Capítulo 23

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Finalmente llegó el día de la boda, mis sentimientos estaban divididos, por un lado me sentía feliz iba a casarme con el hombre del que estaba enamorada, pero por el otro triste, al saber que él no sentía nada por mí y por lo tanto no debía sentirse feliz.

Suspiré mirando mi reflejo en el espejo, el vestido seguía pareciéndome hermoso, mi cabello estaba peinado en un recogido, sobre mi espalda caía un largo velo, estaba maquillada de forma muy sencilla, unos toques en la puerta hicieron que me girase mirado en esa dirección

– Cariño, ya es la hora–dijo mi madre con una sonrisa, asentí forzando una

Estaba al final del pasillo agarrada del brazo de mi padre, estábamos esperando a que la organizadora nos diera la señal para poder avanzar, sentía mis piernas temblar ligeramente, mi estómago estaba revuelto y los nervios habían aumentado.

Llegó el momento de caminar hacia el altar, sentía sobre mí muchos tipos de miradas, pero ninguna me importaba, salvo la de él, me miraba con cierto cariño junto a una sonrisa tierna en los labios, aquello hizo que mi corazón se llenara de calidez y esa pequeña llama de esperanza a que él me quisiera, se hiciera más grande.

Finalmente había pasado, di el "sí quiero", estaba hecho, me había casado, ahora era la señora Benedetti, mis sentimientos encontrados luchaban en mi interior, no sabía a ciencia cierta cómo sentirme.

Durante la recepción todos los invitados se acercaban a felicitarnos, la mandíbula me dolía de tanto fingir una sonrisa, cuando fue el turno de Stefano junto a su madre, pude sentir como Fabrizio se tensaba, lo miré de reojo, tenía una falsa sonrisa, y los puños apretados

Miraba la fiesta, nuestras familias hablaban animadamente, él estaba hablando con algunos socios junto a Carlo, suspiré cogiendo mi copa de vino, era una boda de ensueño, eso sin duda

– ¿En qué piensas?–preguntó Julia sentándose a mi lado

– En que esta boda es justo como la había soñado siempre–

– ¿Y por qué hay tristeza en sus ojos?–la miré con una pequeña sonrisa

– Sabes el motivo... ¿De qué me sirve que esta boda sea como la que soñé, si el hombre que quiero... No siente nada por mí?–un nudo en la garganta comenzó a apretar, cerré los ojos respirando hondo, no podía ponerme a llorar ahora

– Dile lo que sientes, el no, ya lo tienes–abrí los ojos mirándola mal, ella sonrió encogiéndose de hombros– Pero al menos, te quitas ese peso de encima–suspiré terminando el contenido de la copa, mis sentimientos se estaban volviendo un problema, sentía que a medida que pasaba el tiempo estos pesaban más sobre mi pecho, hasta el punto de casi no dejarme respirar

– Puede que tengas razón...–dije contemplando los anillos que adornaban mi dedo, con una sonrisa amarga

– Para cambiarte un poco el tema, ¿Quién es ese hombre que está junto a tu marido?–levanté la mirada, busque a Fabrizio encontrándolo hablando con Carlo

– Es Carlo, su mejor amigo–dije sin dejar de mirarlos, ambos tenían el rostro algo serio

– Esta como quiere...–susurro con sensualidad, la miré sorprendida, se mordía el labio sin despegar la mirada de él– Tienes que presentármelo–

– Es un hombre muy mujeriego, puede estar hablando contigo y si pasa una chica contoneándose va tras ella sin importarle nada– ella se encogió de hombros

– Entonces es perfecto, no quiero una relación con él, solo quiero llevármelo a la cama–sonrió con picardía

– Deberías intentar mantener una relación estable con alguien–

– ¿Por qué?, Me gusta este estilo de vida–comentó con diversión, suspiré mirándola, me agarró de la mano mirándome seria– Entiendo lo que dices, pero sabes que no puedo estar en una relación–tenía en sus ojos cierto brillo de tristeza– Además, no ha nacido el hombre que logre domarme en todos los sentidos–reí levemente negando con la cabeza

– Cuando lo encuentres, ¿cómo lo sabrás?–pregunté a lo que se encogió de hombros

– Ese hombre, no existe, pero si se diera el caso...lo sabría de inmediato, echaría a correr lejos de él–amabas reímos ante su respuesta

Seguimos hablando un poco más, pero a cada momento me insistía para que le presentara a Carlo, finalmente suspire accediendo, nos levantamos de las sillas, caminamos hacia ellos llamando su atención, una vez en frente, me quedé callada mirándolo embobada, Julia me dio un pellizco en el costado haciendo que reaccionara

– Hola, yo... Bueno, ¿está todo bien?–pregunté nerviosa, me maldije mentalmente ante la idiotez que había dicho

– Sí, ¿Por qué la pregunta?–cuestionó Fabrizio agarrándome de la mano acercándome a él

– Bueno, os vi tan serios que pensaba que algo pasaba–comenté colocando bien su corbata, la tenía algo torcida

– Todo está bien–dijo a lo que asentí, levanté la cabeza mirándolo, un carraspeo me hizo recordar a lo que venía

– Oh perdón, Carlo te presento a mi mejor amiga Julia–ambos se miraban con sonrisas coquetas, se miraban como si se estuvieran desnudando

– Es un placer–dijo ella extendiéndole su mano, la cual él agarró llevándosela a los labios dándole un beso

– El placer... Es todo mío, tienes unos ojos preciosos–

– Gracias, me lo dicen mucho–contestó Julia, la verdad es que sus ojos eran maravillosos, eran azules con pequeños tintes grises

– ¿Tu marido, tu novio?–preguntó acercándose más a ella

– No tengo ni lo uno, ni lo otro, estoy soltera y entera–una sonrisa depredadora se formó en el rostro de Carlo, miré a Fabrizio, me hizo un gesto para que nos fuéramos, asentí en silencio, en esa conversación nosotros no pintábamos nada.

La fiesta acabó cerca de las 2 de la madrugada, me sentía agotada tanto física como mental, entro conmigo en brazos a la suite nupcial, quede totalmente maravillada era una especie de salón con sofás blancos de cuero uno en frente del otro, en medio había una mesita de cristal, una mesa comedor de madera oscura, las lámparas de araña con lágrimas de cristal.

Me dejó en el suelo con cuidado, fui hacia una puerta corredera, era el dormitorio, la cama era redonda, tenía un corazón hecho con pétalos de rosa, me acerqué dándome cuenta de que las sabanas eran de seda, también tenía barrotes, junto a esta había un cubo con una botella de champán y dos copas, también había un carrito con un bol lleno de fresas, una fondue de chocolate, ante eso mi imaginación voló haciéndome sonrojar.

Fui hacia la puerta que había al fondo se trataba del baño, quede impresionada al ver una bañera que parecía una maldita piscina, tenía pétalos de rosa a su alrededor, dos copas y otra botella de champán

– ¿Te gusta la habitación?–preguntó detrás de mí sobresaltándome

– Es todo muy bonito–comenté girándome, pasó sus manos por mis caderas pegando mi cuerpo al suyo, se inclinó hacia mí

– Llevo todo el día, deseando quitarte este vestido– susurró en mi oído causándome un estremecimiento– Va siendo hora de hacerte mía–mordió mi cuello haciendo que cerrase los ojos, sintiendo la excitación recorrer mi cuerpo.

Entre tus Manos [Versión antigua]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum