Extra 2

16 3 7
                                    

Pov Esteban.

—Tengo una duda existencial.

Jesnika me miró de reojo sobre el menú del restaurante en que teníamos nuestra sexta cita.

—¿Cómo es eso de que me amas? No me conoces.

—Estuve investigando acerca de ti desde la vez que casi me das tus pulmones. Pensé; vaya este hombre estuvo dispuesto a dar su vida por mí, eso si es amor. Pero te fuiste y me bloqueaste de las redes. Me las tuve que ingeniar para sacar información. Por suerte tu hermano acepto hablarme sobre ti. Todo lo que fui aprendiendo y conociendo me hizo irme enamorando de ti. Un año fue suficiente para comenzar a amarte.

Asentí muy sorprendido.

—Yo te estuve viendo desde lejos durante mucho tiempo e igualmente conocí tus diversas facetas. Cada vez que te veía me enamoraba un poco más.

—¿Me acosabas? —interrogó sorprendida.

Volví a asentir esta vez un poco avergonzado.

—No preguntaré porque no me hablaste, puedo adivinar que fue por miedo a herirme.

—Así es. Honestamente sigo teniendo miedo de herirte, Jes.

—Ese miedo no es malo, al contrario, te ayuda a estar alerta de tus acciones para no dañarme.

—¿Ya puedo besarte? —indagué bajando la vista a sus labios.

Jesnika enrojecio por mi pregunta. Yo arquee una ceja y ladee levemente mi sonrisa.

—No me mires así —pidió apenada.

—No puedo evitarlo —contesté subiendo y bajando mis cejas con picardía.

—¿Por qué tienes que ser atrevido?

—¿Por qué tienes que ser tímida? —contraataque divertido.

—¿Por qué no te callas?

—¿Por qué no me callas? —interrogue y me incline sobre la mesa quedando cerca mi rostro del suyo—. Dicen que la mejor forma de callar a alguien es con un beso.

—¿Siempre serás así? —cuestionó Jesnika y me empujó—. Nada de besos.

—¿Por qué? En tu casa te di muchos y no te quejaste.

—Eres un completo idiota —dijo molesta y se puso de pie—. ¿Cómo puedes hablarme así? ¿Es que no me respetas?

—Te ves encantadora estando enojada—mencioné con la clásica sonrisa tonta que solo me salía con ella.

—Cállate, Esteban. Estoy molesta ahora mismo.

—Vale, sigue peleándome.

—¿Por qué tienes que gustarme? —inquirió fastidiada y se sentó—. En ocasiones no me agradas.

Sonreí y le besé la mejilla, luego la miré de frente.

—Tú te lo pierdes, linda.

Jesnika revoleo sus ojos. Entonces yo volví a sentarme correctamente y le vi retener su sonrisa.

—Salgamos algún día con Lava. Me gustaría pasar un día los tres como si fuesemos una familia.

—Dijiste fuesemos —mencioné y ladee mi cabeza enternecido—. Te lo he pegado. Yo siempre digo dijese, fuese, tuviese, viniese y otras palabras terminadas en lo mismo.

—Se me pega todo lo que oigo, por eso tengo esta rara liga de acentos —explicó sonriendo.

Se notaba cómoda conmigo y eso me hacía feliz.

—¿Ahora si puedo besarte?

—Que no, hombre. Las citas son para conocernos, nada de besos.

—¿Ni uno? —pregunté con esperanza.

—Zero.

—Lo has dicho raro —indiqué extrañado.

—Vale, acomódate. Te diré porque suena así. Es una divertida historia.



N\a
Cero con z es de otro país, no es falta de ortografía.

Terminamos con la historia 🥺. A menos que alguien quiera que haga otro extra; uno en donde se vea más de la vida familiar que tiene Esteban.

Mi promesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora