Capítulo 35

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Los días pasaban en aquel departamento, el castaño le había advertido a Bertholdt sobre los peligros de salir a la calle, Porco creía fervientemente que debía tener algo con que defender a su familia, por lo que secretamente logró conseguir una pi...

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Los días pasaban en aquel departamento, el castaño le había advertido a Bertholdt sobre los peligros de salir a la calle, Porco creía fervientemente que debía tener algo con que defender a su familia, por lo que secretamente logró conseguir una pistola con permiso.

Como cada mañana, el moreno despertó y su Alfa ya no estaba en casa, se levantó de la cama para ir a ver a su pequeño, este seguía dormido con su dedo pulgar dentro de su boca, esperó pacientemente a que despertara, para empezar un nuevo día en aquel apartamento.

Hoover se encontraba dándole comida a su bebé, estaba disfrutando de una rica papilla de cereales con leche. Inesperadamente, su teléfono sonó, el moreno se estiró un poco para contestar poniéndole en altavoz.

—¿Hola?

¡Bertholdt!—dijo aquel caballero al otro lado de la línea—. Hola, ¿cómo estás? Perdón por lo de la otra vez, ¿no te hizo nada?— murmuró con un tono bastante desperado, había estado muy preocupado de no volver a saber nada de él ni de su hijo.

—¡Reiner!—respondió con emoción, dando un pequeño salto en su sitio—. Estoy bien, no pasó nada...— aunque en realidad, el castaño se había puesto paranoico ese día, creyendo que estaba siéndole infiel—. No tienes de que disculparte.

¿Seguro?—preguntó como si no creyera las palabras del contrario.

—Sí, seguro—murmuró con una sonrisa. Seguía dándole esa papilla a su bebé, mientras reía embobado. ¿Acaso es que podía enamorarse aún más de ese hombre?

Quiero verte... ¿El niño está bien?

Aquella frase revolvió revolvió las entrañas del moreno, soltó un suspiro mientras miraba los ojitos de su hijo.

—T-también queremos verte...— murmuró con nostalgia—. El bebé está bien, aunque le tenga miedo a Porco, yo trato de que sea feliz...

¿ Dónde estás? ¿Puedes venir ahora?—cuestionó con insistencia, necesitaba ver con sus propios ojos que Berth y el niño estuvieran bien. No podía dejar que su hijo siga en manos del castaño.

—Lo siento, pero no podemos salir...—dijo con notable tristeza—. Pero si quieres vernos, vivimos en la calle 104—murmuró sin más, dejando de lado los trastes con restos de papilla.

Por su parte el rubio creía fervientemente que Porco no les dejaba salir. No se imaginaba qué tan controlado lo tenia, Bertholdt no podía seguir con ese alfa, de seguro su actitud sólo empeoraria con el pasar del tiempo.

Oh sabes, no vivo muy lejos de ahí, solo estoy a un par de calles, iré a verte—aunque debería ser una visita muy precavida, si el castaño llegase a encontrarlo sería fatal.

Y la emoción de Hoover no tuvo fin, hasta su bebé estaba dando saltitos. El castaño había dicho: "nada de salidas". Jamás mencionó sobre visitas.

Engelsflügel〔ReiBert〕│〔Omegaverse〕#YaoiAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora