Capítulo 30

14 4 7
                                    

(2020, España)

—¿Visitaste mi tumba? Me asombras, pensé que nunca lo harías. No luego de que rompieras la promesa de cuidarme y estar conmigo.

—Lo siento, Amapola.

—¿Lo sientes? Dime otro chiste, Esteban.

—Todavía te quiero.

—¿Me quieres tanto que te vas con cualquier chica? —inquirió molesta.

—Cariño...

—No me llames así —ordenó callándome.

—Yo daría mi vida si con eso tú pudieras regresar.

—Eres un mentiroso y un idiota.

—Quería ser mejor, me estaba esforzando desde antes de conocerte... Con lo que te paso perdí estímulo.

—Ojalá hubieras seguido los cambios. No por mí, sino por ti, por tu futuro.

—Puedo prometer mucho, pero sabes que soy imbécil a la hora de cumplir. Rompí mi promesa, esa que te hice a ti y la que le hice a Lauren. Ahora ambas no están.

—Puedes ser mejor, Esteban.

—¿De qué sirve?

—Lo descubrirás con el tiempo, cariño.

Abrí mis ojos lentamente y pase mis manos por mi rostro. Era hora de recobrar el rumbo de mi vida.

Al despertarme recogí mis cosas en una maleta y me puse a ver diferentes vuelos pensando a que lugar ir para escapar.

...

Sebastian se veía muy feliz con su novia. Llevaban casi un año juntos y sabía que seguirían juntos en el dos mil veintiuno. Se amaban tanto que no dudaba en que llegarán a pasar toda la vida lado a lado.

Yo no estaría invitado.

Fruncí un poco mi rostro y me dispuse a caminar atrapado en los pensamientos.

Amapola tampoco estaría.

La quería y lo eche a peder.

Nunca encontraría a alguien como ella.

Al parecer ninguna otra mujer me amaría.

Me quedaría solo.

De repente sentí un golpe en mi espalda. Al voltear encontré con una chica que nunca había olvidado, porque ella me hizo carcajear por primera vez desde que salí de prisión.

—¿Quién puso un muro aquí? —indagó oyendose borracha. Ahora hablaba inglés.

Me paso por el lado y yo la seguí desde cerca. Al verla tambalear corrí y logré atraparla antes de que se cayera.

—Oh, me ha salvado un chico lindo como en las películas —dijo en español.

Una rísita tonta salió de sus labios y luego me observó.

—Es momento de que me beses y me lleves montada en un dragón hasta mi casa.

—¿Un dragón? —interrogue intentando no reír, aunque la sonrisa burlona y divertida no la podía evitar.

—Yes, rua, ruge el dragón.

Reí fuertemente por su mala imitación, y nuevamente sentí que tenía un corazón que latía. Yo que pensaba que me lo arrancaron cuando esyuve en prisión.

Ella debía estar súper borracha.

—¿Dónde es tu casa?

—Pon destino a Suecia y vamos a despegar.

—No inventes —murmuré. ¿Se iba a vivir en otro pais?

No. No se podía ir. Estaba convencido de que ella era para mí. Si tenía aunque fuese un poco de suerte no echaría todo a perder... Como la última vez. Por eso la seguiría hasta el fin del mundo.

Ella hizó una mueca y luego me empujó para vomitar en el piso. Al erguir su cuerpo tomó aire y ordenó su cabello.

—Compadre, que mal me han sentado esas bebidas —soltó con acento mexicano y miró su reloj—. Se me va el tiempo.

Literalmente comenzó a correr sin tropezar y se perdió por la esquina. Su borrachera era muy rara y graciosa. Pero se veía más sobria.

Suecia. Al parecer tendría que practicar el idioma.

N/a
¡¡No te enamores Esteban!! ¡¡NO!!

¿Se repetirá la historia?

O quizás...

Mi promesa Where stories live. Discover now