Capítulo 44

9.3K 518 0
                                    

Esposó mis manos a las tuberías, se recostó sobre mí, acercó su rostro al mío con intención de besarme, con desagrado giré la cabeza, lo escuché suspirar, por un instante creí que me dejaría, pero no fue así, con brusquedad me agarró del mentón haciendo que lo mirase.

– Serás mía a toda costa, nada, ni nadie me lo impedirá–susurró mirándome con frialdad, aquello me aterro como nada lo había hecho antes en mi vida.

Unió nuestros labios en un beso lento, me repugnaba, sentía como si me estuviera besando una babosa, su aliento era una mezcla de alguna bebida alcohólica y tabaco.

Intentaba separarme, pero no me lo permitió, sujetó mi cabeza con ambas manos, cuando por fin se alejó lo miré con asco, era el único sentimiento que me generaba.

Volvió a inclinarse, pero esta vez sus labios fueron a mi cuello besándolo, mordiéndolo, sus manos descendieron hasta mi camisa de botones comenzando a desabotonarla

– Por favor, detente–dije con la voz algo quebrada, detuvo sus movimientos mirándome– Si realmente sientes algo por mí, no me hagas esto–supliqué comenzando a llorar de la desesperación que sentía

– No llores mi ángel–comentó limpiando mis lágrimas con sus dedos

– Entonces no me hagas esto–

– Te va a gustar, te lo aseguro–dijo acariciando mi rostro, negué con la cabeza ante sus palabras.

Sentía sus dedos rozar mi piel mientras seguía con los botones, una vez que termino se quedó contemplándome con lujuria, rápidamente sus manos fueron a mis pantalones, algo en mi cabeza hizo clic y comencé a gritar pidiendo ayuda mientras me removía sin importarme que las esposas se estuvieran clavando en mis muñecas, solo quería que apartara sus manos de mí.

– ¡Para, de moverte!–gritó mirándome enfadado– Vas a hacerte daño con las esposas–

– Lo que tú pretendes hacerme, es peor del daño que ellas puedan hacerme–

– Yo solo pretendo darte amor, mi amor–

– Tú pretendes violarme, eso no es amor, si me amaras me dejarías libre–

– Si te dejó ir, iras con él, no puedo permitirlo–

– Aunque me tuvieras cautiva toda la vida, mi corazón, mi mente y mi alma... Siempre estarán con Fabrizio–aquello pareció enfurecerlo, pues sus ojos se ensombrecieron.

Sin pronunciar palabra volvió a inclinarse sobre mí mordiendo con fuerza mi cuello, mientras que con sus manos manoseaba mis pechos, me sentía asqueada con cada beso que me daba, con sus asquerosas manos en mi cuerpo, miraba hacia la puerta rogando que se abriera de una vez y acabara con esto.

Y como si se tratase de una invocación, esta se abrió despacio, la imagen de Carlo aprecio por la puerta, la alegría se apoderó de mí, me hizo un gesto de silencio, se fue acercando poco a poco hasta que al llegar a nosotros, le propino un fuerte golpe en la nuca haciendo que cayese sobre mi inconsciente

– ¿Estás bien?–cuestionó apartándolo de mí

– Ahora que has aparecido mejor–él asintió rebuscando entre los bolsillos hasta que encontró las llaves– ¿Dónde está Fabrizio?, ¿habéis rescatado a Isabella?, ¿Y las niñas?, ¿Cómo está Nestore?, ¿Por qué habéis tardado tanto?–pregunté con preocupación, él sonrió quitándome las esposas, me senté abotonando mi camisa de nuevo

– Nos separamos para encontraros más rápido, ya sabe que te encontré–señaló un comunicador en su oreja– Las niñas están bien Julia las está cuidando, Nestore está en el hospital no sé nada más, tardamos más porque había un inhibidor que nos impedía el rastreo–solté un suspiro de aliviada por las respuestas

– ¿Y cómo nos habéis encontrado?–pregunté dándome cuenta de ese detalle, el ruido de pisadas y algo siendo arrastrado llamo mi atención, miré hacia la puerta, por esta apareció Fabrizio, al verlo sentí una alegría inmensa, corrí hacía él, cuando sus brazos me rodearon, sentí una fuerte sensación de alivio y seguridad

– Lo siento, lo siento tanto–dijo abrazándome con más fuerza, sonreí aspirando el aroma de su perfume– ¿Llegó a hacerte algo?–preguntó alejándome un poco de él mirándome con preocupación, negué con la cabeza

– Carlo llegó a tiempo evitándolo–comenté acariciando su rostro

– Los mataré...–dijo con odio, no dije nada solo miré hacia un lado contemplando a Isabella, tenía algunos moretones en la cara, me separe de él, acercándome a ella abrazándola

– Perdón por no poder ayudarte–

– No me pidas perdón, no podías hacer nada–comentó separándose con una pequeña sonrisa

– ¿Llegó a...?–dejé la pregunta en el aire, ella negó haciendo que suspirase aliviada, mi vista se posó detrás de ella, di un paso hacia atrás frunciendo el ceño– ¿Qué haces tú aquí?–

– Ahora trabajo para su marido, señora–dijo con una sonrisa ladeada, miré a Fabrizio sorprendida, eso no me lo había contado– ¿Dónde pongo la carga?–cuestionó mirando hacía el suelo, también lo hice, Constantino estaba inconsciente con la cara llena de golpes y sangre

– Ponlo junto a su amigo, átale las manos–comentó Fabrizio entregándole unas bridas que saco de su bolsillo, él asintió cogiéndolas, lo arrastro hasta el colchón donde lo dejó sin ninguna delicadeza

– ¿Qué pasara ahora?–cuestione mirando a esos dos inconsciente

– Ahora, Rodolfo os llevara a casa–

– ¿Y tú que harás?–lo miré con preocupación, él sonrió acercándose a mí, colocó sus manos en mi rostro

– Yo debo poner las cosas en su sitio–iba a alejarse, pero sujeté sus manos

– ¿Qué vas a hacer?–

– Es mejor que no lo sepas–dijo con algo de pesar besando mi frente

– Hablemos a solas–susurré mirándolo fijamente, asintió mirando a los demás, escuché los pasos saliendo de la habitación, suspiré alejándome de él– Dime que vas a hacer–

– Daniela, déjalo así, no tienes por qué saberlo–

– Pero quiero saberlo, dímelo–suspiró quedándose callado

– Voy a matarlos–sentí como el aire me faltaba de golpe, un escalofrío me recorrió por completo– No me mires así por favor–suplicó intentando acercarse, pero de forma instintiva di un paso alejándome, mis ojos se agrandaron ante mi acto involuntario, su mirada parecía dolida

– Ha sido involuntario, yo no...–intente decir, pero me quede callada, me acerqué a él mirándolo con preocupación– No quiero que mates a nadie, no quiero verte en prisión, no soportaría estar alejada de ti–

– No iré a prisión–

– ¡Claro que iras!, ¡te recuerdo que Santoro es un agente de policía!–exclamé revolviendo mi cabello– Maldita sea Fabrizio... Tienes muchas influencias, pero no eres intocable–

– Debe pagar lo que ha hecho–

– Para eso está la cárcel–coloqué mis manos en su rostro– Por favor, no lo hagas–el suspiró asintiendo, sonreí contenta

– Pero, no podre prometer lo mismo de Constantino–mi sonrisa desapareció, me alejé de él mirándolo angustiada– Daniela, él es un hombre peligroso, si no le paro los pies así, volverá a intentar algo y temo que pueda lograr su cometido la próxima vez–me agarró de las manos– Si no llega a ser porque Rodolfo nos dijo donde estabais, ellos...–no termino la frase, me soltó revolviéndose el cabello con frustración, suspiré sabiendo que tenía razón, pero matar a alguien, era algo demasiado fuerte e impactante. 

Entre tus Manos [Versión antigua]Where stories live. Discover now