Capítulo 31

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(2022, Estambul)

Era todo un acosador. Nunca en mi vida lo había sido hasta ese momento en el que seguía todos los movimientos de una chica.

¿Me volví psicópata?

¿Me obsesione?

Nunca lo supe.

Era imbécil. Siempre me detenía de hablarle y simplemente la observaba desde dos años y medio; se podía decir que era mi nuevo pasatiempo favorito. Conocía sus gestos, gustos, pasatiempos, amistades, e incluso descubrí su trabajo... Era aereomosa. Lo descubrí cuando cogí el vuelo a Suecia y desde ese momento la seguí en algunos vuelos con varios días de diferencia para no levantar sospechas.

—¡Jesnika!

La llamaban. Giré mi rostro y vi a Camelia.

—Bongiorno, Cam.

—Boungiorno, Loto.

Le quedaba perfecto su apodo.

—¿Me trajiste lo que te pedí? —indagó Jesnika.

Camelia asintió y le dio un libro a la chica que acosaba.

—Lo amo —dijo alegremente y paso por detrás de su oreja un mechón de su pelo—. Gracias, Cam.

En ese instante quedé hipnotizado viéndola y no era la primera vez que me sucedía. Ellas hablaban, pero lo escuchaba lejano. Las vi acercarse y me agache patéticamente para que no me viesen.

—Demonios —murmuré al sentir un golpe en mi coche.

Por el retrovisor observé el carro de atrás e hice una mueca al ver a Hortensia en el lugar del conductor. De inmediato se acercaron algunas de las chicas por la ventanilla.

—Hola, mi hermana chocó con tu carro, lo sentimos mucho —dijo Gardenia muy apenada.

—Dale dinero y vamonos —ordenó Margarita.

—¡Lo siento! —exclamó Hortensia desde el carro—. Fue sin querer.

—Te lo pagaremos —aseguró Iris dándome una tarjeta—. Vaya a ese mecánico y dígale que lo ponga a la cuenta de las hijas de María.

—Perdónanos, las chicas flores siempre dejamos secuelas por donde pasamos —mencionó Gardenia y se retiró con las demás.

Totalmente de acuerdo.

Lo "gracioso" era que Jesnika llegó a ser parte del grupo floreado; su padre y María se habían casado, por tanto estaba cerca de esa familia que yo tanto intentaba evitar.

Sí, la vida se reía de mí en mi cara.

Era una mala pasada.

...
(

Horas después)

Agite mi mano alegremente y vi a mi pequeñita sobrina sonreírme.

—Hola princesita de tío.

Ella se río bajito con sus mejillas levemente sonrojadas.

—¿Cómo estás mi reina? —cuestione cariñosamente.

Criseb sonrió apenada y me lanzó un beso. Reí y también le lance un beso. Apoye mis manos en la cerca que nos separaba y le di una sonrisa dulce.

—¿Qué quieres que te traiga cuando venga de nuevo?

La vi abrir y cerrar su boca, solía hacerlo cuando no sabía pronunciar una palabra, así que espere por ella.

—Alamelo.

—¿Caramelo?

Criseb asintió.

—Portate bien mi sol. Tío te traerá caramelos en la próxima visita.

Mi bella sobrina sonrió mostrando sus blancos dientes y asintió felizmente. Para tener un año era muy inteligente.

—¿Vas? —indagó e hizo un puchero.

—Si, tío se va. Tu cuidadora me vio y no quiero que te regañe por hablar conmigo.

—¿Pol te?

—Porque piensa que soy un desconocido.

—Tío mio.

—Claro mi sol, soy tu tío, solo que ella no lo sabe.

—Yo e lo digo.

Reí mirándola enternecido.

—¿Le dirás que soy tu tío?

Asintió determinada.

—No le digas, luego tu mamá se molesta —susurré—. Tío se va. Te quiero mi reina.

—Yo te tiero más.

Esboce una sonrisa tierna y le lance un beso, ella me lo devolvió y me agitó la mano. Me di la vuelta y me alejé, luego de un tramo volteé a observarla. Mi sobrina tenía ojos verdes como los mios y los de mi hermano. Su pelo rubio lo sacó de su madre, al igual que la sonrisa.

Reí al observar que se ponía su corona y caminaba elegantemente. Esos aires de princesa los sacó de su mamá. Era un show. Uno tierno y cariñoso; uno que yo adoraba.

Mi promesa Where stories live. Discover now