Capítulo 21 (I)

12 4 2
                                    

Retumbaba la música por todo el lugar de la fiesta. Yo andaba buscando por todas partes a Amapola, pero no la veía. Luego de mucho buscar la vi; mi novia se encontraba bailando muy cerca de un chico. Obviamente les separe con enojo.

—Nena, tienes novio —reproche molesto—. Sígueme.

La hale con cuidado de no lastimarla y la llevé a la segunda planta hasta salir al balcón.

—¿Por qué bailabas tan cerca de otro chico?

La vi hacer un baile ridículo sin explicación.

—Fiesta, fiesta. Baile, baile.

—Estás borracha —afirmé.

Amapola asintió y puso sus manos en mis mejillas.

—Me gusssstasss.

Ella estampó sus labios sobre los míos y puso una mano en mi nuca. ¿Sería correcto corresponder?

—Esteban.

—Dime amor —contesté dulcemente.

—Amor.

Reí porque no lo esperaba y por lo graciosa que sonaba al arrastrar la erre. En realidad yo la había llamado amor a ella.

—¿De qué te ries? —cuestionó frunciendo su rostro.

—Nada —susurré en su oído e inhale su perfume—. Quiero que me beses cuando estés sobria.

—Estoy sobria.

Claro, y yo no nunca había hecho nada malo en mi vida.

—Me encanta como hueles. ¿Qué perfume usas?

—¿Por qué quieres saberlo? —indagó seductora.

Ya no parecía borracha para nada.

—Simplemente me gusta conocer nuevos olores.

—A mí me gustas tú —dijo coqueta.

—Pues yo amo cada cosa de ti.

—Awww —chilló enternecida—. Eres un amorchito mi Estebito.

Definitivamente seguía borracha.

De repente comenzó a llorar y tapo su rostro con sus manos.

—He sido una mentirosa contigo.

—¿Qué estás diciendo? —interrogue acariciando sus mejillas—. Hablemos, amor. No llores.

—No me toques —pidió dando un paso atrás—. No soy lo que crees.

—Yo tampoco soy lo que aparento —declaré volviendo a acercarme.

—Soy Amapola —canturreo moviendo desenfrenadamente sus manos en el aire—. Tengo doce hermanas y soy adoptada. Odio los perros, amo los gatos, odio la lluvia y amo los finales inesperados.

Hice una mueca reprimiendo mi risa y confusión. Al verla llorar nuevamente pase suavemente mi mano por su cabeza esperando que se le pasará pronto.

—Sebastian —murmuró sollozando—. Lo siento amigo.

Pedí paciencia a mi subconsciente y cargue a mi novia al estilo princesa.

—Volvamos a casa —ofrecí.

—¿A casa? —inquirió coqueta y me lanzo una mirada picardiosa.

—Está borracha —murmuré para mí—. No sabe lo que hace.

Llevé a Amapola hasta mi carro y la dejé cuidadosamente en el asiento trasero. Ella enrollo sus brazos en mi cuello y me observó con atención.

—¿Yo te gusto? —cuestionó intrigada.

Asentí sonriendo de forma dulce y ordené su cabello con cuidado.

—Quiero que sepas que estoy encantado de tenerte como novia —dije sincero.

Amapola me intento besar, pero yo quité sus brazos de mi cuello para salir de atrás y sentarme en el asiento del piloto. De lo contrario no hubiese podido salir de allá.

—¡La fiesta es atrás! —exclamó Amapola—. Fiesta, fiesta.

—Estás borracha, amor —repetí.

Arranque el carro y conduje hasta detenerme en un semáforo.

—¿Dónde es tu casa?

Mi promesa Where stories live. Discover now