CAPÍTULO 29

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Inmediatamente Melissa abrió los ojos y se levantó del piso, estaba cansada y tenía mucho sueño, pero le daban náuseas solo de pensarlo. Ella confiaba en Tacher, claro que sí, por algo se había venido a México, pero se sentía extraña y más después de esa pesadilla.

Caminaron en silencio hacia la habitación, mientras los empleados comenzaron a entrar a la cocina y Tacher les pidió el favor de que recogieras los vidrios de vaso roto mientras Melissa apenada le pedía disculpas. Al llegar arriba ambos se metieron en la cama en completo silencio, pero Melissa cuando cerraba los ojos junto a Tacher, sentía como un ardor llegaba a su estómago y las náuseas aparecían en su cuerpo y más cuando este la abrazó.

― Tacher, yo...

El corazón de Melissa comenzaba a latir con fuerza.

― ¡Aún no confías en mí! ―Afirmó dolido.

Melissa suspiró y cerró los ojos.

― Después de Max y mi padre, tú eres el único hombre en el que confío.

El cuerpo de Tacher se tensó al escuchar y este se metió a su cuello.

― Solo que, lo intento, de verdad lo intento, pero es una pesadilla.

Al acordarse lo que minutos antes la había despertado, Tacher le preguntó:

― ¿Qué soñaste?

El silencio se hizo palpable, mientras Tacher comenzaba a acariciar su brazo. Por la cabeza de Melissa pasaban un sinfín de cosas, y cuando sintió que Tacher la movía para ponerla frente a él, está resistiéndose le dijo:

― No. Si te miro no podre decírtelo.

Con un movimiento rápido, la luz de la mesita de noche se apagó.

― Ahora ya no podrás verme.

Las comisuras de los labios de Melissa intentaron curvarse, pero estas no se levantaron del todo. Tacher decidió dejarla en la misma posición, hasta que ella misma lo decida.

― Antes de contarte mi sueño, quiero que me cuentes que te dijeron las víboras ese día en la fiesta de mi madre.

― No es nada ―respondió no queriendo perturbarla.

― Quiero poder decirte que es real y que no. Quiero que saques los chismes mal contados de tu cabeza.

Asintiendo, este comenzó a contarle todo lo que había pasado y como se había enterado, mientras Melissa suspiraba con tristeza y asentía.

― Todo es cierto ―respondió tragando con dificultad ―. Es más, quitaron la parte escalofriante.

Las manos de Tacher dejaron de moverse al instante mientras sentía que su corazón se detenía.

― ¿Es que acaso hay más?

Melissa suspiró:

― Todo fue mi culpa.

― Pero...

― Déjame hablar, por favor.

Este asintió, mientras su mano comenzó a moverse.

― Él consumía drogas y yo lo sabía, siempre lo supe.

― Eso no te hace culpable.

― Tacher...

― Me callo, me callo.

Mientras la escuchaba, Tacher besaba su cuello y acariciaba su brazo para relajarla. Si ella se abría a él, todo iría por buen camino.

― Yo siempre supe que él no era el indicado, y como toda mujer enamorada esperé que cambiara cuando debí irme y no lo hice. Intente que cambiara, pero fue inútil, solo recibía golpe tras golpe mientras todos los días pensaba que sería diferente. Un día de aguante, era un día en donde se daría cuenta de que me lastimaba, que debía cambiar. Así pensaba.

POR PRIMERA Y ULTIMA VEZ [COMPLETO] LIBRO 2Where stories live. Discover now