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「 ᴇɴ ᴍɪ ʜᴇ́ʀᴏᴇ 」




Desde que comenzaron los juegos, me he hecho creer durante mucho tiempo que mantengo las cosas bajo control. Pero no es cierto. Quizás todo mi mundo perfecto empezó a resquebrajarse cuándo me eligieron como tributo, o incluso después de eso, cuándo estaba en la arena y me vi en la cruzada de la enorme posibilidad de hacer daño a la gente.

Luego llegaron ellos a mi vida, esas personas que aunque no quise en un principio, han entrado tanto en mi corazón que ya no puedo imaginarme ni un sólo momento sin ellos. Minho, Brenda, Heather, Ethan, Teresa, Gally y, por supuesto, Thomas. Repito sus nombres en mi cabeza una y otra vez, con la esperanza y la promesa de no olvidarlos nunca.

Claro que, luego llegaron más, aunque fuese por culpa de las ideas locas de los presidentes, también me preocupo por ellos. Pero... y aunque me duela admitir, nunca serán como los primeros. Ellos han estado conmigo desde que era nada y ahora, cuándo me he convertido en todo para esta gente, tengo mucho miedo de fallarles; de no cumplir sus expectativas, de arrepentirme o de echarme para atrás. De dejarlos morir por nada.

Al principio, admito que tampoco tomaba en serio las alianzas. Mi idea era salvar a Brenda, devolverla con su padre y quizás morir con honor, pero..., Nada de eso pasó.

Me salvé, sí, junto a otros vencedores y volvimos a casa.

 Aunque en realidad jamás llegamos a pisar nuestras viejas aldeas o distritos, la esperanza de estar tan cerca resultó abrumadora, casi como si fuese un roce de un dulce ácido que quemaba al final. Pero de nuevo, resultó una falsa ilusión y nos vimos atrapados en esta ratonera una vez más.

Pero claro, nada aseguraba que esta vez saliéramos todos ilesos y hasta ahora, eso era lo que estaba pasando. Todos mis nuevos amigos estaban muriendo antes mis ojos, y yo, impotente e inútil no puedo hacer nada para evitarlo. Entonces, viendo ahora allí, a Thomas apunto de ser devorado por una bola de fuego, no puedo dejar de pensar en lo rarito que me parecía al principio.

Trayéndome papelitos de la nada, con esas miradas que nunca llegaban del todo a decirme nada, o con sus toques que antes me resultaban helados, extraños. Ahora, después de tanto tiempo juntos y de las experiencias vividas uno al lado del todo, las necesito. Necesito esos toques cálidos, seguros y que me dan fuerza. Son casi como una droga para mí ahora.

También me hizo darme cuenta de eso cuándo volví a ver a mi mejor amigo, a Minho; es decir, me alegraba de volver a tenerlo entres mis brazos, de verlo cerca, de tener a alguien en casa conmigo... Pero cuándo supe que se interponía en nuestra unión magnética, ahí supe, que algo en mí había cambiado.

Que... De alguna manera ya no lo veía cómo el chico del sombrero de copa burlón, que ya no lo veía cómo el chico que me había hecho creer que el Minho de las entrevistas era real, o cómo el chico que me seguía a todas partes como una lapa, no. Ya no lo odiaba, ya no me gustaba tenerlo lejos cómo antes. De sólo tener en mente todas nuestras conversaciones, ya fuera en el tren, en las pistas de baile de los distritos (por no olvidar las muchas veces en las que hemos estado más cerca de lo necesario), o incluso dentro de los juegos, me había hecho darme cuenta de que ya no éramos los chicos que apenas se conocían en los primeros juegos.

Qué ya no éramos esos chicos que solo estaban juntos por buscar nuestra propia supervivencia, si no que ahora queríamos encontrar una mutua. Después, comenzó todo a ser diferente. Velamos por el otro, da igual quién esté de por medio; siempre buscamos la mirada del otro a través de la niebla y de las mareas.

𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐂𝐎𝐑𝐂𝐇 𝐓𝐑𝐈𝐀𝐋𝐒 𝐈𝐍 𝐅𝐈𝐑𝐄 | Newtmas (𝑨𝒖) ²Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα