podría marcharme y denunciarlo, pero no llegaría a nada, él haría que nadie me creyese, porque seamos sinceros a quien le creería la gente ¿a mí o a él?, que era un hombre lleno de influencias, además, estaba la vida de mi hermano en medio de esto.

Cerré los ojos contando mentalmente hasta tres, sin querer volver a pensarlo, abrí los ojos estampando mi firma en aquel contrato, al hacerlo me invadió una fuerte sensación de haberme vendido, no a un demonio, sino a un humano, uno que no comprendía lo que era tener piedad, a un humano que tampoco parecía poseer alma, ni conciencia, mi abuela tenía razón al decir, que había seres humanos con más maldad que los demonios, nunca la había creído, hasta el día de hoy.

– Perfecto–dijo cogiéndolo– Aquí tienes una copia para que puedas leerlo con calma–me tendió una carpeta la cual cogí sin mirarlo, sabía que ahora mismo estaba sonriendo de forma triunfal– Puedes irte a casa, mañana hablaremos de los detalles–sin esperar nada más, salí casi corriendo de ese despacho, me acerqué a mi puesto, recogí todas mis pertenencias, fui al ascensor el cual llame con insistencia, necesitaba salir cuanto antes, pues una gran falta de aire me invadía.

Una vez en el garaje salí corriendo hasta mi coche, una vez en él, dejé las cosas a un lado, me coloqué el cinturón de seguridad, puse mis manos en el volante, y me quedé mirando fijamente la pared, a cada segundo que pasaba, apretaba con más fuerza mis manos, hasta el punto de que comenzaba a doler, mis lágrimas no se hicieron esperar, salían sin control alguno, me sentía atrapada, comprada, aterrorizada y usada.

Al cabo de unos minutos logré tranquilizarme y me marché de la empresa, conduje hasta casa, antes de bajar la contemple con tristeza, no me sentía capaz de entrar en ella y ver a mi familia a la cara, suspiré desviando la mirada, limpié mi rostro con la mano, agarré mis pertenencias y salí, por ahora no tendría que preocuparme de que alguien me viera, aún no habría nadie en casa.

Entre tus Manos [Versión antigua]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu