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— ¡Bertholdt! —gritó viéndolo desplomarse, era su culpa... De nuevo.
De un momento a otro, sintió cientos de brazos rodearle, entre varios policías lo agarraron tratando de llevárselo, sin embargo, hacía fuerza para que lo suelten
— ¡Aléjense! ¡Bertholdt despierta! — exclamó tratando de ir con su amado, sin embargo, este no respondía, simplemente se había desvanecido.
Aunque impuso resistencia, los policías lograron llevarlo a detención, después de todo, había matado a un hombre y habían muchos testigos.
Sin embargo lo que más le preocupaba en ese momento era el su hijo que había quedado solo, y si Bertholdt también moría y él terminaba en prisión -lo cual era totalmente seguro- el sueño de darle una vida feliz al pequeño Reiner solo sería una ilusión.
Todo había sido un remolino de emociones, tan intenso que le habían provocado un colapso nervioso a Berth, sin contar que había perdido a su Alfa de una manera muy violenta.
Pasaron las semanas, él aún se mantenía postrado en cama, los policías solo le daban visitas periódicas.
No sabía que había pasado con Reiner, ni donde se habían llevado a Porco. Los doctores podían notar aquellas marcas de maltrato en su cuerpo.
No había buscado ayuda..., tenía miedo.
— Con permiso...—dijo un hombre que vestía de uniforme, quien dio pasos entrando en la habitación del Omega.
Le habían asignado un caso de asesinato y maltrato en el que había un Omega que estaba en coma y un niño involucrados, había esperado por semanas a que despertara la víctima, debía informarle del asunto y tal vez tratar de sacarle algunas declaraciones.
Bertholdt se encontraba sentado en aquella cama de hospital, aún no se había recuperado del todo, apenas su marca estaba cicatrizando, y el luto por su Alfa fallecido le consumía.
—Sí, siga adelante...—susurró viendo a aquel policía.
— Buenas tardes señor Hoover, soy el oficial designado a su caso, el oficial Zacharius— le saludo con seriedad mientras se sentaba frente a el en una silla—. Debe tener muchas preguntas si recién despertó... — primero se encargaría de ponerle al tanto sobre lo sucedido, y luego le haría las preguntas, sus declaraciones podrían perjudicar o beneficiar a Reiner quien estaba bajo prisión preventiva.
Aquel moreno mantenía sus ojos fijos en aquel policía, parecía un hombre frío y serio, las gotas del catéter bajaban lentas por un tubo que conectaba a una bolsa con suero.
— ¿D-dónde está mi hijo?— preguntó con la voz algo quebrada, tenía semanas sin poder verlo, y sobre eso le había azotado una fuerte depresión.
Bien ahora aquel oficial tenía el dilema de si ser directo con el moreno o tratar de hacer que no sienta tanto dolor, pero ser sentimental no era lo suyo así que sería directo con todo.
