Capítulo 31

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Antes de entrar se lo ofrecí a Isabella, las niñas estaban cansadas, tenían hambre y el hospital no era sitio para ellas, mientras aproveche para ir al baño

Me miré al espejo, tenía sangre seca en el rostro, mis manos estaban también estaban manchadas, mi respiración comenzó a agitarse, mis manos temblaban, mis lágrimas se agolparon de forma abrupta, abrí la llave del agua.

Comencé a frotar mis manos con desesperación, mis lágrimas no se hicieron esperar, me incline en el lavamanos, echándome agua mientras frotaba con fuerza, casi como si quisiera arrancarme la piel, me incorpore mirándome al espejo.

Todo había desaparecido, pero sentía como si aún la tuviera, me mordí el labio intentando dejar de llorar, pero simplemente me era imposible, casi lo perdía, vi como la vida se escapaba de él y me sentía impotente al no poder hacer nada.

Cuando me sentí algo más calmada, volví sentándome con la mirada ausente, unos brazos me rodearon atrayéndome hacia esa persona, miré a Julia con tristeza, solo me abrazo con más fuerza, ella había llegado antes de que fuera al baño, a los pocos minutos un vaso con algo humeante se posicionó delante de mí, levanté la mirada encontrándome con los ojos verdes de Carlo, me dedico una pequeña sonrisa

– Toma, es una tila–

– Gracias...–me incorporé agarrándolo, regresándole la sonrisa, miró a Julia quien miraba hacia el lado contrario

– Esto es para ti, también es una tila, te hará bien por tu estado–ambos se miraron en silencio, ella cogió el vaso, murmurando un gracias, sonreí mirándolos, quizás ambos podrían curar mutuamente sus heridas y alejar sus miedos.

Al cabo de un rato salió Isabella dando la noticia de que estaba despierto, aquello me llenó de alegría, Nestore se ofreció a llevarlas a casa, dejé pasar a Carlo, ambos me miraron confusos por eso, pero aun así él entro.

– ¿Por qué no has entrado tú?– preguntó Julia haciendo que suspirase

– Pienso quedarme esta noche–dije mirando mi vaso vacío– Me ha dicho que me ama–

– ¿Qué?–me miro sorprendida– ¿Le has perdonado?–negué con la cabeza

– No, no puedo hacerlo después de todo lo que paso–

– ¿Pero estás dispuesta a hacerlo?–me quedé callada pensando en su pregunta, me repetía que no estaba dispuesta a perdonarlo, pero realmente sabía que sí, porque soy una estúpida y porque lo amaba

– Si quiere mi perdón, debe trabajar duro para conseguirlo–dije mirándola con determinación

– Aunque no lo digas, en el fondo ya comenzaste a perdonarlo–

– Claro que no–comenté frunciendo el ceño a lo que ella se echó a reír

– ¿Entonces porque te quedas?–

– Es mi marido Julia, es mi deber estar a su lado en estos momentos–respondí rehuyendo su mirada

– También porque lo amas–suspiré asintiendo, colocó su mano encima de la mía– No pasa nada, es normal que quieras estar a su lado en estos momentos–me dedico una sonrisa la cual devolví– Creo que los problemas van a comenzar–comentó seria mirando hacia el pasillo, me giré viendo a Octavia acercarse corriendo

– ¡¿Cómo está Fabrizio?!–preguntó alterada

– ¿Qué haces aquí?–cuestioné apretando los puños, verla fue como si algo me trajera a la realidad

– Vi en las noticias que le habían disparado, la cuestión es, ¿Qué haces tú aquí?–preguntó mirándome con desdén, respiré hondo intentado que mi enfado no fuese en crecimiento

Entre tus Manos [Versión antigua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora