Epílogo

13.4K 573 4
                                    

Pov Fabrizio

Contemplaba a mis tres razones de ser con una sonrisa, mi Daniela, mi hermosa mujer, aquella que me volvió loco con solo una mirada, estaba dormida en nuestra cama junto a nuestros hijos, ya hacía cinco meses que habían nacido, esos pequeños seres que tanto amaba.

Salí con cuidado de la habitación, caminé por los pasillos hasta llegar a las escaleras, una vez abajo fui hacia el despacho donde me estaban esperando Nestore y Carlo, ambos me miraron serios.

– ¿Qué habéis descubierto?–cuestioné sentándome

– Octavia perdió al bebé cuando tenía 6 meses, pero no le importó mucho, muchas son poco después de la perdida–comentó Carlo mostrándome fotos de ella, en discotecas, con otros hombres, sin lugar a duda era una mujer sin sentimientos.

– ¿Y él?–

– Perdió su empleo con el ministro, está sumido en una fuerte depresión por la pérdida–fue el turno de Nestore mostrarme una fotografía de él donde se le veía bastante desmejorado, ojeroso, con una barba descuidada, más delgado, su ropa parecía vieja y llevaba unas tallas de más.

– ¿Por qué quieres información de estos dos?–cuestionó Carlo, suspiré recostándome

– Son personas que podrían causar problemas, el imbécil de Stefano sabe todo lo del contrato, mientras que Octavia–me quedé callado, odiaba recordar esa época, aquella en la que fui un estúpido que casi pierde a la mujer que ama solo por no aceptar sus sentimientos.

– ¿Quiere que los sigamos vigilando, señor?–

– Solo a ella, ponedle una trampa, si habla, quiero que la traigáis ante mí–sonreí con malicia, ambos asintieron.

Ambos se marcharon en silencio, me quedé contemplando la fotografía que tenía de los cuatro, No iba a permitir que nada, ni nadie interfiriera en nuestra felicidad.

Miraba a aquella mujer que metí en mi vida por estúpido, su cabello rubio estaba revuelto, tenía los ojos vendados y las manos atadas a una silla, llevaba puesto un vestido corto color rojo, apenas cubría algo. Hice una señal a Carlo para que le sacara la venda, en cuanto lo hizo sus ojos hicieron contacto con los míos

– Un placer volver a verte Fabrizio–comentó con total tranquilidad

– No puedo decir lo mismo–

– ¿Entonces qué hago aquí?–

– Estás aquí, porque tienes una lengua muy larga–dije mirándola fijamente, ella sonrió de lado cruzándose de piernas

– No tienes idea de cuánto, si solo era eso, no hacía falta que tus hombres me trajeran de esta forma tan brusca–suspiré ante sus palabras, me acerqué más a ella, agarré con fuerza sus mejillas haciendo que me mirase

– No me provoques, bastante cabreado estoy ya–la solté con brusquedad– Sabes perfectamente por qué lo estoy diciendo, en su día te dije que si volvías a aparecer ante mí con una otra estupidez, sabrías lo que es conocer el infierno–

– Has sido tú quien me ha traído aquí–dijo con nerviosismos, me incliné hacia ella

– No te hagas la estúpida, aunque para ser sincero creo que no te lo haces, ¿Por qué vas divulgando lo que no debes?–ante mi pregunta palideció, su sonrisa se había desvanecido, ahora en sus ojos podía ver miedo

– Yo... Yo no–

– No te atrevas a mentirme, el hombre con el que coqueteabas anoche, era uno de mis hombres y se lo contaste todo–

Entre tus Manos [Versión antigua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora