Capítulo 17

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Pov Fabrizio

La miraba a través del reflejo de la ventana, no podía explicarme lo que me sucedía con ella, odiaba a las mujeres celosas, pero cuando ella lo estaba, simplemente la encontraba jodidamente adorable, me daban ganas de besarla hasta que sus labios quedaran rojos e hinchados.

Desde que la vi aparecer por la puerta de mi despacho hecha un manojo de nervios, con su cabello atado dejándome al descubierto su cuello, metida en esa falda de tubo negra ajustada que le marcaba todo el culo y esa camisa blanca con tres botones desabotonados dejándome ver el inicio de su canalillo, sentí que debía ser mía.

Ese día mi garganta se secó de golpe y una fuerte erección me azotó, unas enormes ganas de cogerla por la cintura subirla a mi mesa, arrancarle todo, follármela sin descanso hasta que me quedara completamente seco y ella afónica de tanto gritar, la contrate sin importarme la poca experiencia que tenía, lo único que sabía, es que no podía dejarla ir.

Así me reprimí tres malditos años, mirándola de reojo, fantaseando con poseerla en cualquier lugar y en múltiples posturas, tenía el contrato redactado desde hacía meses, pero no encontraba el momento perfecto para tenerla entre mis manos, finalmente por casualidad, vi la oportunidad así que un poco de chantaje la obtuve.

– No hace falta que me saques fotos a escondidas, solo pídemela–comenté con diversión viendo como rápidamente se sonrojaba, esa era otra cosa que me encantaba de ella, sus sonrojos y lo rápido que se cohibía

– Yo... Lo siento, de verdad–dijo mordiéndose el labio, respiré hondo al sentir una palpitación en mi miembro, todo en ella me excitaba hasta el mínimo gesto

– No pasa nada, ¿pero por qué me has hecho una foto?–levanto el rostro mirándome con una pequeña sonrisa

– Para Instagram, Julia me aconsejo que subiera fotos, así la gente se lo creería–sentí algo en mi interior removerse incómodo ante sus palabras, lo ignore fruncí el ceño ante el hecho de que su amiga sabia del contrato

– ¿Se lo has contado a ella?–se tensó asintiendo en silencio

– Lo siento, sé que no debía, pero, estaba desesperada por habla de ello con alguien, para desahogarme–

– Espero que tu amiga no se vaya de la lengua–dije con frialdad a lo que ella tembló ligeramente

– No dirá nada, es abogada así que sabe mantenerse callada–dijo con diversión, solo asentí sin poder dejar de mirarla, volvió la atención a su móvil que comenzó a vibrar– La publiqué hace menos de 5 minutos y ya tiene mil, me gusta–me enseño la pantalla, en la foto salía mirando por la ventana.

Después de terminar de comer, volvimos a la empresa, al pasar por la mesa de Octavia, no pase inadvertida la mirada de desprecio que esta le enviaba a Daniela, aquello me molesto, pero me quedé callado sabiendo que eso era mi culpa.

– Aquí tienes–dije ofreciéndole la carpeta, ella la cogió mirando por encima su contenido

– Dios, no pensé que organizar una boda tuviera tantas cosas–comentó guardándola en su bolso– Por cierto, entrégamela–dijo extendiendo la mano mirándome seria

– ¿Qué cosa?–pregunté algo confuso a lo que ella rodó los ojos

– Mi tarjeta de crédito, sé que me la has quitado tú, no te atrevas a negarlo–

– No lo niego, fui yo–dije con una sonrisa levantándome de mi silla

– ¿Por qué?, No lo entiendo–preguntó cruzándose de brazos haciendo de forma inconsciente un pequeño pucho, ese gesto se me había hecho algo adorable

– Te di una tarjeta para que la uses, no para que la tengas de adorno–

– No puedes quitarme mis pertenencias, así que devuélvemela–demandó volviendo a extender su mano

– Te la devolveré con una condición–me fui acercando con una sonrisa coqueta, la agarré de la muñeca, tiré de ella pegándola a mi cuerpo

– Es mía, no puedes ponerme condiciones–dijo casi en un susurro, pasé mis manos por su cintura, sentí como su pequeño cuerpo tembló, mi sonrisa se hizo más grande

– Quiero que uses la tarjeta que te di–aproximé mi rostro a su cuello dándole un mordico, ante eso volvió a temblar– Pienso morderte hasta que aceptes–comenté mirándola con una sonrisa, ella entrecerró los ojos, suspiró con resignación asintiendo– Perfecto–la solté sintiendo frío en mi cuerpo, me acerqué a la mesa abrí uno de los cajones, y saqué su tan querida tarjeta.

Ambos quedamos en silencio mirándonos el uno al otro, esos ojos que parecían miel, desprendían dulzura e inocencia, mis ojos fueron bajando fijándome mejor en cómo iba vestida, llevaba unos pantalones vaqueros de tiro alto ajustado, se pegaba a su cuerpo acentuando más sus curvas, un jersey fino color lila y unas botas negras de tacón.

Una fuerte necesidad de tirar todo lo que tenía en la mesa, acostarla, quitarle todo menos esas botas y poseerla hasta partir la mesa, esa necesidad estaba creciendo por segundos, una punzada de dolor en mis pantalones me hizo volver a la realidad.

Me senté rápidamente en mi silla con incomodidad, tenía una maldita erección, ¿en qué momento creció tan rápido?, ¿cómo era posible que con solo mirarla causara esto en mí?, era algo ilógico que no podía comprender

– ¿Te duele?–preguntó haciendo que la mirase confuso

– ¿Qué cosa?–

– Tú... Erección, vi como crecía y–se quedó callada mordiéndose el labio, sus mejillas comenzaban a teñirse de rojo

– Bajara, no te preocupes–me recosté en la silla, ella asintió

– ¿Quieres que te ayude?–esa pregunta me tomo por sorpresa, mi erección palpito fuertemente causándome un leve dolor, como siguiera así terminaría rompiendo los pantalones

– ¿Estás dispuesta a ello?–vi como tragaba saliva con algo de dificultada, se quedó en silencio unos segundos, en sus ojos vi duda, pero finalmente asintió– Entonces adelante– dije girando la silla hacia un lado

Despacio se fue acercando a mí, sonreí de lado al ver que aún tenía cierta duda sobre lo que iba a hacer, se arrodilló atando su melena negra, sus manos se acercaron a mi pantalón, con algo de incertidumbre desabrocho el cinturón, desabotono el pantalón.

Mi excitación crecía por momentos, ver su carita desde esta posición era verdaderamente una delicia, respiró hondo sacando mi erecto miembro, el cual palpitaba y estaba algo húmedo debido al líquido preseminal.

– Si aún no te sientes preparada para esto, detente–comenté al ver la indecisión inundar sus ojos, me miró unos segundo y entonces pasó

Lamió mi miembro en toda su longitud, tuve que aferrarme a la silla, había sido algo por así decirlo básico y me hizo sentir en la mismísima gloria, otra maldita lamida me hizo temblar, esta vez su lengua se detuvo en la punta comenzando a juguetear con ella, cerré los ojos disfrutando de aquello.

Abrí los ojos al sentir su boca cubrir mi miembro, era caliente, húmedo, sentir sus jugosos labios alrededor era algo indescriptible, comenzó un vaivén lento

– Aprieta los labios–comenté algo entrecortado, me costaba hablar del maldito placer que sentía

Sus labios ahora ejercían más presión, llevé mi mano a su cabeza marcándole un ritmo más acelerado, una arcada la sacudió, alejé su cabeza mirándola, ella parecía avergonzada de lo que había pasado

– Es normal, abre la garganta como si fueras a tragar–ella asintió volviendo a introducírselo en la boca, su lengua se movía de un lado a otro, sinceramente lo estaba haciendo de maravilla.

Sentía un gran placer recorrerme por completo, de pronto el orgasmo llegó dejándome una sensación de debilidad, me corrí en su boca, ella se alejó mirándome mientras se lo tragaba, por la comisura de sus labios caía un poco, pasó su dedo limpiándolo e introduciéndoselo en la boca, fue una imagen jodidamete excitante, sin lugar a duda esta mujer, iba a enloquecerme.

Entre tus Manos [Versión antigua]Where stories live. Discover now