CAPÍTULO 31

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Después de hacer lo que este le pedía, llamó a su hija un sinfín de veces para ver cómo estaba y en la videollamada Max le mostró que la niña dormía plácidamente junto a Fanny.

― Deja de llamarnos y disfruta de tu libertad.

― Max, que es mi hija.

Este resopló.

― Mira, cuando vuelvas te la entregaré y no la voy a querer cerca como por un mes.

La sonrisa de Melissa fue más grande.

― Tu sabes que la amo, pero estas dos niñas me están volviendo loco.

― Nadie te dijo que armaras planes en mi contra.

― A tu favor querida, a tu favor. ¿Es que no lo has disfrutado?

El cuerpo de Melissa se tensó, nunca pensó que, en este viaje, llegarían a pasar ninguna de las cosas que estaba pasando y menos en tan corto tiempo.

― Ha pasado más que eso, Max.

Parándose de la cama, con todo su dramatismo se acercó el teléfono a la cara.

― ¡Escupe!

― ¡No!

La boca de Max le llegó al piso.

― Soy tu mejor amigo ―respondió dolido.

― Y te contaré todo al volver, ahora cuídame a Victoria con tu vida.

― Me ofendes que digas eso, jamás le pasará nada conmigo.

Melissa asintió, no sabía que locuras podía hacer Max con su hija, pero si sabía que nunca la dañaría, solo que su sueño la tenía algo paranoica.

― Lo sé mi Max, es que tanto tiempo lejos de ella me está afectando.

Este asintió con tristeza.

― Y a nosotros también nos está afectando tenerte lejos, pero somos felices porque sabemos que este viaje será lo mejor para ti.

Melissa asintió y mandándole muchos besos, hizo que le prometiera que la volvería a llamar cuando su hija estuviera despierta, mientras Max le contaba el itinerario de hoy, sacarla del apartamento era la mejor opción.

Luego de colgar, esta bajó a la cocina y se tomó un café bien cargado con un rico desayuno mientras hablaba con Christen, que siempre se adelantaba a desayunar fuera de los mandatos de Úrsula. Hablaron de todo y nada en específico, pero se vio muy interesado en la historia de Melissa y de cuando conoció a su hermano.

― Si, para esa hora está perfecto... no, no sería nada más, deja todo lo que te encargué en el jardín..

Tacher entró a la cocina vestido con unos jeans color negros y un suéter verde militar, su cabello revuelto aun mojado le daban un toque de frescura. Este colgó su teléfono y dándole un beso en la cabeza a Tomasa le dijo:

― Un café, bien cargado.

Este se acercó a la mesa y besándole el cabello a Melissa miró a su hermano.

― ¿Ya te vas?

Christen asintió mientras comía unas ricas tortillas.

― Nosotros nos vamos contigo, le mostraré a Melissa toda la hacienda.

Este asintió mientras Tomasa le entregaba el café a Tacher.

― ¿Qué le preparo para desayunar señor?

― No te preocupes, con el café está bien, ya no me da tiempo.

Al escucharlo, Melissa puso mala cara, si antes no lo había dejado dormir, ahora no iba a permitir esto.

POR PRIMERA Y ULTIMA VEZ [COMPLETO] LIBRO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora