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Porco solamente observó con temor como Bertholdt se echaba a correr, rápidamente fue tras él, sin embargo al llegar a las escaleras lo vio rodar cuesta abajo.
—¡No, Bertholdt!—gritó desesperado bajando los escalones de dos en dos, suavemente lo tomó entre sus brazos dándose cuenta de que estaba sangrando. Ya era su segundo sangrado durante el embarazo—. ¡Todo es mi culpa, y-yo no quería que huyeras y que esto pasara!—instantáneamente todo su enojo se evaporó. Tomo al moreno en brazos y salió para llevarlo al hospital.
—Salva a mi hijo por favor— murmuró aferrado al pecho del contrario—. No importa lo que pase conmigo, tu solo elije a mi bebé— habló como si fuera su última voluntad.
Definitivamente Bertholdt estaba delirando, había pasado mucho tiempo solo, y Porco en lugar de ir a calmarlo el, solo fue a pelear con él y causar estragos.
—Berth a pesar de todo lo que pasó tú sigues siendo lo más importante para mí—dijo seriamente saliendo a la calle, entre señas y gritos detuvo un taxi, subio al moreno en este u le gritó al taxista que se apresure y los lleve al hospital de inmediato.
El moreno creía que estaba destinado a no ser feliz, sentía que en cada respiro, se iba un pedazo de su vida. Seguía pidiendo que salvaran a su bebé, eso era lo más importante para él, hasta más que su propia vida.
—Porky, mi bebé, salva a mi bebé— murmuró entre lágrimas y sollozos.
Al llegar al hospital podía escuchar los giros de su alfa, veía las luces distorsionadas, al igual que el techo y algunas personas.
—¡Ayúdenme! S-se cayó por las escaleras y está embarazado—exclamó desesperado entrando en aquel lugar.
Inmediatamente algunas enfermeradu doctores bombardearon al castaño con preguntas, rápidamente el moreno fue separado de él y llevado a revisión, parecía que más cosas no iban bien porque había mucho movimiento en el lugar.
Quizás ese bebé nacería prematuro o no se salvaría...
— Y-yo... El rodó por las escaleras por accidente n-no sé que pasó...—respondió con miedo cuando le preguntaron por lo que había pasado, en cierta forma todo era su culpa, desde casi abandonarlo hasta que saliera corriendo.
Todo era muy confuso, los nervios y la incertidumbre lo estaban matando.
El Omega fue llevado a una sala llena de aparatos, su bebé se movía lento, ya no era tan inquieto y saltarin como antes, le sentía débil.
No pudo percibir la presencia de su alfa, sólo médicos que le revisaban, varios pinchazos en sus manos y uno en la cadera. Dolía mucho...
— Díganme que mi bebé va a estar bien, por favor...—pidió con desesperación, pero ningún médico le respondía, ellos estaban en lo suyo.
