CAPÍTULO 6

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Los días pasaron y Melissa con más trabajo que nunca y con la mente en otro mundo, estaba sumergida en sus pensamientos cuando le llegó un sobre, con el cheque de lo que Andrés debía pagarle, así que junto a Max fueron a depositarlo al banco.

Después de mucho pensarlo y al ser algo necesario para ellas, se compró un carro de segunda, no era nuevo, pero le servía para todo lo que ella necesitaba. El resto de dinero pensaba invertirlo, quería hacer algo para dejar de trabajar como mula y más cuando llegó a la habitación de su hija y esta tenía a los cinco gatitos escondidos.

― ¿Me puedes explicar qué es esto? ―Preguntaba Melissa cada vez más incrédula.

― Mamita, no es lo que tú piensas.

Vic negaba con la cabeza mientras trataba de controlar a todos los gatos.

― No es lo que pienso, es lo que veo.

En ese momento entró Soledad a la habitación, traía agua y comida para los gatos.

― ¿Así que tú eres cómplice ahora?

Soledad negó con la cabeza mientras trataba poner de las cosas en el piso.

― Mamá, ayúdame, por favor, están dañando mis juguetes.

Melissa miró a su alrededor y caminó hacia un gatito blanco y lo quitó del peluche favorito de su hija.

― ¿Por qué los trajiste entonces? Te había dicho que no.

― Solo serán dos días, mientras arreglan una fuga de agua en la academia, luego volverán.

En ese momento, otro de los gatitos, este de color negro, se subió a la mesa y tiró todas sus cosas al pasar.

Vic al verlo rodó los ojos.

― Aunque yo creo que los devolveré hoy mismo.

Las comisuras de los labios de Melissa se curvaron.

― Quiero a esos cuatro gatitos vivos al final de estos dos días. Tu sola te harás cargo de ellos. Si los trajiste sin mi autorización, ahora te responsabilizarás de ellos.

La cara de horror de Vic fue de película, mientras Melissa con toda la seriedad del mundo, colocaba el gatito que tenía en sus manos enzima de la cabeza de Victoria.

― Soledad, no quiero que le ayudes.

― Pero Mamá...

La niña no sabía si mirar a Soledad que se encogía de hombros o a madre que no daba el brazo a torcer.

― Soledad, sal de la habitación.

Sin decir palabra esta hizo lo que le decían.

― Ahí tienes comida y agua, no podrás salir al parque o a jugar afuera, debes estar pendiente de los gatitos. Ahora Soledad te traerá una caja de arena para que no se vuelva un chiquero este cuarto.

La cara de horror de Vic, hacían que Melissa tomara más fuerza. Debía enseñarle a su hija que no podía ir por la vida haciendo lo que ella quisiera sin consecuencias.

Al llegar a la sala, Soledad y Melissa no pudieron evitar soltar una carcajada, iban a disfrutar de esto.

― Dejémosla sola ahora, luego vamos a revisar.

Por un rato solo se escuchaban gritos y maullidos de Victoria y de los gatos, estas iban a revisar y veían a una niña casi enloquecida tratando de controlar a todos los animalitos al tiempo, mientras Melissa le recalcaba que debía ser responsable y la volvían a dejar sola, pero media hora después, la paz y el silencio reinó en la casa y Melissa junto a Soledad caminaron de regreso al cuarto.

POR PRIMERA Y ULTIMA VEZ [COMPLETO] LIBRO 2Where stories live. Discover now