CAPÍTULO 24

50 17 0
                                    

Bajo la auténtica mirada de pánico de Melissa esta miró por la ventana y haciendo un movimiento con la mano para desempañar el vidrio, observó cómo se dirigía adentro de la casa un hombre algo mayor, cabello largo, blanco y el mismo color de piel que Christen.

¡El padre de Tacher! ―Pensó Melissa con el Jesús en la boca ―! ¡Ahora sí que me lleva el que me trajo!

Como leyéndole la mente, Tacher la abrazó y le dijo:

― Tú no te preocupes por nada mi bella―. Y tomándola del mentón para que lo mirase añadió:―Aquí no ha pasado nada malo, somos adultos.

― ¡Pero es la hacienda de tu padre!

― Hacienda que yo ayudo a mantener con mi trabajo, así que no tiene derecho a decirme nada.

Melissa asintió mientras tragaba con dificultad. Que imagen tan mala le estaba mostrando a ese señor de ella.

― Vamos, nos esperan.

― Si antes estaba nerviosa, entro ahora y me infarto, te lo juro que me infarto.

Al escucharla, Tacher soltó una carcajada y besándole los labios dijo:

― Conmigo, nada te pasará, ahora vamos.

― Pero no puedo ir así.

Mirando hacia abajo, Tacher se percató de que su ropa estaba destrozada.

― Tú me haces cometer locuras.

― ¿La gente se vuelve loca y ahora es mi culpa?

Dándole un casto beso en los labios, este la puso en el asiento del acompañante y saliendo del auto, se dirigió al baúl, abrió la maleta de Melissa y sacó lo primero que encontró. Un vestido. Volviendo a subir al carro este se lo entregó y esperó que se vistiera.

― ¿Tacher, no te falto algo?

Este la miró extrañado.

― No puedo salir de aquí sin ropa interior.

― ¡Ah! ¿Cómo qué no?

Este intentaba no reírse mientras Melissa ponía cara de circunstancia.

― Tacher, que ya no somos adolescentes.

― Vieja estarás tú ―le respondió encogiéndose de hombros evitando reír―. Y por favor ponte el vestido, antes que mi padre vuelva a salir y ahora si te vea completamente desnuda.

Al escucharlo, esta se puso el vestido mientras Tacher rodeaba su coche y le abría la puerta.

― Te ves increíblemente hermosa.

La atrajo a él y moviendo su mentón para que lo mirase, le dio un beso en la frente y la abrazó por la cintura.

― Saber que estás aquí y que te puedo hacer mía en cualquier lugar, es la mejor sensación del mundo.

Melissa no dijo nada y este besó su nariz mientras ambos sonreían.

― Vamos.

Tomándola de la mano, estos se adentraron a la casa.

Al cruzar la puerta y llegar al recibidor, Melissa recorrió el lugar con la mirada. Toda la casa era igual que la entrada, paredes con ladrillos rojos y otras con piedra, con diferentes columnas en forma de arco y diferentes palmeras. Pero más que observar la casa, esta buscaba al hombre que minutos antes los había pillado y a pesar de que sabía que estaba dando una mala imagen, también sabía que estaba teniendo el mejor sexo de su vida.

POR PRIMERA Y ULTIMA VEZ [COMPLETO] LIBRO 2Where stories live. Discover now