Capítulo 10

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Miraba de forma ausente el paisaje de París a través de la ventana, hoy por suerte volvíamos a casa, ya tenía todo preparado, él aún no había regresado, había dormido con ella toda la noche, de solo pensarlo me invaden unas inmensas ganas de llorar, cerré los ojos apretándolos con fuerza evitando que saliera alguna lágrima, el ruido de la puerta hizo que volviera a abrirlos y miré en su dirección

– ¿Qué haces tú aquí?–pregunté frunciendo el ceño levantándome de donde estaba sentada

– Vengo a por las cosas de Fabrizio, y a darte esto–me entrego un sobre con una gran sonrisa, lo abrí viendo un billete de avión

– ¿Qué significa esto?–

– Significa, que gane, es mío, y eso es para que te vayas, nosotros nos quedaremos más tiempo–comentó adentrándose al apartamento, fue hasta la habitación que compartíamos, al cabo de unos minutos salió con la maleta de él

– Quiero hablar con él–

– Él no quiere hacerlo contigo, acepta que perdiste querida–la miré con rabia, ella soltó una carcajada y salió del apartamento, me dejé caer en el sofá mirando el billete fijamente sintiendo mis lágrimas salir

Negué levantándome, corrí hacia la habitación recogí todas mis cosas incluida la maleta, salí del apartamento cerrándolo con llave, una vez en la calle pedí un taxi dándole la dirección del hotel, no iba a marcharme sin que al menos me dijera a la cara las cosas.

Una vez en el hotel, le pedí al taxista que esperase, me acerqué a la recepción pidiendo el número de la habitación de Octavia, al principio dudaron, pero al darse cuenta quien era me la dieron, apreté el botón del décimo piso, al salir busque la habitación 1030, al encontrarla comencé a tocar con insistencia hasta que la puerta se abrió, dejándome ver a Fabrizio con la camisa abierta

– ¿Qué quieres?–preguntó mirándome con frialdad

– ¿Te acostaste con ella?–cuestioné mirándolo a los ojos con esperanza

– ¿Acaso importa?, fuiste tú quien me dijo que podía tener una amante–

– Lo dije, pero tú dijiste que solo te acostarías conmigo–

– Cambie de opinión–se encogió de hombros, su tono de voz era gélido, un nudo se formó en mi garganta, sentía como mis ojos se humedecían

– Ya veo... ¿Vas a quedarte con ella?–

– Sí, así que vuelve a casa–asentí sintiendo mi pecho arder con fuerza

– Perfecto, espero al menos que tengas la decencia de usar condones–le tiré las llaves del apartamento, di media vuelta, caminando a toda prisa hacia el ascensor, una vez dentro mordí mi labio inferior con fuerza intentando evitar soltar el grito de frustración que tenía atascado en la garganta

Limpie las lágrimas que habían comenzado a salir, apreté los ojos para evitar que salieran más, si esto quería, así seria, no iba a luchar por un hombre como él, uno que no merecía la pena.

Al llegar a Milán, subí a un taxi, di la dirección de casa de Julia la verdad no estaba en condiciones de ir a mi casa y que me vean en este estado, tengo los ojos tan rojos e hinchados parecían tomates.

Toqué varias veces hasta que me abrió la puerta, tenía el cabello revuelto, cara de somnolienta, resto de maquillaje y de milagro traía puesto un pijama

– Veo que te divertiste anoche–ella sonrió, se hizo a un lado dejándome entrar

– ¿Qué haces aquí?, Y por favor no salgas con lo de venir a verme–me senté en el sofá mirando mis botas negras, el nudo que tenía en la garganta desde ayer, cada vez me ejercía más presión

Entre tus Manos [Versión antigua]Where stories live. Discover now