Capítulo 29

311 47 125
                                    

Recta final

Recta final

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Kikyo

Nunca pensé que las cosas pudieran torcerse de semejante manera, no cuando llegué a la casa de Kagome totalmente feliz sintiéndome alegre de compartir con ella un momento y sé que Daiki la adora.

Así que cuando salí de la casa de Kagome, tanto Daiki como yo, decidimos hacer una parada en una repostería para comprar un pequeño pastel, nunca pensé que solo bastaría esa decisión para que se metieran en la tienda unos hombres enmascarados y aun cuando grité, pelee y golpee a más no poder, me arrebataran a mi pequeño de las manos.

Pensé hace un tiempo que la traiciones de Naraku dolía, que cuando Kagome rompió mi corazón fue el dolor más fuerte por el que pasé, pero lo cierto es que la vida me acaba de enseñar que lo peor que puede pasarle a una madre es ver a su hijo correr peligro, porque en cuanto me arrebataron Daiki de mis brazos, a mi bebé llorando y estirando sus brazos para que lo tome, yo sentí que me habían roto el alma.

Y cuando me dijeron cuál era la condición para que me lo devuelvan sano y salvo, yo no dudé. Porque soy madre antes que mujer o amiga y si tengo que entregar mi alma al mismísimo diablo para que nadie dañe a Daiki, lo haré. Y sé que muchos pueden juzgarme, pero yo solo estoy velando por la seguridad de mi hijo.

Aun cuando me golpearon y me quitaron mi teléfono, todo lo que podía pensar era en Daiki.

Así que aun cuando sentía que rompía algo dentro de mí al ver a Kagome embarazada, mirándome de esa manera y no dudando en ir por mi hijo, sentí que una parte de mí no la merecía. Pero en ese momento solo estaba pensando en poner a salvo a Daiki, aun cuando ella fue quien nos puso a salvo a los dos, dándome las llaves y quedándose con esa manía de locos, con sus ojos llenos de seguridad cuando yo solo la mirada.

Ella era demasiado fuerte.

Y cuando me dijo esas palabras para Inuyasha sentí que estaba traicionando todos los principios al dejarla ahí, al abandonarla aun cuando ella era quién me lo pedía, quería bajar del coche y llevarla conmigo, pero sabía que Kagome tenía razón, Abi nos mataría a los tres si intentaba hacerlo y en ese momento la seguridad de mi hijo era lo más importante para mí. Luego de que Daiki estuviera seguro, yo buscaría hasta bajo las rocas con tal de asegurar encontrar a Kagome.

No iba a volver a abandonarla y con esa idea fue que tuve que pisar el acelerador, mirando como me alejaba de mi amiga.

Y ahora yo tiemblo mientras conduzco con el corazón totalmente roto al tener que dejar atrás a Kagome, dejarla a ella que se puso en peligro para que mi hijo estuviera a salvo.

—Tía Kag, mami—me trago el grito de frustración y dolor que siento en el alma mientras no respondo, limpio las lágrimas que se resbalan por mi mejilla y me enfoco en conducir lo más rápido que puedo hacer en este momento.

Travieso AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora