Capítulo 10

18 4 1
                                    

—¿Quién es el mejor hermano del mundo? —inquirió Sebastian entrando en nuestro hogar con entusiasmo.

—Pues lo soy yo. —contesté presuntuoso.

Él revoleo sus ojos.

—Conseguí droga, bebidas y todas las cosas que te gustan. Deberías haber respondido mejor, ahora te quedas sin nada.

Sonreí y me encogí de hombros.

—Quédate con todo.

Mi hemano me miró muy sorprendido.

—Disculpa, ¿te conozco? ¿Qué demonios hiciste con mi hermano mayor?

—Planeo dejar las adicciones antes de que las tenga arraigadas. —expliqué desinteresado.

Sebastian abrió levemente su boca por el asombro.

—¿Tienes fiebre? ¿Tomaste alguna droga nueva?

Negué y suspiré.

—Es que... Anhelo una vida mejor.

—¿Te estás muriendo? —inquirió muy serio.

—No. Simplemente estoy madurando. Tarde pero seguro.

Sebastian me miró de arriba a abajo y luego se acercó a mi lado.

—¿Qué te hizo tomar esta decisión?

—La vida. —respondí con simpleza aunque realmente era complicado en mi cabeza— Ella me castigo por ser malo así que intentaré ser bueno, quizás así cambie mi futuro y tenga esperanza de... No sé... Todo.

—No me dijiste el problema. Supongo que no quieres hablarlo ahora.

Asentí, tomé una bocanada de aire, luego la solte. Caminé a la cocina y saqué dos botellas de ron para lanzarle una a mi hermano y tomar la otra yo.

—La última. —expresé con nostalgia— Esto es por un futuro mejor.

Sebastian sonrió y asintió.

—Que así sea hermano.

...

Comenté una foto de Lauren en su instagram y seguí viendo las demás fotos con aburrimiento. Me detuve al ver en su historia una foto de mi única amiga besando a otro chico. Abrí mis ojos como platos e hice captura de pantalla para ver la foto más grande. No podía creer que eso fuese real, no quería creérmelo. Apagué mi teléfono y llevé mis manos a mis pómulos. Definitivamente perdería a mi amiga por culpa de un chico.

Frustrado fui al refrigerador y busqué alguna bebida, la que fuese, sin embargo no había ninguna; en la mañana las había botado. Caminé de un lado a otro sintiéndome ansioso y busque rápidamente caramelos al recordar que Sebastian tenía guardados para él.

—Hola Esteban.

Levanté mi vista y al ver a Amapola arquee una ceja mostrándome serio. Luego me acerqué bastante a ella mirándola mal, pero no por eso se alejó.

—¿Puedo usar cualquier vaso? Es que tengo sed y Sebastian me dijo que...

Estampe mi boca sobre la de ella callándola y luego de unos segundos mirándonos fijamente di un paso atrás.

—Coge el vaso que quieras y ahorrame el dolor de cabeza.

—No manches niño.

Me encogí de hombros y cuando le dejé detrás recibí un rodillazo cerca de mi espalda. Al instante me voltee y acribille a Amapola con mi mirada.

—No puedes besarme como si nada e irte. —enunció imponiendo su opinión.

—¿Acaso quieres más? —indagué burlón— Solo quería callarte y punto.

—Te volvería a golpear pero no quiero dejarte más anormal.

Eso me ofendió.

—¿Qué quieres Amapola?

—Quiero que me respondas esa pregunta tú. ¿Qué quieres Esteban?

La observé desconcertado y apreté mis manos en puños mientras pensaba.

—Da igual lo que yo quiera porque nunca lo obtengo.

—¿Quieres a Lauren? —cuestionó interesada.

—La quiero. —confesé— No la amo, ni estoy enamorado, solo me gusta jugar con ella molestandola con coqueteos y bromas de doble sentido. Pero comprendí que no puedo jugar así.

Y por primera vez era franco conmigo mismo y con otra persona.

—Te da corcomilla no probar lo prohibido. A mí me ha pasado contigo. —comentó en tono tranquilo y se acercó más a mí.

Puse mis manos en su cintura por instinto y Amapola dejó sus manos alrededor de mi cuello. Juró que pensé que me besaría y yo la besaría también hasta cansarme.

—¿Y bien? ¿Di en el clavo? —preguntó curiosa.

—Lo hiciste. Tienes razón.

Amapola quitó sus brazos de alrededor de mi cuello y dio algunos pasos atrás, luego cogió un vaso y tomó agua.

—¿Debo fregarlo?

Negué observándola fijamente.

—Yo lo haré luego.

—Vale. —canturreo alargando la e mientras se iba.

Un momento muy raro entre nosotros. Sin embargo, no la detendría de irse. Primero necesitaba entenderme a mí mismo.

Mi promesa Where stories live. Discover now