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Los meses pasaban y ellos volvían a ser como pan y mantequilla, René empezó a crecer muy rápido, ya podía gatear y reconocer a sus padres y abuelos.
Según Porco, Bertholdt había estado siendo un muy buen Omega durante esos meses, no había vuelto a llamarle Reiner o algo parecido y él nunca le volvió lastimar de alguna forma.
Un día como cualquier otro, se encontraban en la sala, Bertholdt jugaba con René, usando unos juguetes.
—¿Hola Reny? ¿Puedes decir Papá?—dijo con una voz tonta apareciendo de la nada, había vuelto de su trabajo e igual que siempre iba a verlos.
—Vamos bebé di papá; pa-pá—murmuró Bertholdt con ternura, motivando al bebé para que diga sus primeras palabras.
—Tata...—susurró el menor mientras daba saltitos estando sentado, movía sus manitos tratando de alcanzar al castaño.
—No, di pa-pá—comentó hablando en sílabas mientras jugaba con las manitos de Reny—. Oye Berth. Sabes... Ya conseguí un lugar para mudarte conmigo—dijo tomando la mano del moreno—, será justo para el cumpleaños de René.
—Eso sería grandioso...— respondió sonriendo, correspondiendo al agare del castaño, suavemente le abrazó —. Podremos celebrar el cumpleaños de el niño en nuestro nuevo hogar.
—Claro, lo que tú quieras lo haremos —estaba distraído jugando abrazando al moreno hasta que vio como el pequeño trataba de llamar la atención.
—¡Ta... ta!—exclamó el infante con voz risueña, suavemente se apoyó del sofá y se puso en pie con sus piernas temblorosas.
—Oye Berth, míralo parece que quiere caminar—comentó bajito para no asustar al menor, lo miraba de reojo preparándose para agarrarlo en el momento en que caiga.
El azabache miró apenas con el rabillo del ojo como su bebé se preparaba para dar sus primeros pasos, se veía tan tierno y bello...
—Sí, sí..., míralo— susurró embobado mirando como su nene estaba allí de pie —. Ve mi amor..., ve con papá.
—Ven conmigo Randy~ —dijo con ternura mientras se alejaba un poco y se arrodillaba abriendo los brazos, para que el infante camine hacia él—. Berth sacale una foto será un buen recuerdo.
—Sí, voy por mi teléfono—respondió levantándose rápidamente, fue en busca de su celular, y volvió grabando un video.
—Dada~— murmuró el menor, moviéndose lentamente hacia el castaño.
—Vamos pequeño tú puedes, acércate —dijo tratando de darle ánimos, hasta que el niño no pudo más y se cayó con su retaguardia en el suelo y empezo a dejar pequeñas lágrimas— . Tranquilo René, ¡La próxima será! —exclamó mientras lo levantaba y lo cargaba contra su pecho tratando de calmar su llanto.
