CAPÍTULO 23

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Sacando las llaves de su bolsillo Tacher abrió las puertas de su carro, el cual dejaba guardado en un parqueadero residencial de la zona, cuando salía de la ciudad para que fuera más fácil para el desplazarse al regresar. Por un momento pensó en irse en la motocicleta hasta la hacienda, pero al ser ya más de las cuatro de la madrugada, no quiso arriesgarse con Melissa, así que salieron en su coche.

En el camino Melissa trató de acompañar a Tacher despierta y ser una buena copiloto, pero no habían pasado ni quince minutos cuando el aire acondicionado ya la habían hecho dormir. Tacher en ocasiones la miraba por el rabito del ojo y sonreía como un idiota. Jamás pensó que esa mujer iba a estar en México con él y que lo iba a seguir en cada locura que a él se le ocurriera. Después de una hora de trayecto, estos llegaron a tequila, un pueblo mágico en el que Tacher nació, y al que amaba con la vida.

Después de que sus padres se conocieron, se vinieron a vivir a México con la familia de su padre quienes vivían en este hermoso pueblo. Aquí creció y se formó hasta que su padre luego de que su madre se fuera, se lo llevó a estudiar a Londres, en donde vivió de adolescente, eso sin olvidar que, cada vez que tenía vacaciones en la escuela o la universidad, volvía a su tierra, esa que lo vio nacer y que tanto extrañaba

Parando el carro con suavidad, le comenzó a acariciar la rodilla a Melissa, para que se despertara, y unos minutos después, comenzó a abrir sus ojos junto con los primeros rayos de un nuevo día.

― Ya estamos a pocos minutos.

Esta asintió y a medida que se acercaban, se comenzó a colocar un poco nerviosa. Miles de pensamientos comenzaron a pasar por su mente mientras ella trataba de mantenerlos encerrados, pero era imposible. Era la primera vez que la presentarían en la casa de alguien, la primera vez que conocería la familia de un hombre en un plan que no fuera solo amigos.

¿Pero qué somos? ― pensaba asustada, mientras esa voz de su interior que la perturba a veces le respondía su pregunta―: Son dos personas mayores que pasarán un rato divertido antes de volver a la normalidad otra vez.

Los nervios de Melissa se incrementaban a medida que los minutos pasaban y se despertaba completamente. Esta miraba por la ventana del coche y se tocaba las manos, nerviosa.

― Tranquila, todo irá bien ― dijo Tacher, aun con la vista en la carretera.

― Lo sé ― respondió Melissa con una fingida sonrisa, tratando de convencerse a sí misma.

A esta se le estaba haciendo eterno el camino, pero al doblar una curva, llegaron a unas puertas en ladrillo las cuales tenían como nombre Hacienda La Victoria. Al leerlo Melissa abrió los ojos como platos.

― Se llama como mi hija.

Al escucharla Tacher cayó en cuenta por primera vez.

― Fíjate, ni yo me había dado cuenta de eso. Esa hija tuya está metida en todo.

Ambos sonrieron sin darle importancia, ese era un nombre muy común en Latinoamérica, ya tendría tiempo de preguntar por qué del nombre. Segundos después Tacher bajando el vidrio, saludó a un señor mayor que les abría las puertas, el cual iba vestido con jeans y manga larga de cuadros naranja, un sombrero negro y unas botas con espuelas.

― Hola, John.

― Bienvenido, señor.

Melissa cerró los ojos con los nervios a punto de hacerla explotar, ya no había nada que hacer, no podía devolverse, no podía cambiar la dirección en la que en estos momentos sus decisiones la estaban llevando.

Al mal paso darle prisa ―pensó.

Un suspiro salió de su boca y se dejó contemplar de la naturaleza, la vegetación y la hermosa casa de ladrillo llena de arcos, construida por piedras y ladrillos llena de enredaderas que ocultaban su pasado y le daban un color verde y mágico, resaltando su belleza, de las que salían unas lindas y pequeñas escaleras al entrar.

POR PRIMERA Y ULTIMA VEZ [COMPLETO] LIBRO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora