Capítulo 24

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Los días de Porco eran sumamente pesados, consistían en ir al trabajo en la noche, en la mañana volver a clases y por la tarde si es que le quedaba tiempo podía descansar, toda aquella rutina cíclica y repetitiva terminaba por volverle loco

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Los días de Porco eran sumamente pesados, consistían en ir al trabajo en la noche, en la mañana volver a clases y por la tarde si es que le quedaba tiempo podía descansar, toda aquella rutina cíclica y repetitiva terminaba por volverle loco.

Sumándole el hecho de que había descuidado por completo a Bertholdt, cada que este le enviaba mensajes o lo llamaba solía contestar con un: "Estoy ocupado". "Luego te llamo"

Y es que verdaderamente estaba ocupado y muy cansado, realmente sentía que, si veía a Bertholdt nuevamente, sus dudas saldrían a la luz y le llenaría de preguntas.

En definitiva, Bertholdt sentía realmente solo, su bebé en ocasiones pateaba reclamando la presencia del alfa. Podía sentir los chillidos del pequeño, podían llegar a ser ensordecedores.

—Papá nos ama, vamos a estar bien...—susurrar aquella frase ya se había vuelto costumbre, creía que era la única manera de calmarse.

Pero, estaba más que harto de estar solo, estaba empezando a deprimirse, no comía como debía y sus padres tampoco se preocupaban por él.

Casi una semana había pasado, ya era momento de que Porco valla a ver a su novio, tal vez aclarar las cosas o probablemente solo a pasar tiempo con él. Esperaba que esté bien.

Por la tarde luego de salir de clases, se dirigió a la casa del moreno, llevaba una mirada de cansancio sin embargo debía hacer el esfuerzo por mostrar su mejor versión para Bertholdt. Tocó la puerta esperando ser atendido.

—Está demorando mucho... Tal vez no haya nadie—comentó para sí mismo un tanto impaciente.

Hoover estaba algo demacrado, acariciaba su vientre, mientras estaba tirado en el suelo de su habitación, tenía días sin salir de allí, apenas dormía o comía.

Se había aprendido una bella canción para su bebé, la había escuchado mientras buscaba información sobre el cuidado para su bebé, y la cantaba cada vez que se sentía solo.

Siempre la cantaba porque siempre estaba solo.

—Un canario canta una canción de cuna, duerme, duerme, duerme, niño—murmuró mientras sus lágrimas salían a mares.

Habían pasado ocasiones en las que sentía un frío bastante intenso, tanto que ninguna manta o frazada podía calmarlo, le daban ganas de prenderse en fuego, pero no debía, su bebé le decía que iban a estar bien.

Por su parte, Porco continuó tocando la puerta algo impaciente, dio un fuerte golpe maldiciendo el hecho que nadie salga, los padres del moreno nunca estaban a esa hora, y Bertholdt no podría haber salido solo.

—¡Maldita sea...! Tal vez no quiere verme, pero tendrá que hacerlo—comentó mientras se colaba por una ventana que por suerte estaba abierta.

En efecto, parecía que no había nadie en casa.

Aquel Omega de ojos verdes tenía tanto frío que creía que iba a morir, susurraba palabras bonitas para que su bebé se mantuviera con él. Como pudo se arrastró hasta su cama, tomó una manta y se la echó por encima.

Engelsflügel〔ReiBert〕│〔Omegaverse〕#YaoiAwardsWhere stories live. Discover now