Abi venció, o al menos de esa manera lo sintieron todos cuando vieron a Kagome bañada en sangre mientras esperaba noticias. Abi apuntó a su punto de quiebre, Abi jugó bien sus cartas, pero nada de eso le bastará porque Kagome ya no le importa tener...
Espero que este capítulo les guste mucho, que como el anterior estén muy activos con los votos y comentarios ya que estoy tratando de publicar muy seguido. Además, este cap me gustó mucho.
Siguiente capítulo dedicado al primer comentario.
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No recordaba sentir alguna vez una ira igual a la que me recorría el cuerpo en este momento. Todas y cada una de las emociones que estaba tratando de no dejar libres cuando me vi cómo le dispararon a mi mejor amigo y cuando me enteré que mi esposo está al borde de la muerte, todas esas emociones ya no están, o quizás si lo están, solo que han quedado en segundo plano porque este odio, esta ira puede más que mi razón.
Quiero verla muerta.
No recuerdo que en un punto de mi vida esa oración haya sido tan convincente como ahora. Abi una vez más dio en el blanco, pero se equivocó, porque no sé si es una fuerza sobrenatural o qué mierda, pero me siento fuera de mis cabales.
Me siento capaz de hacer cualquier cosa, y la cosa que más quiero hacer es infringirle dolor a esa perra maldita, quiero que cuando recuerde mi rostro tiemble de miedo.
He soportado demasiadas cosas, pero meterse con Inuyasha y Miroku ha traspasado una línea que no sabía que cuando ella cruzara, ya no habría vuelta atrás. Porque ahora desconozco la parte de mí que ella ha despertado con sus malditas acciones. Me desconozco por completo en este instante.
Me llaman, pero no les hago caso mientras casi le arranco las llaves de mi coche a uno de mis hombres de seguridad, en este momento no confío en ninguno de ellos, no cuando habían infiltrados, no cuando me traicionaron y lastimaron a mis dos chicos, no cuando quiero matar.
Quiero la sangre de Abi en mis jodidas manos.
Subo al coche y mi vientre por un momento se tensa cuando al mirar por el retrovisor veo la mancha de sangre de Miroku, porque fue en mi coche en donde lo trajimos. Respiro hondo y la navaja sigue ardiendo contra mi piel en una clara señal.
Veo a papá salir por lo que arranco con fuerza el coche, miro como el anochecer cobra fuerza y no puedo creer que llevo más de 24 horas despierta esperando noticias de mi mejor amigo, noticias de mi esposo.
Mi esposo.
Miro mi dedo, donde descansa la alianza y me aferro a ese dolor para convertirlo en combustible de ira, conduzco hacia la mansión Higurashi rebasando autos, sobrepasando la velocidad e ignorando los semáforos, causando que muchos conductores me griten molestos por mi manera de conducir y no me importa nada que no sea llegar hasta Abi.
Cuando entro en la urbanización siento como mis manos tiemblan del enojo, veo como abren las puertas para un auto y aprovecho para colarme, entro sabiendo que los guardias posiblemente ya me reconocieron, no me importa.
