Capítulo 25 (I)

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(2016, Madrid, 5am)

Quiero que terminemos.

Releí varias veces el mensaje de Amapola y luego tiré mi teléfono al suelo con furia.

—¿Todo bien Esteban? —indagó Lauren.

Negué, y le di una mirada a la ropa que llevaba. Le quedaba hermoso su vestido de bodas, era simplemente perfecto.

—Te ves genial.

—Soy genial querido —aseguró presuntuosa.

—¿Yo no soy genial? —inquirí dolido y recogí mi teléfono; mala decisión tirarlo.

—Lo eres —afirmó Lauren y me abrazó.

—¿Por qué vinimos especificamente a esta tienda Madrid? —interrogue—. Quiero regresar. Tengo que hablar con mi novia.

—¿Sigues con Amapola? Te dije que no es de confianza.

Dejé de abrazar a mi amiga y la miré fijamente con el ceño fruncido.

—Yo quiero a esa chica.

—Wow, simplemente wow —expresó falsamente asombrada y río con sarcasmo—. Te está usando Esteban. Abre tus ojos. Antes no eras tonto.

—¿¡Tonto!? —interrogue alzando mucho la voz.

—¡Sí! —exclamó llena de obviedad—. Amapola no se te acerco por un buen motivo.

—Tienes celos de ella.

—No los tengo —réplico Lauren.

—Eres una estúpida.

—¿¡Qué!? —chilló incrédula y me abofeteo—. Cuida como me hablas. ¡Soy tu única amiga, imbécil mal nacido!

—¡Deberías apoyarme!

—¡Los amigos te dicen la verdad aunque duela! —gritó Lauren.

—¿Cuál verdad? —inquirí cortante—. Vamos Lau, acepta que quieres separarme de Amapola. Eres una...

—¡CÁLLATE! —exclamó furiosa y respiro hondo—. Elije, ella o yo.

—¿Cómo? —pregunté aturdido.

—¡Que elijas, inútil!

—No me hagas elegir —pedí sintiendo mis ojos cristalizarse—. No puedo. Ambas me importan demasiado.

—Genial —ironizó—. Te arrepentirás, lo sé. Te dolerá como nunca te dolió nada; y cuando eso pase estarás solo. Yo rompo esta amistad.

—Me prometiste quedarte.

—Y tú me prometiste no herirme —contraatacó entre lágrimas—. Me han dolido cada una de tus palabras.

—¡Pues vete! ¡No te necesito!

Lauren me volvió a abofetear y se dio la vuelta inundada por el enojo. Yo imite su acción con los puños apretados y un dolorcito en mi corazón.

Mi promesa de cuidarla se rompió ese día.

...

—Responde. Vamos, coge el maldito teléfono

Maldecí y me senté en el suelo de la cabina telefónica sintiendome frustrado y vencido.

—¿Por qué no coge el teléfono? —inquirí enojado.

Suspiré y volví a marcar el número por trigésima vez. Luego de que saliera la contesdora llame a mi hermano, pero tampoco me respondió. Terminé subiendo a mi coche y conduciendo en busca de donde beber.

...

—Deme tres botellas de whisky.

El barman asintió y de inmediato me dio lo pedido. Comencé a beber directamente desde la botella sin detenerme hasta vaciar la primera. Continúe con la segunda, y seguí con la tercera, cuarta y así sucesivamente hasta la trigésima. Comenzaba a sentirme borracho y la música me retumbaba en los oídos.

Luego de tomar otras botellas estuve demasiado borracho como para razonar. La borrachera se encargo de nublar mi lógica.

Mi promesa Where stories live. Discover now