Capítulo 14 (I)

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—¿Qué harás hoy? —indagó Lauren

—Tengo una salida con unos amigos.

—¡Yo quería salir contigo! —chilló.

Alejé un poco el teléfono de mi oreja y luego volví a acercarlo con una mueca.

—Te oigo perfectamente Lau. Quedemos otro día.

—¿Quién va? —indagó levemente molesta— No me digas que una de tus antiguas amistades, ellos te harían volver al mal camino.

—No voy con ellos.

—Promete que no mientes.

—Prometido. —afirmé.

No mentía en eso. Si la engañaba al decir que iría acompañado pero en nada más.

—Puedo prometer que volveré temprano. —aseguré cogiendo mis llaves.

—Bueno... Te lo dejaré pasar. Luego me cuentas como te fue.

—De acuerdo.

Colgué la llamada y eché más dinero en mi billetera sonriendo. Luego de los ajustes que había hecho en el motor era seguro que ganaría al noventa y nueve por ciento.

—¿Vas a algún lado? —interrogo mi hermano que entraba muy sudado.

—Saldré hasta la noche. ¿Por qué llegas así?

Él sonrió avergonzado e incómodo.

—Estaba acosando a una chica. —confesó riendo con pena— Es que me resulto familiar y la seguí pero fui descubierto por su esposo y me tuve que mandar a correr ya que el hombre me quería matar literalmente.

Apreté mis labios reprimiendo mi risa y simplemente sonreí con burla.

—¿A quién se te parecio conocida?

Sebastian bajo su mirada al piso.

—A mamá.

Trague saliva con dificultad y ambos pestañeamos varias veces con los ojos aguados. Tenía que romper ese incómodo silencio.

—Vaya tontería. —solté y carraspee mi garganta— Mira que confundir a alguien con mamá es un insulto a su persona.

Mi hermano sonrió con tristeza.

—Lo sé. —susurró y sorbio su nariz— Mejor vete, no vayas a llegar tarde.

—Cualquier cosa me llamas. —pedí apretando ligeramente su hombro— Nos tenemos solamente el uno al otro.

Le vi asentir y seguí mi camino. Realmente no me gustaba mentir, ni saber que debía evitar volver a hacer algo malo, pero mi orgullo era más fuerte.

...

Estacione mi carro junto a otros en la pista de carreras y bajé para observar mejor cuantos competían. Éramos catorce conmigo, todos con buenos carros y motores que parecían rugir.

Detuve mi vista al ver una figura conocida y analice las curvas de la chica intentando descubrir quien era. La vi girar su rostro cuando le dijeron muñeca y abrí mis ojos con sorpresa, era Amapola. Ella tenía un short muy corto, y una mini blusa.

Mi vista de ella fue tapada por un grupo de chicos que pasaban y le decían groserías pero luego la pude volver a observar. Se veía enfadada con el hombre que le hablaba. Él sacó dinero y se lo mostró, ella le dio una mirada incrédula hasta que aquel señor saco más billetes. Entonces Amapola cogió el dinero y tras contarlo le asintió.

—Pensé que no vendrías. —dijo una voz masculina.

Voltee y me encontré al mismo tipo que me había retado cuando compre mi carro.

—No soy de quienes se retratan.

Él alzo ambas cejas con interés.

—¿Sigue en pie la decisión de apostar?

—Obviamente. —afirmé.

—Quien pierda se humilla. —informó sonriendo maliciosamente.

—Trato hecho.

Mi promesa Where stories live. Discover now