CAPÍTULO 25

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Entró a la habitación un hombre trajeado con el mismo aspecto de todos, ojos verdes, rubio, con buen cuerpo, pero mayor que Tacher. El padre de Tacher, ahora identificado como Gonzalo, al verlo cambió el semblante y acercándose a él lo abrazó. Todos hicieron silencio y minutos después se acercó a Tacher, quienes se fulminaron en un fuerte abrazo. Al separarse se acercó a Melissa y besando su mano con galantería preguntó:

― ¿Quién es esta hermosa mujer?

― Mucho gusto, Melissa...―Pero esta no dijo nada más.

¿Qué más iba a decir?

― Mi novia ―Intervino Tacher ayudándola un poco.

Al escucharlo, Melissa sintiéndose algo ridícula miró a Tacher, que le guiñaba un ojo mientras le regalaba una de las mejores sonrisas para que se relajara.

― Mucho gusto, Cristóbal, hermano de tu adorado novio ―repitió este mientras Tacher se reía.― Qué pena que tu bienvenida a esta casa sea de esta manera tan poco agradable.

Sonriendo apenada esta se soltó de su agarre.

¡Si él supiera! ―pensó.

― No te preocupes, ¿qué sería la vida sin los dramas familiares? ―Puntualizó está haciendo que los tres hermanos y el abuelo sonrieran.

Úrsula rodó los ojos.

Gonzalo apretó los dientes.

― Así es querida, por lo pronto necesito a mi padre en la oficina un segundo, hay algo que debemos hablar.

Este hizo un movimiento con la mano y tanto Úrsula como Gonzalo salieron de la habitación, este último no sin antes decir.

― Esto no se ha terminado Barbara.

― Aquí ha terminado papá ―dijo Tacher apretando los dientes.

Al escucharlo, Gonzalo salió de la habitación tirando la puerta tras él.

Todos sabían que su hijo favorito por sobre todas las cosas era Tacher, fue al único que llevaron a estudiar fuera y a quién delegó todas las funciones de la empresa. Sus hermanos no peleaban por ello, al contrario, agradecían que, gracias a eso, podían tener vida propia, una que Tacher casi no tenía, pero que poco a poco iba logrando al dejar de un lado los caprichos de su padre. Cosa que por supuesto no tenía contento a Gonzalo.

― No quiero ser una carga para nadie, si debo irme, es mejor que no lo impidan.

― Abuelo, por amor a Dios, deja de decir tarugadas. ―Lo regañaba Barbi mientras se colocaba de pie y comenzaba a desamarrarlo.

Melissa que estaba cerca de ella comenzó a hacer lo mismo.

― ¿Tú lo has amarrado? ― Preguntó Tacher sorprendido.

― Era más difícil sacarlo pegado a la cama ― respondió encogiéndose de hombros.

― No entiendo que le pasa a mi padre.

Barbi dejó de soltar la cuerda y mirando a su hermano respondió con ironía:

― Está celoso de que tengas novia y le descuides el trabajo.

Tacher soltó una carcajada y Barbi riendo con él añadió:

― La vejez, no viene sola y cada día que pasa lo soporto menos.

― ¿Por qué dices eso?

Quitándole la soga de encima ayudaron a su abuelo a sentarse mientras esta respondía:

POR PRIMERA Y ULTIMA VEZ [COMPLETO] LIBRO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora