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「 ʟᴀ ᴄʜɪsᴘᴀ 」



Me revuelvo entre las sábanas de seda, observando la oscuridad que me rodea. Siento ese característico pánico invadirme al pesar que permanezco todavía en los juegos y que en cualquier momento vendrá alguien para matarme. El sudor me surca la frente y me hago a la idea de qué estoy a salvo y de qué pronto volveré a casa. Pero entonces, recuerdo las imágenes borrosas y tormentosas de mis sueños, y las palabras de Ava Paige rondan por mi mente.

La idea de que algo les haya sucedido a Minho y a Lizzy por mi culpa, hace que se me forme un nudo en la garganta; el reflejo de la luna se escurre por las vidrieras de las ventanas de mi habitación y hace que me distraiga de mis molestos pensamientos. Fijándome en su extraño brillo, me digo que era una maldita pesadilla y me repito mentalmente que he ganado los juegos, que voy a volver a mi hogar en dónde todo estará como siempre, y qué no tendré que ver nunca más el tipo de muerte que se acostumbra a vivir en los juegos. 

Sin embargo, es inevitable el hecho de que todos los rostros jóvenes y dolientes de los que había asesinado para garantizarme mi supervivencia me invadan. Consiguen que el ruido en mi cabeza, que en días anteriores no volvía a experimentar, regrese con más fuerza. Me agarro de las sienes, apretando con fuerza intentando salir del cómodo y extenso camastro.

Pienso que me vendría muy bien dar una pequeña vuelta por las distintas cabinas del tren, pero entonces recuerdo que miles de cámaras siguen esperando que todos ellos —los tributos vencedores— salgan de sus habitaciones para grabarles todo lo posible; al menos, hasta que lleguen a sus debidos distritos.

Resulta que desde el primer día en el que arrimamos a este vehículo mortuorio, estas aparecieron con el pretexto, dicho por Janson, de que no se querían perder nada de la convivencia de los tributos. ¿Acaso no había sido ya suficiente con estarles encima durante todo el tiempo en la arena? Se veía que no, claramente.

En varias ocasiones he podido quitármelas de encima con ayuda de Thomas, pero... en estos días no he tenido tanta suerte. Desde hace dos noches no he podido reunirme con el en ningún momento, incluso cuándo me acerqué en el desayuno para siquiera entablar alguna conversación amena a su lado, este me esquivó de una manera insólita. Teresa me dijo después que finalmente la pérdida de Chuck le estaba haciendo mella y que por eso se alejaba de todos, no solo de mí. Dudo de ello porque siento que hay algo más, pero... Tampoco es que como si pudiera obligarle a hablar conmigo. Por eso había decidido dejarle un poco de espacio.

Con los pies fríos y libres de los calcetines de algodón, me dirijo a la puerta de entrada en la cual me espera mi pequeño amigo, aquel de pelaje blanco y deslumbrante con aquellos ojos azules únicos. Agachándome para acariciarle detrás de las orejas, aprovecho para revisar su vieja herida de la pata; razón por la cual llegamos a conocernos. Pasando uno de mis dedos por ella, me doy cuenta realmente de lo rápido que ha cicatrizado con la ayuda de los médicos el día en qué nos recogieron. Este me lamió en la mejilla, a modo de saludo.

No sé realmente cuánto lleva despierto, pero siento de alguna manera que me estaba esperando. Agita su cola con emoción y saca su lengua con transpiraciones fuertes. Niego con la cabeza mientras dejo de acariciarle, para seguidamente poner mi huella en el cerrojo de la puerta. Ésa era otra de las cosas que habían cambiado desde la primera vez que estuve aquí; resulta que ahora la seguridad es mejor. Sin embargo, y a pesar de lo diferente que podía ser el lugar actualmente, suelo comparar aquella vivencia con la de la primera vez y comprendo la soledad que me amargaba al principio. Todo eso ha cambiado ahora, me digo rápidamente, ya no estoy solo.

𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐂𝐎𝐑𝐂𝐇 𝐓𝐑𝐈𝐀𝐋𝐒 𝐈𝐍 𝐅𝐈𝐑𝐄 | Newtmas (𝑨𝒖) ²Where stories live. Discover now