Capítulo 8

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Recordad que esta es la versión antigua, la nueva esta disponible completa en mi perfil.

Al cabo de unos minutos él salió del baño, tenía la camisa puesta y su erección había desaparecido por completo, yo también me volví a poner todo

– Me voy al hotel–comentó colocándose la americana

– Espera, ¿Qué pretendes que haga aquí?–pregunté haciendo que me mirase a lo que rodé los ojos– Pensé que venía a trabajar, pero por lo que parece no es así–se acercó a mí sacando su cartera y entregándome una tarjeta de crédito

– Ve de compras–

– Te dije que no soy una mujer florero–dije entrecerrando los ojos

– Lo sé, pero como tú misma has dicho, pensabas que venías a trabajar, no habrás traído algo adecuado para la inauguración–me cruce de brazos frunciendo el ceño

– Traigo algo adecuado–

– ¿Algo que diga que eres mi prometida?–me quedé en silencio, él tenía razón mi vestido era demasiado sencillo, suspiré cogiéndola con resignación

– Pienso comprar lo más caro que vea–comenté esperando una mala reacción de su parte, pero solo sonrió asintiendo

– Espero que lo hagas–antes de irse me besó de forma fugaz, en cuanto se fue, solté un gruñido enfadada tirándome de espaldas a la cama.

Estaba hastiada, cansada, agobiada, hacia una maldita hora que no paraba de probarme vestidos y ninguno me gustaba, o eran muy descarados, o no tenían gracia alguna.

Desesperada entré en la última tienda que visitaría por el momento, si no terminaría tirándome de los cabellos, esto sin Julia era una tortura, ella era quien me asesoraba.

Suspiré probándome un vestido largo de corte sirena en color borgoña, de encaje con cuentas, mangas cortas, escote hombros caídos, se ceñía a mi cuerpo resaltando mis curvas, sonreí contenta, era el vestido perfecto.

Salí contenta de aquella tienda, no había sido muy caro por lo tanto lo había pagado con mi propio dinero, por suerte tenía zapatos y complementos, no tendría que comprar nada más.

Miré mi reloj de muñeca, aún era temprano como para volver al apartamento, un escalofrío recorrió mi cuerpo, hacía bastante frío, cosa normal estábamos aún en enero, vi una pequeña cafetería la cual era muy bonita, sonreí contenta, me haría bien algo caliente.

Al entrar un delicioso olor a café y bollería recién hecha inundo mis fosas nasales haciendo que mi estómago gruñera un poco.

A la caída de la noche volví al hotel, me había entretenido hablando con mi familia, Gianni ya estaba en casa, eso me tenía muy feliz, también hablé con Julia, se había enfadado por no haberla llamado en la búsqueda del vestido, tuve que prometerle una tarde de compras.

Al entrar en el apartamento todo estaba a oscuras, señal de que Fabrizio no había regresado aun, fruncí levemente el ceño ¿tanto se había alargado la reunión?, ¿o acaso estaba cenando con Barbie?, sacudí ligeramente la cabeza alejando esos pensamientos, eso no debía importarme, fui hacia la habitación saque el vestido volviendo a ponérmelo, me saque unas cuantas fotos para enviárselas a Julia.

Estaba tan entretenida escribiendo mensajes, que me tense al sentir un cuerpo pegarse al mío y unas manos en mi cintura, miré al espejo encontrándome con el reflejo de Fabrizio su reflejo lo cual me relajo

– Casi me da un maldito infarto–me quejé con una mano en mi pecho

– Me gusta–susurró apartando mi cabello con delicadeza hacia un lado, dejando mi cuello libre, comenzó a depositar pequeños besos en este, sentí mis piernas temblar, me mordí el labio cerrando los ojos disfrutando de aquello, de pronto se detuvo alejándose, haciendo que le mirase algo confusa– No es momento para esto, cámbiate para ir a cenar–asentir algo aturdida, me acerqué a la cama, cogí mi ropa y fui hacia el baño.

Entre tus Manos [Versión antigua]Where stories live. Discover now