Capítulo 29

14 4 7
                                    

(2019, Camino a Barcelona; Esteban)

Mi hermano todavía estaba enojado conmigo por aquel accidente... Eso dolía. Me podían arrebatar cualquier cosa pero a él no.

Lo que me sorprendía era que andaba enamorado, pero la bomba resultó ser la chica que le gustaba. ¿Entre tantas mujeres por qué ella? ¿Por qué una hermana de Amapola? Sabía que le dolería.

¿Y si la asustaba amenazandola?

No. Eso haría que perdiera totalmente a mi hermano.

Resultaba complicado, muy complicado.

—Bájate. —ordenó mi hermano.

—Resultaste enamorado Sebastian.

—Bájate. Te daré dinero para que llegués a mi casa.

Revolee mis ojos y tras coger su dinero baje del carro. No me caía bien la chica.

Fruncí levemente mi ceño y me puse a caminar con mis pensamientos en otro lado hasta que vi a una chica luchando por sacar la rueda de su maleta de una acantarilla.

—Mia madre, ¿por qué me haceís esto? Te voy a hacer así pori pa' lla. Acaba de salir.

Tenía un acento muy raro, como una liga de varios. Ladee levemente mi cabeza y reprimí mi risa. Me acerqué sigilosamente y ella pegó un brinco al voltear y verme cerca.

—¡Por mi madre! —exclamó en indonesio— Menudo susto me diste.

Me carcajee sacando su maleta y luego la miré con mis ojos casi cerrados de tanto reír y las manos en mi barriga debido al dolor en ese lugar.

—¿Acabaste? —interrogó seria— No soy tu circo personal.

Wow, tenía actitud

—Se supone que primero se dan las gracias.

Ella levantó su mentón y cogió el aza de su maleta.

—Gracias y adiós.

—Espera, espera. —pedí rápidamente— Dime tu nombre.

De reojo me miró como si estuviera analizándome y siguió su camino.

—Oye, no me dejes con la palabra en la boca. ¿Tu madre no te educó?

La chica regreso a donde estaba y me abofeteo mascullando unos insultos, después miró la hora en su reloj de mano y puso los ojos como platos, luego salió corriendo.

—Auch, creo que me flecharon.

Sonreí y negué divertido. Vaya chica.

...

—Buenas tardes, busco a Lauren. —expresé lo más educado posible.

El hombre frente a mí cambió su expresión a una seria levemente triste.

—Ella ya no vive aquí.

—¿Se separaron? Recuerdo que estaban felizmente casados. —mencioné pensativo— Lo último que supe fue que era aeremosa como soñaba.

Él hombro soltó una risa irónica.

—Ella falleció en uno de sus vuelvos por un fallo en el motor.

No podía ser...

Pestañee varias veces con los puños apretados y miré a aquel chico.

—¿Lo dices en serio? Dime que te lo inventaste para que me perdiera. Juró que no molestaré más. Solo quiero saber que mi mejor amiga está bien.

Le vi negar y sentí mi corazón romperse otro poco más. Otra promesa que no podría cumplir.

—Quisiera que estuviera viva.

—¿Me vendes el perfume que ella usaba? —indagué.

Su rostro se tornó confuso.

—Eso es muy acosador de tu parte.

—Te pagaré bien. Solo quiero un recuerdo de Lauren, no es que lo vaya a usar.

—¿Si te lo doy me prometes no volver nunca más por aquí? —inquirió cruzando sus brazos con sus grises ojos fijados en los mios.

¿Me lo preguntaba a mí? ¿De verás? Quien me conocía sabía que siempre rompía mis promesas.

—Claro, te lo prometo.

Obviamente lo dije solo para calmarlo.

—¡Papá! ¡Papi! —gritó una añiñada voz femenina.

Y apareció una niña idéntica a Lauren cuando era pequeña.

—Hey. —saludé bajito.

Me esforce en darle una sonrisa pero salió temblorosa.

—Alo. —murmuró escaneandome con sus ojos— ¿Cuántos años tienes?

Miré al hombre que echaba para atrás a su hija y me agaché mirándola con nostalgia mientras ella me observaba intrigada.

—Tengo veinticuatro añitos. —informé amistoso— ¿Y tú?

—Tres.

Me levanté y le agite la mano a la pequeña sintiendo un dolorcito en el pecho.

—Cuídate pequeña.

—Adiós tío.

Tío...

Apresuré mis pasos reteneniendo mis lágrimas y me dejé caer en un banco. Vaya vida llevaba. Era un condenado infeliz.

Mi promesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora