Capítulo 18

11.2K 630 3
                                    

Al poco de acabar el intercomunicador de mi despacho sonó, era Octavia, recordándome la reunión que tenía en unos cinco minutos, maldije internamente, eso frustraba mis planes de acostarla sobre la mesa y hacerla mía hasta que no recordara ni su maldito nombre.

– Me iré a casa–anunció poniéndose de pie, asentí colocándome los pantalones

– Le diré a Nestore que te llevé a casa–comenté cogiendo mi móvil mandándole un mensaje

– No hace falta, puedo pedir un taxi–dijo intentando persuadirme, pero el sonido de un mensaje entrante me hizo mirar la pantalla

– Te espera abajo–ella suspiró asintiendo– Vamos– agarré su mano, era sumamente suave, entrelace nuestros dedos, salimos del despacho bajo la mirada de Octavia, ella se levantó caminando detrás de nosotros, al llegar al ascensor presione el botón llamándolo– Cuando llegues me mandas un mensaje–

– Por supuesto–dijo sonriendo con dulzura haciendo que una sensación de calidez me invadiera, el ascensor llegó, iba a soltar mi mano, pero tiré de ella pegándola a mi cuerpo

– No puedes irte sin darme un beso–susurré en su oído, sentí como su cuerpo se estremeció, atrapé esos carnosos labios entre los míos, el beso fue corto, suave, pero delirante para mí– Nos vemos después–ella asintió algo aturdida, me soltó y entro en el ascensor, ninguno podía dejar de contemplar al otro, hasta que las puertas se cerraron.

Miraba sin ningún interés la presentación, mi mente estaba en otro lado, justamente en la cocina de casa, no pude evitar recordar la sorpresa que me llevé al verla tocarse a sí misma, su cara llena de placer, sus gemidos, sus uñas clavadas en mi espalda, una palpitación en mi entrepierna me hizo volver a la realidad, estaba comenzando a crecerme una erección, respiré hondo intentando concentrarme, debía controlarme o tendría un gran problema.

Fue la presentación más larga y aburrida que había vivido, aunque quizás me sentía así por mi ansia de marcharme a casa para estar con ella, ese pensamiento me sorprendió, se me estaba haciendo una adicción estar a su lado, y eso era algo malo.

La puerta de mi despacho se abrió, por ella entro Octavia contoneando sus caderas, era una mujer hermosa sin lugar a duda, pero, no me hacía sentir nada, no era como Daniela que con una sola mirada conseguía encender algo en mí.

– Señor, aquí tiene los informes sobre los nuevos inversores–dijo con voz coqueta dejando la carpeta delante de mí

– ¿Cancelaste todas mis citas de mañana?–pregunté en tono frío

– Sí señor, está todo listo–asentí abriendo la carpeta

– Perfecto, quiero que me traigas el trabajo que queda para hoy–ella asintió dándose media vuelta saliendo de mi despacho, me recosté en la silla con los ojos cerrados, ¿debería cambiar de secretaria?

– ¡Fabrizio!–abrí los ojos de golpe, miré hacia la puerta viendo a mi mejor amigo, entrando con una sonrisa

– Carlo, ¿no puedes entrar como la gente normal?–pregunté mirándolo enfadado por su escándalo

– Que sensible, no me ves hace semanas ¿y así me recibes?–cuestionó con dramatismo a lo que rodé los ojos

– ¿Acaso querías unas flores?–pregunté enarcando una ceja, el suspiró sentándose en el sillón delante de mí– ¿Quedo todo zanjado en Canadá?–

– Sí, el problema ha sido solucionado–sonrió con malicia

– ¿Qué hiciste?–

– Nada malo, solo ofrecí dinero y acepto–

– ¿Y eso te llevó casi un maldito mes?–cuestioné frunciendo el ceño

– Bueno, al principio se resistió, quería más de lo que ofrecí, así que tuve que obligarlo a aceptar–su sonrisa era maliciosa, fuimos interrumpidos por Octavia, traía varias carpetas que dejó encima de mi escritorio

– ¿Desea algo más?–

– No, puedes retirarte–se dio la vuelta saliendo, los ojos verdes de Carlo estaban puestos en ella, mirándola con gran descaro

– ¿Tu nueva secretaria?–preguntó con esa sonrisa que ya conocía, asentí desviando mi atención a los documentos que tenía delante– Que escándalo de mujer, me encantaría tenerla en mi cama–comentó con lujuria a lo que rodé los ojos– Déjame invitarla a una cita–

– Puedes intentarlo, pero no creo que te haga caso–dije mirándolo con burla

– ¿Por qué no?–preguntó frunciendo el ceño

– Le gusto yo–bufó molesto, reí levemente ante su actitud

– Es algo que no me sorprende–comentó soltando un suspiro– La conquistaré, a ella me la llevo a la cama–sonrió de forma coqueta

– Haz lo que quieras, pero más te vale que no me llegue ninguna queja por acoso sexual–dije en un tono severo, asintió levantando el pulgar, volví a rodar los ojos, a veces me exasperaba su actitud

– Al final conseguiste lo que querías–comentó después de un rato en silencio, lo miré sin comprender– Tener a Daniela... Felicidades solo has tardado tres años en hacerlo–dijo con burla, fruncí el ceño a lo que soltó una risa– No te enfades, ¿Cuándo me la presentas de forma oficial?–

– Ya la conoces–

– Como tu secretaria, no como tu futura esposa–suspiré poniéndome de pie colocándome la americana

– Ya veremos, de momento tengo que irme–agarré los informes guardándolos en mi maletín, ambos salimos de mi despacho, él iba insistiendo y yo ignorándolo.

Suspiré cerrando la puerta de casa, me había costado librarme de Carlo, al entrar un leve aroma dulzón inundo mis fosas nasales, sin lugar a duda era justo como olía su piel.

Me adentré por el pasillo hasta llegar al salón, la vi sentada en la mesa rodeada de papeles, sonreí de lado recordándola exactamente igual en la oficina.

– ¿En qué estás tan concentrada?–pregunté haciendo que se sobresaltara

– ¡¿Por qué eres tan silencioso?!–exclamó con una mano en el pecho

– No he sido silencioso, solo estás muy concentrada–saqué los informes de mi maletín, me acerqué a la mesa mirando todo lo que tenía sobre esta

– Son cosas de la boda, hable con la organizadora, me dijo que debíamos mandarle la lista de invitados, elegir las invitaciones, que tipo de flores quiero y me ha concertado una cita para ver vestidos de novia, en una tienda muy cara para mi gusto–suspiró mirando una invitación de color amarilla en su mano

– Bueno, si necesitas ayuda llama a tu madre–dije sentándome cerca

– Lo haré, también Julia se ofreció, pero te necesitaré para algunas cosas–

– ¿Cómo qué?–pregunté con curiosidad

– Pues en el menú, el sabor de la tarta, en cuantos pisos querernos...–enumeró con voz cansada

– Está bien, cuando haya que hacerlo dímelo y cancelaré todas mis citas de ese día–asintió con una sonrisa, nos quedamos en silencio concentrándonos en lo que teníamos que hacer.

Levanté la mirada contemplándola, una pequeña sonrisa se escapó de mis labios al verla mordisquear la punta de su bolígrafo, saqué mi móvil del bolsillo del pantalón, abrí Instagram, busqué su perfil, sabía cómo era desde hace tiempo, pero jamás la había seguido.

Apreté la opción de seguir, vi la foto que subió esta tarde, sonreí dándole me gusta, su móvil vibro llamando su atención, lo cogió desbloqueando la pantalla, me miró sorprendida

– No sabía que tenías Instagram–

– Lo tengo, pero no soy muy activo–ella asintió volviendo su vista a la pantalla, una notificación de que también me seguía llegó

Volví a contemplarla tenía el cabello en un moño alto con mechones cayendo por su rostro, una camisa negra que le quedaba enorme dejando uno de sus hombros al descubierto, sentí como una erección comenzaba a formarse en mis pantalones, aparte la mirada sintiéndome algo aturdido, que pasara esto con solo mirarla, no era normal.

Entre tus Manos [Versión antigua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora