Capítulo 36

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Al entrar en la habitación me quedé quieta ante la imagen que tenía delante, Isabella, Carlo, Farina y Sorrentino, intentaban sujetar a Fabrizio, el cual forcejeaba para levantarse de la cama

– ¿Qué diablos pasa aquí?–cuestioné atónita, todos se giraron mirándome

– ¡Daniela, ¿estás bien?!–preguntó mirándome con preocupación, asentí acercándome a la cama– ¿Qué te ha dicho ese capullo?–

– Nada, solo preguntó por ti–él asintió soltando un suspiro

– Entiendo, quiero que comencéis a seguirlo de inmediato, algo está tramando, y quiero saber que es–dijo mirando a Sorrentino y Farina, estos asintieron saliendo de la habitación– Isa, aumentaré la seguridad en ti y en las niñas, se está volviendo osado, eso no me gusta nada–

– Tienes razón, con lo de hoy... Está intentando demostrar que te ha perdido el miedo–contestó ella abrazándose a sí misma

– Desde hoy te custodiaran dos hombres, en esto no admito discusión–dijo mirándome con seriedad, suspiré asintiendo, la verdad comenzaba a asustarme un poco, siguió dando instrucciones a Carlo, yo solo me senté en el sillón individual con mis pensamientos en cualquier parte.

El día pasó sin ningún otro sobresalto, había intentado abordar el asunto, pero sencillamente lo interrumpía, no me sentía preparada para hablar de ello, no después de tanto sufrimiento.

Por suerte no siguió insistiendo debido a que Carlo le trajo una pila de carpeta de trabajo acumulado, para no aburrirme decidí ayudarlo, sonreí mirando la situación, me sentía como cuando trabajaba con él, antes de todo esto.

Al día siguiente por la mañana Nestore llego con una bolsa con ropa para Fabrizio, mientras él se cambiaba, alguien llamo a la puerta

– Buenos días señora Benedetti–entró en la habitación con una pequeña sonrisa

– Buenos días doctor–saludé devolviéndole la sonrisa– Fabrizio se está cambiando, ahora sale para recibir las recomendaciones–él asintió, a los pocos minutos la puerta del baño se abrió

– ¿Ya puedo irme?–cuestionó acercándose a la cama con la ayuda de un bastón

– Sí, pero recuerde tomar la medicación a la hora correcta, nada de agarrar peso, tampoco esfuerzo y por supuesto... Nada de relaciones sexuales–nos miró fijamente con seriedad, carraspee algo incómoda desviando la mirada– También recuerde mantener el vendaje limpio y seco, también al ducharse enjuague suavemente, no frote, eso es todo... Ya puede marcharse–

– No se preocupe doctor, haré que cumpla todas y cada una de las indicaciones–dije a lo que asintió, me entrego los papeles del alta y se marchó haciendo que suspirase

– ¿Cómo harás para hacer que cumpla con las indicaciones?–

– Porque pienso cuidar de ti, si te dejo solo, no terminaras de curarte en la vida–comenté mirándolo con los brazos cruzados, una sonrisa comenzó a formarse en sus labios– Quita esa sonrisa, no te hagas ilusiones–él asintió con una aún más grande, rodé los ojos comenzando a recoger sus cosas metiéndolas en la maleta.

Miraba por la ventana del coche el paisaje, vi cómo nos introducíamos en una de las calles más exclusivas del distrito de San Siro, solo había villas de lujo, para entrar había seguridad vigilando con camas, también tenía servicio de conserjería.

Al entrar Nestore condujo un poco hasta que se detuvo delante de una villa impresionante era de tres pisos, rodeado por una valla y vegetación.

Entrar en la casa fue increíble, tenía una buena iluminación gracias a las grandes ventanas, el suelo era de madera en tono claro, la decoración en sí era en tonos claros y oscuros.

Entre tus Manos [Versión antigua]Where stories live. Discover now