CAPÍTULO 30

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La triste sonrisa de Melissa afloró, mientras una corriente le recorría el cuerpo y daba un paso atrás alejándose de su contacto. Arreglándose el cabello detrás de la oreja, algo nerviosa caminó de vuelta a la cama y se sentó en ella. Sobándose las manos dijo:

― Y te agradezco todo lo que has hecho por mí, te lo juro, no te alcanzas a imaginar lo agradecida que estoy por todo lo que has hecho por mi hija y por mí, por eso lo que menos quiero es lastimarte, lo que menos quiero es hacerte daño.

Acercándose a ella, este se sentó a su lado y tomándola de la mano, se llevó una de ellas a los labios mientras le daba un casto beso y sentía como el corazón de Melissa se le quería salir del pecho. Al poner la mano en su lugar, miró su rostro y moviendo su mentón hizo que sus miradas se conectaran.

― Nosotros somos adultos y sabemos que toda decisión tiene una consecuencia.

Comenzó a acariciarle la mejilla mientras la respiración de Melissa comenzaba a entrecortarse y casi se queda sin respiración cuando lo escuchó añadir:

― No decidas por mí, déjame elegirte.

Sin dejar de mirarse, los labios de Tacher se unieron a los de Melissa con delicadeza, mientras el cuerpo de esta le respondía por si solo. Su mente aún estaba procesando lo que acababa de decirle, pero su cuerpo estaba respondiendo a sus caricias de manera automática.

Con sigilo, su cuerpo fue cayendo en la cama, mientras las manos de Tacher comenzaron a jugar con su bata de seda, con delicadeza, fue soltando su nudo al paso que acariciaba su piel y sus labios devoraban los suyos. Sin premura, sin prisa, como si tuviera la eternidad para acariciar cada centímetro de su piel.

Al soltar la bata, Tacher contempló su desnudez, mientras las pupilas se le dilataban al mismo tiempo que su Bestia le pedía más; pero no había más. Él quería demostrarle que ella era una mujer que podía ser tratada con amor, con delicadeza y con ternura, quería demostrarle que él era un hombre que sabía valorar cada parte de su cuerpo, cada centímetro de toda ella, y quería venerar, todo eso que fue dañado, todo eso que ahora necesitaba con más urgencia que antes.

Sumergida como en un trance, por primera vez en su vida recibía las caricias de un hombre y perdía el control en el intento de querer conectar sus pensamientos para decirle que no, para decirle que rudo era la respuesta, que el sexo rudo, era la solución, la salida y el escape de todo su sentir, de todo sentimiento que se pudiera conectar con su mente y su corazón, que de esa manera era la única que podía evitar sentir, lo que precisamente Tacher la estaba haciendo sentir ahora. Su corazón latía con calma, su respiración se normalizaba, pero sus pensamientos no se conectaban, su cuerpo quería sentirlo y no dejaba que esta tomara las riendas y acabaran con el momento.

Hasta ella misma se estaba poniendo en su contra.

En contra de ese muro que ella había construido en ese psiquiátrico, ese muro que nunca ningún hombre, había sido capaz de sobrepasar.

Las manos de Melissa comenzaron a moverse en el cuerpo de Tacher y luego de quitarle su pantaloneta, sintió como su Bestia le quemaba la piel y le ardía su contacto mientras el deseo comenzaba a subir. Sin dejar de besarla, Tacher bajó de su boca a su cuello y cuando un gemido salió de su boca, el cuerpo de Tacher se tensó y tuvo que aguantar las ganas de penetrarla de inmediato para hacerla gritar.

Sin ninguna prisa y con toda la fuerza de voluntad que pudo encontrar en él, este bajó hasta sus pechos, y con mimos los devoró, los acarició y los llenó de besos y caricias; primero uno y después el otro. Otro gemido salió de su boca, disfrutaba lo que Tacher le hacía, nunca un hombre se había atrevido a acariciarla de esa manera, nunca, sin excepciones. Al sentir sus caricias, su cuerpo parecía tener vida propia.

POR PRIMERA Y ULTIMA VEZ [COMPLETO] LIBRO 2Where stories live. Discover now