CAPÍTULO 33

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Sin prisa salieron de nuevo en la motocicleta y se perdieron entre los árboles mientras admiraban lo hermosa de la naturaleza, cuando llegaron de nuevo a los establos, este aparcó la moto y comenzaron a caminar hacía un lateral de la casa. Mientras pasaba por otro lugar de la hacienda que no conocía y en donde estaban contrayendo los nuevos establos, Melissa recordó lo que había pensado Tacher de su hermana y se le vino algo a la cabeza:

― Ya Barbi no es una niña.

Al recordar lo sucedido, este respondió:

― Lo sé, pero no me la imagino haciendo esas cosas.

Melissa sonrió.

― Así como yo no me imagino a Vic, pero ellas crecerán y tenemos que prepararnos para verlas volar.

Tacher suspiró al escucharla, era su hermanita.

― En unos años me veo dándole la charla a Victoria.

― ¿La charla? ―Preguntó extrañado ―. Pero es una niña, no un niño.

Negando con la cabeza esta suspiró, el mundo estaba tan equivocado con respecto a ese tema, pero hoy por hoy ella con su hija no sería así.

― Sí, es una niña, y con más razón hay que darle la charla, los hombres no solo se acuestan con hombre Tacher, las mujeres hacen parte de esa ecuación ―Se mofó Melissa―. Además, hoy en día los jóvenes comienzan sus relaciones sexuales cada vez más temprano, y es mejor que tú les hayas explicado las cosas, a que ellos lo experimenten sin conocimiento.

Tacher asintió mientras miraba a ningún punto en concreto y trataba de pensar en todo y en nada mientras Melissa siguió diciendo:

― Yo no me imagino a mi hija haciendo esas cosas, pero algún día lo hará así yo haga mil cosas para impedírselo y le prohíba otras tantas. No puedo olvidar que yo fui adolescente y siempre busqué la manera para hacer lo que yo quería hacer―. Volteando la mirada, observó a Tacher divertida por las caras que hacía y añadió: ― No puedo ser hipócrita, por lo menos trataré de hacer lo que mis padres no hicieron conmigo y enseñarle a mi hija a ser responsable con su sexualidad y dueña de su cuerpo.

Este asintió, sabía que Melissa tenía razón. No le gustaría que su hermana, su hija o cualquier mujer, pasara por eso que ella pasó, nunca.

― ¿Y qué se les dices en la charla?

Melisa sonrió al escucharlo y recordando lo que había pensado decirle a su hija cuando llegara la ocasión dijo:

― En esa charla le enseñaré a Victoria que ella es la única dueña de su cuerpo y que nadie puede obligarla hacer lo que ella no quiere. Eso es lo más importante.

Tacher escuchaba atentamente todo lo que Melissa le decía.

― Sí tiene dudas de hacer algo, primero debe aclararlas y no cambiar su decisión por opiniones ajenas, como la de sus amigas o el chico que le guste; la última palabra siempre la tendrá ella. Además, ella debe saber que no se toman decisiones importantes en la vida para pertenecer a grupos o ser aceptados por otras personas, por eso hay que enseñarle que los amigos van y vienen, las relaciones se terminan y solo debemos confiar en lo que somos y queremos ser.

Tomando notas mentales, Tacher solo asentía y en ocasiones suspiraba.

¡Qué difícil es ser padre! ―Pensaba al acordarse de que a su hija tendría que darle esa charla algún día.

― También le hablaré de las enfermedades de transmisión sexual y le mostraré imágenes de todo, eso no es solo decirlo, tiene que ver como se verían en caso de tenerlas, para que se sensibilice y se den cuenta de que sí es real, que sí pasa y que no son inventos de los padres para prohibirles algo que ellos quieren hacer.

POR PRIMERA Y ULTIMA VEZ [COMPLETO] LIBRO 2Where stories live. Discover now