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「 ᴀʙsᴏʀᴛᴏ sɪʟᴇɴᴄɪᴏ 」



Antes de que el mundo se viniera abajo, escucho una familiar voz en mi cabeza.

—Tienes que ser más listo que los demás, ¿me oyes, Newt? No puedes dejarte vencer por fucados como Tyler o Roy. —Minho sujetaba su quijada con suavidad, pero sus duras palabras le martirizaban por dentro. Sabía que tenía mucha razón—. No siempre voy a estar ahí para ti, ¿sabes?

Obviamente se trataba de un miertero recuerdo, pero el hecho de sentir a Minho a su lado, aunque fuera uno pequeño y de una edad cercana a la de dieciséis años, le brindaba de una nostalgia enorme. Minho en aquel momento decidió dejar pasar el hecho de que me había metido en una pelea imposible de ganar y me obligo a ir a su casa, para que su madre hiciera todo lo posible en curarme. Podría haber ido a la mía, pero terminó por convencerme cuando me comentó que empeoraríamos las cosas si mis padres se enteraban.

Ese día descubrí los deliciosos bollitos de crema que hacia su madre; y a partir de ese momento, iba muy seguido a su casa solo por esa simple razón. Ah, Minho, no sabes cuánto te necesito ahora mismo, pienso, mientras un dolor grave se reparte por todo el lateral de mi cuello. Me lo acaricio levemente, imaginándome que permanezco todavía en la cama de mi habitación del tren, pero de pronto, me vienen todos los recuerdos de golpe y se me despeja la nube oscura que amenaza con torturarme.

Mis ojos se abren con rapidez, intentando escapar de la enorme bruma de sueño; me incorporo de golpe en lo que parece ser una camilla algo tiesa. ¿En dónde demonios estaba? Miro a mi alrededor, confundido y temeroso al recordar que lo último que vi fue el rostro de Thomas antes de que nos viéramos emboscados en una trampa cruel del Capitolio. Me encuentro con una negrura atemorizante, pero cuando aparto de mi cuerpo la sábana que sorpresivamente me cubre, una luz roja aparece al frente con mi nombre debajo.

Una voz robotizada se oye por todos lados y dice: —Tributo del distrito doce, despierto. Las luces se encenderán al desvelarse el primer vencedor.

De inmediato la estancia se ilumina de golpe, y tengo que cerrar los ojos de improvisto para que no me duela la vista. Unos segundos después, me los restriego con fuerza y descubro que todos mis compañeros están dormidos en distintas camillas de laboratorio que se reparten por toda la sala. No hay nada especialmente destacable; solo las camas, mis amigos, y una televisión encima de una puerta metálica que no tiene pomo.

Deslizo mis pies fuera de la cama, y descubro que llevo puestas algún tipo de botas militares. Me observo rápidamente la ropa que tengo encima: unos pantalones canela, una camisa blanca y que me reparte un calor agradable, probablemente sea térmica. Además también tengo puesta una ligera chaqueta marrón que se encuentra algo ajustada a mi cuerpo, y un solo guante que descubre mis dedos en la mano derecha. Cierro el puño con suavidad, sintiendo un pequeño cosquilleo rondándome.

Sacudiendo la cabeza, dejo de observarme y de perder el tiempo. Sin entender todavía lo que pasa, trato de mantener la calma y me dispongo a despertar a mis compañeros. Justo cuando estoy por acercarme a Brenda, qué es la qué está más cerca, me asusto al ver que todos se levantan de golpe. Sus respiraciones son agitadas, y la mayoría de ellos se sostiene del pecho, como si hicieran un enorme esfuerzo por calmarlo. Como estoy próximo a Brenda, la estrecho contra mis brazos. Ella de inmediato se deja caer en ellos y escucho cómo en bajo, sus respiraciones toman forma y parecen recuperarse de a poco.

—¿Qué...? ¿En dónde demonios estamos? —Es lo primero que pregunta en alto Ethan, que no tarda en reunirse con Heather para ayudarla a deslizarse de la cama. Anda un poco mareada, pero estoy seguro de que pronto se le pasara.

𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐂𝐎𝐑𝐂𝐇 𝐓𝐑𝐈𝐀𝐋𝐒 𝐈𝐍 𝐅𝐈𝐑𝐄 | Newtmas (𝑨𝒖) ²Where stories live. Discover now