CAPÍTULO 32

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La cara de Melissa era todo un poema, no podría creer que eso hubiera salido de su boca, que fuera capaz de decírselo. Con la rabia en todo el cuerpo, esta subió su rodilla y lo golpeó en toda su Bestia.

― ¡Eres un idiota!

El cuerpo de Tacher cayó al piso mientras sus manos sostenían a su Bestia y la cara le cambiaba de color. El dolor era cada vez más intenso mientras se removía en el piso.

Colocándose de pie, Melissa lo veía retorcerse mientras sentía como la rabia subía de nivel y los nudillos le dolían al apretar sus puños.

― Eres... eres... eres...por eso no le cuento a nadie mis cosas.

Al escucharla y ver el enojo palpable en su rostro, de inmediato lo entendió, y más cuando lo que esta le había contado llegó a su mente de nuevo.

― No lo dije con esa intención... te lo juro... solo se me salió.

Tacher trataba de excusarse sin poder dejar de retorcerse, mientras Melissa lo miraba con rabia y solo quería patearlo, solo quería golpearlo con todas sus fuerzas; así que, sin saber por qué, esta se subió en la moto y arrancó.

― ¡Soy un idiota, lo sé, perdón! ―gritó Tacher, tratando de ponerse de pie, mientras la veía arrancar y dirigirse a la casa que se veía en la distancia.

Después de unos minutos en donde se revolcara en el piso por el dolor, este se colocó de pie como pudo y tomando el casco del piso, comenzó a caminar con dificultad, aún no podía entender lo idiota que había sido y porque se le había ocurrido decirle eso.

La mente de Tacher era un volcán a punto de hacer erupción mientras pensaba: ¿Acaso no le habías dicho que irían despacio? ¿Cómo le vas a pedir que se case contigo de esa manera? Ahora piensa que te burlaste de ella en su propia cara ―seguía pensando aturdido aun por el dolor y la rabia por lo que había hecho.

Mientras caminaba, no dejaba de pensar que hacer y como repararlo. Se creía un verdadero idiota.

― ¿Cómo le fui a decir eso, cómo le fui a decir eso?

Después de lo que para él fue una eternidad, porque le tocó caminar con su entrepierna roja, este llegó a la casa y vio a Melissa sentada en el muro de la entrada.

― Perdóname, fue sin toda la mala intensión.

Melissa asintió mientras este con cuidado se acercaba a ella.

― ¿Puedo sentarme sin que mi Bestia peligre?

Al escucharlo, Melissa levantó la cabeza y aunque no quería hacerlo, no pudo evitar sonreír.

― Si no vuelves a bromear con eso, siempre estará a salvo.

Ahora el que sonrió fue Tacher mientras se sentaba a su lado. Este tomándola de las manos, la miró y dijo:

― Nunca, escúchame bien, nunca nada de lo que salga de mi boca, es con la intensión de herirte, solo que estoy tan feliz de estar aquí contigo, que por un momento mi cerebro se desconectó y ...

Tacher no pudo continuar, ni siquiera sabía por qué le había dicho eso. Nunca con ninguna mujer, se le había salido bromear de esa manera.

― ¿Y entonces me propusiste matrimonio?

Este asintió tratando de no sonreír, pero ambos sonrieron.

― Se que no soy el primero que te lo pide y que las anteriores veces ninguna fue una experiencia agradable, así que espero que mi propuesta haya sido lo suficientemente buena como para que olvides esas anteriores.

POR PRIMERA Y ULTIMA VEZ [COMPLETO] LIBRO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora